César Millan cruzó la frontera gracias a la ayuda de "un ángel"
César Millán, mejor conocido como "El Encantador de Perros", es un adiestrador canino cuya carrera ha tenido impacto a nivel mundial gracias a sus programas de televisión, libros, revistas y demás.
Pero antes de tener esta carrera tan exitosa, tuvo que cruzar la frontera de México con Estados Unidos.
Solo, sin saber inglés, sin tener un plan claro y de manera ilegal. Durante meses tuvo que vivir un calvario que al final lo conduciría a lograr su más grande sueño.
Cuando tenía 13 años, después de haber visto Lassie y Rin Tin Tin, César Millán hizo a su madre la pregunta que marcaría su destino: "Mamá, ¿crees que puedo ser el mejor entrenador de perros del mundo?"
César, un inmigrante mexicano
César Millán, originario de Culiacán, Sinaloa, tuvo una revelación especial el 23 de diciembre de 1991; ese día partiría hacia Estados Unidos para cumplir su gran sueño, así se lo dijo a su madre.
De su padre recibió 100 dólares que había ahorrado. Los guardó en sus calcetines y con eso emprendió el viaje más difícil de su vida.
En el documental César Millán: Mi Historia, el ‘Encantador de Perros’, cuenta cómo fue esa odisea. Narra que, al llegar al muro que separa los dos países, se dio cuenta de que no era tan sencillo cruzar.
Así cruzó la frontera César Millán
Millán había estado varios días cerca de la frontera, esperando su gran oportunidad.
Hubo ocasiones en las que se dejó atrapar por los agentes de inmigración estadounidenses, ya que sabía que al estar detenido, ellos le ofrecerían un sandwich y una soda.
Caminando a lo largo de la cerca logró ver un hueco, era reciente, y por ahí podría cruzar. Entonces, de la nada un hombre alto, y de aspecto desaliñado apareció y se acercó a él.
"¿Quieres cruzar? Te cobro 100 dólares". César Millán conocía bien las malas historias en torno a los coyotes, quienes se dedican al paso ilegal de personas hacia Estados Unidos.
Pero, 100 dólares era justo lo que tenía. Tomó eso como una señal y aceptó.
Un ángel lo ayudó
Rápidamente el coyote lo guió a través de la cerca, corrieron velozmente junto a la autopista y llegaron a un sistema de túneles. Ahí el coyote lo dejó por un momento y fue a conseguir un taxi.
En esos instantes César sentía una fuerte carga de adrenalina e, incluso, temor por perder la vida.
Al momento de abordar el taxi, César explicó que no tenía dinero, por lo que el coyote le regresó 20 dólares para que pudiera pagarlo. Para César Millán esa persona fue como un ángel. "Los coyotes no están ahí por cuestiones humanitarias", dijo.
Finalmente el taxi lo dejó en una gasolinera, y fue ahí en San Diego donde comenzó un nuevo capítulo de su vida.
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