La ciudad de Idaho que gobiernan cinco latinos

No existen cafés ni barras en Wilder, una pequeña ciudad agrícola en Idaho donde tres de cada cuatro residentes son hispanos. Tampoco hay restaurantes de comida rápida o tiendas de ropa, ni un supermercado o un cine. Apenas tres policías protegen a más de 1,500 residentes, y la farmacia más cercana está cuatro millas al sur de la ciudad, al otro lado del río.
En Wilder, la mitad de los hogares ganan menos de $25,000 al año, y la mayoría de los estudiantes del distrito escolar reciben almuerzo a precio reducido o gratis. Cuando cae la noche, es común ver a personas sentadas frente a la biblioteca pública, intentando accesar internet con el wifi gratuito que dejan prendido las bibliotecarias.
Fue en este entorno que llegó al poder el pasado enero el primer gobierno enteramente latino de Idaho. La texana Alicia Mora Almazán se juramentó como alcaldesa de Wilder, y los mexicano-estadounidenses Ismael Fernández y Guadalupe García se unieron al concejo municipal de la ciudad, al que ya pertenecían Tila Godina y Robert Rivera.
De la noche a la mañana, Wilder se convirtió en un símbolo del potencial del voto latino, un logro insólito en un estado donde más del 80% de los residentes son blancos, y donde apenas 7% de los electores son hispanos. Fuera de los cinco líderes de Wilder, solo dos personas de origen hispano ocupan un puesto político en Idaho este año, según cifras obtenidas por la organización NALEO.
¿Cómo lograron los latinos acaparar el poder en Wilder?
Para Almazán, una estilista de 52 años con tres hijos, la campaña por la alcaldía fue un asunto de salir a conversar con una comunidad que ya la conocía. Wilder es tan pequeño que ella solo gastó 30 dólares para su campaña, lo suficiente para imprimir 300 copias de un boletín con su nombre y su foto.
"(El volante) decía que yo no haría ninguna promesa, pero que quería ayudar", dice Almazán, sentada en la alcaldía a nueve meses de haber ganado la elección.
La estrategia funcionó: durante las elecciones de noviembre, Almazán venció a su contrincante por 29 votos, en una contienda en la que participaron menos de 140 electores. "Algunas personas me dijeron que no habían votado en 20 años, pero fueron a votar por mí", cuenta la alcaldesa, quien vive en Wilder desde que tenía dos años.
La victoria del concejal Fernández, un estudiante de 19 años que ocupa ahora su primer cargo gubernamental, también fue producto de una campaña modesta que emprendió apenas dos días antes de la elección.
El joven enlistó la ayuda de su abuela, María Fernández, quien lleva más de cuatro décadas viviendo en Wilder y es parte de la junta electoral del condado que rodea la ciudad. María le dio pistas a su nieto: busca apoyo aquí, no te molestes allá.
Al final, Ismael obtuvo la victoria con 60 votos, ocho más que el otro ganador, Guadalupe García, quien a su vez venció a un tercer candidato por un solo voto.
"En la historia de Wilder, nuestros líderes siempre han sido blancos", cuenta Fernández, sentado en uno de los escaños del concejo municipal. "Pasamos de ser un gobierno de mayoría blanca a uno enteramente latino, con dos mujeres, una de ellas siendo la alcaldesa. Estoy muy orgulloso de eso. Soy un fiel creyente en tener gobiernos representativos".
Pero obtener poder político era solo el primer reto de la población latina de Wilder, donde el 40% de los residentes vive en pobreza, más del doble de la tasa estatal. Más allá de ser un símbolo para otras comunidades hispanas de Estados Unidos, la misión de los cinco líderes latinos de Wilder será revitalizar su propia comunidad de trabajadores agrícolas.
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"En los años 90, teníamos siete barras y seis iglesias en Wilder. Ahora tenemos siete iglesias y ninguna barra", dice Fernández. "Antes teníamos distintos tipos de establecimientos. No eran muchos, pero eran diversos. Pero todos cerraron".
El camino adelante
Inspirados por las papas y cebollas que crecen en el Valle del Tesoro, los residentes de Wilder adoptaron el lema " Come grow with us!" ("¡Ven y crece con nosotros!"), una frase que adorna el muro decorativo que da la bienvenida a la ciudad.
El crecimiento económico sí ha llegado poco a poco a Wilder, pero a la ciudad le queda mucho camino por andar para igualar el desarrollo que han visto sus alrededores.
Por ejemplo, el ingreso anual per cápita de Wilder creció un 44% en una década (de $7,601 en el año 2000 a $10,944 en 2010, según el censo), pero esa cifra sigue siendo menos de la mitad del ingreso per cápita de Idaho en general ($22,518 en 2010). Además, la tasa de familias viviendo bajo el nivel de pobreza disminuyó en Wilder entre 2000 y 2010, pero se ha mantenido por encima del 25%, comparado con un 10% a nivel estatal.
