El cuaderno, la esperanza de quienes llegan a pedir asilo a la frontera de Tijuana con EEUU
TIJUANA, México.– Tras largos viajes que para muchos son de meses e implican cruzar varios países, migrantes que buscan asilo en Estados Unidos llegan a la garita de San Ysidro, entre Tijuana y San Diego, con la idea de que ese será su último paso en la travesía. Pero allí se encuentran con otros cientos de personas que como ellos quieren entrar y se dan cuenta que no podrán hacerlo tan fácil porque hay un límite diario.
En ese momento también se enteran de que existe una forma de hacer fila sin quedarse varados en la entrada de la garita por semanas o incluso meses. La mayoría cree que es la única forma de garantizar su entrada: anotar su nombre y país de procedencia en un cuaderno donde está la lista de quienes esperan para entregarse a las autoridades migratorias cada día.
Familias que han huido para salvar sus vidas del crimen organizado llegan de diversos lugares del mundo, a lo largo de la noche y la madrugada, a esperar a unos cuantos pasos de la frontera estadounidense a que aparezca quien les han dicho es su única opción: quien tenga un cuaderno bajo el brazo.
"Es el hombre más querido en la frontera", dice una madre de familia salvadoreña. "Todos esperamos ansiosos a que venga cada mañana".
"Es el santo muchacho del cuaderno", exclamó alegre una mujer del sureño estado mexicano de Guerrero.
Las personas forman una fila conforme llegan para esperar cada mañana al joven que tiene el famoso cuaderno. Generalmente, para las 7:00 de la mañana los niños de esas familias se reúnen para jugar después de desayunar algo y docenas de migrantes se comienzan a congregar en espera de la libreta.
El encargado del cuaderno llega habitualmente a las 8:30 de la mañana. Pero este lunes se habían dado las 9:00 sin que apareciera y las familias comenzaban a sentir estrés, se asomaban cada minuto a buscarlo con la mirada en la dirección de donde surge cada día.
"Pues todos los días sale de ahí; ahí en el Grupo Beta (organización que ayuda y presta primeros auxilios a los migrantes) le prestan el cuaderno", dijo uno de los que esperaba.
"Ojalá no le haya pasado nada. Que alguien venga a decirnos qué pasa", pidió un hombre que llegó de Honduras.
Entre los ansiosos de este lunes había rusos, haitianos, una mujer siria, una familia que algunos identificaban como griega, hondureños, guatemaltecos, salvadoreños y mexicanos.
En cuanto el joven del cuaderno apareció con dos asistentes, todos se tranquilizaron pero corrieron a rodearlo. Cada vez que el hombre decía un número, se aproximaba una familia, o una persona, con una identificación personal oficial con fotografía o documentos como el acta o partida de nacimiento.
Los asignados con los números nombrados eran los afortunados: los 28 que la mañana del lunes finalmente pasaban a presentar sus casos de asilo ante agentes migratorios del gobierno de Estados Unidos. Entre ellos le tocó el turno al joven del cuaderno, un venezolano que fue voluntario de controlar este listado por unas semanas. Ahora otro joven, hondureño, lo reemplazaba.
El nuevo encargado regresó momentos después a la congregación de migrantes para anotar a los que habían llegado en las últimas horas.
¿Cómo nació el sistema del cuaderno?
Este mecanismo se creó cuando las autoridades fronterizas estadounidenses comenzaron a impedir el paso de oleadas de migrantes haitianos, africanos y centroamericanos, solicitantes de asilo que inundaban las garitas de San Ysidro en 2016.
La infraestructura de este punto de entrada tiene una capacidad limitada y el proceso de entrevista a cada persona que pide asilo puede tomar hasta dos o tres días, por lo que los solicitantes permanecen al interior.
El gobierno estadounidense comenzó a dosificar las cantidades de solicitantes de asilo que podían ingresar a las garitas y el resto de quienes querían pasar a hablar con las autoridades migratorias, tenía que esperar en territorio mexicano.
Pero el Instituto Nacional de Migración de México tampoco podía hacerse cargo de ordenar a quienes llegan de casi todo el mundo a pedir asilo. "No me puedes identificar, pero te voy a decir en términos simples: quienes van a pedir asilo son extranjeros en México y se dirigen a otro país a solicitar el asilo; nosotros no podemos intervenir en nada de eso", dijo un agente de migración mexicano.
Sin embargo, no está claro quién fue el creador de este sistema con el que se empezaron a organizar los migrantes para garantizar su entrada. No es un mecanismo oficial, pero aún así todos creen en él y se apresuran a apuntarse allí tan pronto llegan y se enteran de su existencia.
Miedo a ser identificados
Fuera de escribir en el cuaderno su verdadera identidad, nadie que llegue a pedir asilo se quiere identificar, o que se publique su nombre, su fotografía o un video donde aparezca. Tienen miedo.
Hace dos años, cuenta un hombre, una televisora mexicana entrevistó a una familia de Michoacán que estaba en Tijuana para pedir asilo. En cuanto el crimen organizado vio esa entrevista en la televisión en ese estado, tomó represalias fatales contra los familiares de los entrevistados.
Así que el cuaderno, a petición de los mismos solicitantes de asilo, se queda bajo resguardo del Instituto Nacional de Migración, que "presta el cuaderno todos los días", dijo la mujer salvadoreña, madre de tres menores, y lo recogen cuando han sido anotados los que pasan y los recién llegados.
Cuando alguien escribe su nombre en esa libreta, ya no tiene que permanecer indefinidamente en la explanada de la garita peatonal: puede ir a solicitar asistencia a algún refugio de la ciudad, pero tiene que regresar todos los días a ver cómo avanza la espera de quienes llegaron antes. Aquellos nombres de niños, mujeres y hombres que en el cuaderno "ya tienen una palomita" significa que ya pasaron a Estados Unidos.
Ocasionalmente las autoridades fronterizas estadounidenses pasan un grupo de solicitantes de asilo en la mañana y otro en la tarde, según se desocupen las instalaciones.
Varios migrantes y familias contaron que el tiempo de espera desde que se anotan en el cuaderno al momento en que pasan a la garita para entrevista de asilo es de entre tres semanas y un mes.
"Yo llevo tres semanas y vengo aquí en la mañana y en la tarde para asegurarme que voy a estar lista cuando me toque pasar", dijo una mujer de Michoacán.
Allí también se han anotado quienes por alguna razón perdieron su lugar al no estar en el momento en que les tocaba pasar a la garita.
"Es de lo más triste, porque esas personas tienen que comenzar de cero, volverse a anotar, empezar a esperar su turno, mientras ven que todos los que habían llegado después van pasando adelante", explica la michoacana.