¿Por qué el agujero en la capa de ozono está más pequeño que nunca?
Desde 1988, el agujero en la capa de ozono es una preocupación tanto para la comunidad científica como para la población en general. Es decir, los millennials no conocen un mundo sin este problema. Desde pequeños nos enseñaron que existe un hoyo ahí en alguna parte del cielo, incluso aunque no lo comprendiéramos del todo.
Por eso la noticia reportada por la NASA, de que este 2017 el agujero en la capa de ozono presentó el menor tamaño registrado desde el 88, nos cayó de sorpresa. Pero ojo, esto no quiere decir que ya podemos recostarnos en nuestros laureles. Al contrario, todavía hay un importante camino por recorrer.
La capa de ozono se encuentra entre 15 y 30 kilómetros sobre la Tierra y nos protege de los rayos ultravioleta B (UVB) que vienen del Sol. Es como el protector solar de la humanidad. En la década de los 80 se descubrió que la concentración del ozono en la estratosfera disminuía durante la primavera y verano, como explicó National Geographic. Esta pérdida de ozono llegaba hasta a un 65 % sobre la Antártida.
La NASA monitorea el decremento en el ozono todos los años durante septiembre. De acuerdo con la información recolectada, en 2017 el agujero se observó más pequeño que nunca. La razón: las altas temperaturas en la estratosfera. Un vórtice más cálido de lo usual en la Antártida redujo la cantidad de nubes estratosféricas, las cuales fomentan las reacciones destructivas del cloro y el bromo en contra del ozono.
Una cantidad insuficiente de ozono sobre nuestras cabezas afecta a todos los seres vivos. En humanos, pueden generar cataratas y cáncer de piel. En plantas y animales, llega a afectar incluso sus ciclos reproductivos.
¿Viste la película o el musical de Hairspray? Si así fue, tal vez recuerdas cómo todos se echaban 15 latas de spray para el cabello para sostener sus altos peinados. Esta fiebre por los aerosoles (de cualquier tipo, no sólo de belleza) es el principal culpable del agujero en el capa de ozono.
Estos productos contienen químicos derivados del cloro y el bromo, como los clorofluorocarbonos, los cuales destruyen al ozono. (Dato de trivia: el mexicano Mario Molina fue uno de los investigadores clave en descubrir el daño que causan estos compuestos).
Aunque desde hace 30 años existe un protocolo que regula el uso de clorofluorocarbonos en diferentes productos, los especialistas de la NASA afirman que esta reducción en el tamaño del agujero se debe a un fenómeno natural y no es una señal de una rápida restauración.
Incluso con esa disminución, la zona afectada conserva una extensión equiparable a dos veces y media el tamaño de Estados Unidos. Se espera que con las medidas adecuadas, los niveles de ozono en la Antártida se recuperen en el año 2070.
Nunca es demasiada ciencia: Ni aliens, ni burbujas de metano: esta es la verdad acerca del Triángulo de las Bermudas