La verdad sobre las plantas y la comida afrodisíaca
Las suposiciones en torno a los alimentos afrodisíacos se reducen a una sola verdad: no existen pruebas científicas que confirmen que algún tipo de planta, animal o mineral tenga el potencial suficiente para incrementar el libido, aumentar el placer y el rendimiento sexual (mucho menos que resuelva el problema de la disfunción eréctil).
A lo largo de la historia, muchas sustancias naturales, tales como la yumbina (cuyos efectos secundarios incluyen ansiedad, alucinaciones y parálisis) se han dado a conocer, entre otras cosas, por las propiedades afrodisíacas que científicamente no poseen. Lo mismo sucede con el polvo que resulta de la molienda del cuerno de rinoceronte, el pene de tigre, la mandrágora y el famoso “Spanish Fly” –que es, en realidad, tóxico–, los cuales tuvieron su auge en Oriente primero y se expandieron más tarde a Occidente. Las fresas, el chocolate, las ostras, el café... Ninguno de estos alimentos aumenta la libido. Ninguna de estas modas o tendencias tienen una base científica comprobable que las respalde.
Entonces, ¿de dónde proviene tanta información y de dónde salen estas teorías?
Según un artículo escrito por un grupo de científicos de la US National Library of Medicine, “el hallazgo de un afrodisíaco eficaz ha sido una búsqueda constante durante siglos, ya que es bien sabido que un comportamiento sexual óptimo es capaz de proporcionar una mayor satisfacción en las relaciones de pareja y de mejorar la autoestima en los seres humanos”. A raíz de esto, varios países han adoptado sus propios métodos para lidiar con el problema de la impotencia (disfunción eréctil) o para simplemente incursionar en el negocio de “vender placer”.
Comida: todo está en la mente
Si bien el chocolate y la vainilla no mejoran la función sexual humana, sí pueden vincularse a la excitación. Es decir, ciertos aromas, formas o texturas sugerentes pueden generar ciertas respuestas en el cuerpo a través de lo que la mente imagina (siempre y cuando no haya un problema como la disfunción eréctil), lo cual no quiere decir que contengan alguna sustancia que detone dichas respuestas.
Un ejemplo pueden ser las ostras, que de cierta manera se asemejan a los genitales femeninos. Las huevas de pescado, por ejemplo, tienen que ver con la reproducción; algunas raíces con formas fálicas (en el siglo XVIII se creía que las zanahorias, la anguila y los espárragos eran afrodisíacos, dado su parecido con el miembro masculino). Alimentos como el chile o el curry son en esencia picantes –calientes– y siempre se han asociado con el fuego, el cual, a su vez, se asocia con la pasión. Los ingredientes costosos como la trufa y el higo, los ungüentos hechos de especias y frutas exóticas…
No debemos olvidar el efecto placebo, que consiste en una mejoría sobre un malestar, que ha sido producida por una sustancia no activa. Así que si una persona piensa que comer ostras mejorará su rendimiento sexual, es muy posible que su anticipación a los hechos ayude a que tenga un buen desempeño. Cuando se trata de entrar en un juego en pareja, si estimula los sentidos es muy probable que estimule también el deseo.
Hierbas y raíces: algunos destellos
Los derivados de plantas y hierbas medicinales continúan proporcionando una alternativa popular para las personas, especialmente hombres, que buscan mejorar su vida sexual. ¿La razón? Porque aparentemente no causan efectos secundarios y pueden tomarse por periodos prolongados. Pero la realidad es que los estudios que se han realizado hasta ahora no han demostrado que exista una planta a la que se le pueda poner la etiqueta de afrodisíaco.
Algunos señalan al azafrán como una planta que podría ser de ayuda si continúa investigándose, al igual que el ginko biloba y la maca (aunque se ha descubierto que más que un potenciador sexual, es un aliado para los deportistas de alto rendimiento). Según la revista Time, un estudio publicado por la International Society for Sexual Medicine señaló al famoso ginseng como un posible auxiliar de la disfunción eréctil, ya que relaja los músculos e incrementa el flujo sanguíneo, aumentando las posibilidades de convertirse –quizás, algún día– en el primer afrodisíaco natural.
Mientras tanto, la falta de certeza impera: los datos siguen siendo preliminares y los mecanismos poco claros. Al día de hoy no existen, de manera oficial, verdaderos estimulantes naturales del rendimiento sexual. Los productos disponibles en el mercado que prometen elevar los niveles de excitación y el “performance” tienen, en general, pésimas reseñas de sus compradores. Hacen falta más estudios y datos clínicos. Dejémosle todo, pues, a la ciencia y sus avances.
Además ve: