Silent Disco: no te despidas del verano sin llevar a tus hijos a una fiesta silenciosa

Quizá hayas escuchado por ahí algo sobre las llamadas ‘Silent Disco Parties’ o fiestas silenciosas, que también se conocen como ‘Quiet Clubbing’, aunque realmente no siempre tienen lugar en un club.
A primera vista, pareciera que son fiestas para adultos solamente, en especial para gente joven, pero lo cierto es que estas fiestas también tienen sus versiones familiares y son una oportunidad maravillosa para bailar con los hijos bajo la luz de las estrellas, pasar una noche en familia bailando, sin tener que preocuparse por buscar una niñera o pagarle a alguien para poder volver a las pistas de baile.
Las fiestas silenciosas consisten en encuentros en los que gente de todas las edades recibe un par de auriculares con tres estaciones diferentes de DJ’s, que se van sintonizando desde el mismo auricular. Las estaciones son roja, azul y verde y cada persona puede cambiar de estación las veces que quiera, según las canciones que vayan pasando.
Durante las fiestas familiares, siempre hay uno de los DJs que ofrece música ‘clear’, es decir sin palabrotas o expresiones que algunos padres no quieren que sus hijos escuchen. Canciones de Justin Bieber, One Direction, Taylor Swift, Megan Trainor y Bruno Mars son las más favoritas de los bailarines jóvenes y también de muchos de los padres.
Las entradas se venden desde 5 dólares a 20, según con cuanto tiempo de anticipación se compren y en algunas ocasiones las fiestas son gratutitas. Para entrar, además de los boletos, se necesita tener una tarjeta de crédito o débito, que sólo usan para asegurarse que al final de la fiesta, la gente devuelva los auriculares y sino lo hace, se le cobra 100 dólares.
La primera vez que lleve a mis hijas fue a mediados del verano pasado. La fiesta era a una cuadra de la casa, en un parque frente al East River, con vista a Manhattan.
Desde el momento que me puse los auriculares, supe que no sería la última vez que iría a una fiesta de este tipo. Hacía tanto tiempo que no bailaba, que no quería irme de la pista. Pasé más de 3 horas bailando y me fui sólo porque mis hijas estaban en horario de ir a dormir.
En el verano del 2016 ya fuimos a cuatro, llamadas Sunday Family Fun, fiestas que empiezan a las 6 de la tarde, con plena luz del sol, y en las que se ofrecen clases de baile también para los que quieran probar aprender nuevos pasos.
Cuando el sol baja, los auriculares, que tienen luces de neon, brillan en la oscuridad y la fiesta se convierte en un espectáculo de luces y movimiento que es una experiencia fantástica.
He visto a familias enteras de mi barrio bailar al ritmo de diferentes canciones, pero todos juntos.
He visto como algunas de las mismas mamás que veo por las mañanas a las corridas dejando a sus hijos en la escuela se desarmaban en la pista de baile junto a sus hijos.
Realmente no hay muchas experiencias similares cuando se trata de ir a bailar con la familia entera. A veces ocurre en una boda o un cumpleaños, pero estas fiestas silenciosas son un espacio perfecto para mostrarle a nuestros hijos cómo sus papás se divierten, se emocionan al escuchar una canción que les gusta, y, de alguna manera, mostrarle otra 'faceta' que probablemente nuestros hijos no conozcan.
Siempre recuerdo un refrán que aprendí cuando tomaba clases de portugués que decía ‘quien danza sus males espanta’ y efectivamente creo que una fiesta de estas, antes de que termine el verano, es una oportunidad hermosa de liberar tensiones, divertirse y compartir unas horas con los hijos, que probablemente se averguencen un poco de nuestros pasos de baile, pero que quizá también nos iren un poco más.