"Lo que sucede en Idaho es que mucha gente se está mudando de las ciudades pequeñas a las ciudades más grandes", dice el congresista Raúl Labrador, un republicano que representa a Wilder y al resto del primer distrito de Idaho en la Cámara de Representantes en Washington DC. "Nuestras ciudades pequeñas se están ensanchando. Y eso está sucediendo en todo Estados Unidos".
Otro indicador del lento desarrollo en Wilder son sus edificios vacantes. Fernández los señala mientras camina por las calles vacías de su ciudad: aquí una antigua barra donde mataron al dueño, allá el viejo arcade. Una instalación que sirvió como estación de bomberos ahora está llena de ropa vieja y de donaciones, y lo usa un grupo de voluntarios locales que quiere restaurar la biblioteca pública. (El grupo lleva cuatro años en ese esfuerzo).
Los negocios más conocidos de Wilder están casi todos en la avenida principal: una tienda de herramientas, una pequeña barbería y dos restaurantes mexicanos, Rosa's y Alejandra's.
El dueño de este último, Samuel Correa, es uno de los pocos empresarios que trabaja en Wilder, y comenta que los nuevos líderes del pueblo no han venido a presentarse a su restaurante, aunque está localizado en la misma cuadra de la alcaldía.
Aún así, el mexicano de Zacatecas confía en que Almazán y los concejales ayudarán a la ciudad. "La gente aquí la conoce", dice Correa sobre la alcaldesa, entre turnos limpiando las mesas de su restaurante y atendiendo a clientes.
Una ciudad apolítica
Almazán dice que la clave a la hora de liderar una ciudad tan pequeña consiste en microgestionar. Hace poco tuvo una discusión con un residente que no quería pagar su factura de agua. "Los residentes a veces vienen a hablar conmigo uno a uno", dice.
Un día después de hablar con Almazán, quien se negó a ignorar la deuda, el hombre entregó el dinero que debía. "El reto más grande es dejarle a la gente saber las cosas que ya no pueden estar haciendo", explica Almazán.
Otro reto es liderar un lugar lleno de gente que trabaja en otras ciudades, o en los campos del Valle del Tesoro, con poco interés en lo que hace su gobierno.
Un miércoles de agosto, algunos trabajadores en un campo de papas en las afueras de la ciudad explicaron a Univision Noticias su poco interés en la política. Uno de ellos, Javier Villegas, dijo que los inmigrantes en el Valle del Tesoro tienen poco incentivo para elegir a Hillary Clinton o a Donald Trump en las elecciones presidenciales de noviembre.
“Les vale gorro”, dijo Villegas, soltando una carcajada. “Ellos dicen que es lo mismo”.
Pero, aunque no se interesen en la participación cívica, a muchos de los residentes de Wilder le interesa ver cambios en su ciudad. Mientras dirige a media docena de mujeres que revisan miles de papas de una cosecha temprana, Villegas asegura que le gustaría ver en Wilder los mismos recursos que tienen las ciudades que la rodean.
“Allá en Caldwell las escuelas sí tienen fútbol y natación, tienen clases de arte y de música”, dijo. "Eso hace falta aquí".
A Florita Valdez, una de las trabajadoras, también le preocupan las oportunidades que reciben sus hijos en Wilder. “Mi niño a veces me dice, ‘Mami, ¿por qué no me cambias de escuela?’”, dice durante un descanso.
San Juanita De La Cruz, una mexicana criada en Texas que lleva casi tres décadas en Wilder, lleva años intentado despertar el interés político de sus vecinos. "A algunos les interesa involucrarse pero tienen miedo", dice De La Cruz, quien coordina el programa de inmigrantes y desamparados del distrito escolar. "Yo los empujo y les digo, 'Tienen que hacerlo, ya están aquí' ".
De La Cruz asegura que tiene fe en sus nuevos líderes, en su capacidad de integrar a Wilder al resto de Idaho. "Creo que Wilder necesita una voz fuerte con el corazón aquí para que el condado o el estado le preste la atención que se necesita", dice. "Lo que tiene que pasar es que (Almazán) le pruebe al público que ella puede con el título, y que la comunidad vea cambios para bien y le dé su apoyo".
Pero es una esperanza que aún no se ha cumplido. Ante la última pregunta que le hizo Univision Noticias, sobre el progreso que ha vivido Wilder en los siete meses que ha tenido un liderato hispano, De La Cruz respondió: "en realidad hasta ahorita nada... (no ha habido) ningún cambio".