Lucy de 'Las crónicas de Narnia' existió en la vida real y su historia también es de película
Las crónicas de Narnia es una exitosa saga de libros y películas, que relatan todo tipo de sucesos mágicos en un país lleno de fantasía, brujas, animales parlantes y criaturas mitológicas.
Debido a que se trata de un mundo imaginario, a nadie se le ocurriría que uno de sus personajes principales existió en la vida real.
Hablamos de Lucy, la hermana menor de los Pevensie. Ella fue la primera en encontrar este mundo mágico, a través de un ropero que hay en la casa del profesor Digori Kirk.
Tanto en los libros como en la pantalla grande, la pequeña niña cautivó a los fans por su espíritu inocente y a la vez valiente.
Lo que pocos saben acerca de Luvy Pevensie es que está basada en una persona que sí existió y que, a su modo, tuvo algo que ver con la magia. Se trata de una beata llamada Lucía de Narni.
Naria en la vida real
Narni es un pequeño pueblo en el centro de Italia, ubicado en la región de Umbría. Al novelista C.S. Lewis, autor de los libros, le gustó mucho este nombre desde la primera vez que lo vio escrito en un atlas y de ahí nació el nombre de Narnia, el lugar mágico en el que se desarrollan sus historias.
En dicho pueblo también existió una Lucía (o Lucy) muy famosa, pues era una beata del lugar.
Lucía de Narni nació en 1476, en el seno de una familia acomodada. Fue la primera hija del tesorero del pueblo y su esposa.
Desde muy pequeña mostró su vocación por la religión y uno de sus primeros prodigios ocurrió cuando apenas tenía 5 años.
Se encontraba rezando a la virgen de la iglesia local, quien cargaba un niño en sus brazos, y le pidió que se lo diera. Milagrosamente, el niño que era de piedra se hizo de carne y hueso, y Lucía lo cuidó por tres días, hasta que él regresó a ser una estatua.
Conforme fue creciendo también tuvo visiones en las que se le aparecían santos, por lo que a una corta edad decidió que dedicaría su vida a Dios.
Sin embargo, no pudo convertirse en monja, ya que su padre falleció cuando era adolescente y su tío creyó que era mejor que se casara.
Al principio, ella no quería y rechazó a su primer pretendiente con una fuerte actitud: le tiró los anillos y le dio una bofetada.
Con el tiempo, la propia Virgen María se le apareció en una visión y le dijo que debía casarse, tal como ella. Esto la convenció de contraer matrimonio con el conde Pietro de Milán.
A lo largo de su relación, Lucía mantuvo su voto de castidad, siguió rezando y ayudando a los pobres. Después de tres años de haberse casado, se separaron.
En ese momento, finalmente se pudo convertir en monja, entrando a la Orden Terciaria de los Dominicos.
Fue enviada al convento del pueblo de Viterbo y ahí recibió los estigmas (las mismas heridas que tuvo Jesucristo al ser crucificado).
Debido a que sangraba con frecuencia, llamó la atención de los más altos mandos de la Iglesia, quienes confirmaron que se trataba de un milagro, por lo que ganó fama y la gracia de muchos de ellos.
Al escuchar su historia, el duque de Ferrara quiso que se mudara a esta ciudad y liderara un nuevo convento.
Sin embargo, ahí se encontró con los celos y la envidia de muchas de las religiosas, por lo que fue relegada por completo de su cargo. Cuando murió el duque de Ferrara, le prohibieron hablar con cualquiera de sus compañeras.
Se cree que en ese último periodo fue cuando realmente dedicó su vida a Dios, ya que nunca se le escuchó queja alguna.
Finalmente, Lucía de Narni falleció el 15 de noviembre de 1544, a los 60 años, y fue beatificada en 1710 por el Papa Clemente XI.
¿Conocías la historia de esta beata? ¿Te imaginabas que estuviera conectada con el mundo mágico de Narnia?
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