El independiente Alejandro Guillier, el candidato del oficialismo chileno para mantener el legado de la presidenta Michelle Bachelet

"Les meteremos la mano en el bolsillo a quienes concentran el ingreso, para que ayuden a hacer patria alguna vez". La frase fue pronunciada días atrás en un acto de campaña por Alejandro Guillier, senador y candidato por la coalición de centroizquierda (Nueva Mayoría). Y no cayó bien. Las críticas de los empresarios acusándolo de "dividir a los chilenos" no tardaron en llegar. Tampoco los memes y videos comparándolo con el presidente venezolano Nicolás Maduro, que se difundieron rápidamente en las redes sociales.
Guillier, quien sacó 22.6% de los votos en la primera etapa de los comicios y, según las estimaciones, competirá en una ajustada segunda vuelta este domingo contra el expresidente multimillonario Michelle Bachelet, para proporcionar educación superior gratuita a los jóvenes.
Pocos días después reconoció que el lenguaje que usó había sido inadecuado. Pero las intensas reacciones que despertaron sus declaraciones y la idea recurrente que circula en ciertos sectores de que si Guillier gana, Chile se convertiría en 'Chilezuela', muestran los extremos a los que han llegado estas presidenciales.
Desigualdad
El domingo 13,4 millones de chilenos están convocados a las urnas para definir al sucesor de la socialista Bachelet a partir del 11 de marzo próximo, en un balotaje que se prevé será muy reñido y que dependerá, en gran medida, de lo que hagan los votantes del Frente Amplio (FA), la izquierda radical que logró el tercer puesto en la primera vuelta y cuya excandidata, la periodista Beatriz Sánchez, le dio su respaldo a Guillier.
Competirán dos líderes que entusiasman poco y con dos miradas diametralmente opuestas: la de un sector economicista, el de Piñera, que se preocuparía sobre todo por fomentar los negocios en Chile y conseguir más crecimiento sin enfocarse tanto en lo social; y la de otro grupo –el de Guillier– que representaría los anhelos sociales de una ciudadanía cansada de las desigualdades en Chile.
"Guillier explicó que la figura lingüística no fue la adecuada, pero que el fondo lo mantenía. Y tiene todo el sentido del mundo", dice Gloria de la Fuente, directora ejecutiva de la Fundación Chile 21, un centro de análisis político progresista. "Lo que hizo fue interpelar al mundo empresarial o económico para que tome una postura clara", agrega citando datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que muestran que Chile es uno de los países más desiguales. "Cambiar eso no puede ser solo responsabilidad del Estado".
Alejandro Guillier, sociólogo y periodista, es un rostro conocido por haber conducido varios noticieros televisivos y programas de análisis político. En los años 70, en plena dictadura, trabajó en medios disidentes e incluso salió de Chile a Ecuador, donde estudió en la Universidad Flacso.
A lo largo de su trayectoria periodística se destacó en las encuestas como una de las figuras más creíbles de la televisión. Quienes han trabajado con él aseguran que siempre tuvo interés por asuntos públicos y temas sociales. Quizás por eso, en 2013 dejó su trabajo de comunicador para lanzarse como senador de la región minera de Antofagasta, en el norte del país, respaldado por el Partido Radical Socialdemócrata.
Su propuesta busca "crecimiento económico sustentable", "protección social asegurada", promover la descentralización que caracteriza a Chile y una "valoración de la diversidad sexual", entre otras cosas.
Entre las propuestas que más debate generan están su intención de cambiar el sistema privado de pensiones y la de condonar la deuda universitaria del 40% de los jóvenes más pobres. También planea cambiar la Constitución y crear un sistema de plebiscito local y nacional para resolver asuntos en los que no haya acuerdo.
"Marca un punto de inflexión con respecto a la derecha y tiene elementos de continuidad y cambio con respecto al gobierno actual", resume Mireya Dávila, académica del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile. "Tiene una lógica más honesta que otros candidatos y eso le da más credibilidad".
Una figura creíble pero ambigua
El gran punto a favor de Guillier con respecto a Piñera es su imagen de hombre cercano y creíble. Fue a un colegio público, conoce el país porque vivió en varias regiones y se casó con una mujer que ya tenía dos hijos –que crío como suyos– y con la cual tuvo un tercero.
"Tiene un liderazgo más próximo, más horizontal. Una mirada política que conecta con su lado humano. Él ha sido testigo en su vida de lo que implica estudiar en un colegio público y en regiones", dice De la Fuente.
Las fortalezas de Guillier, sin embargo, también son su debilidad. Su cercanía y credibilidad tienen que ver con su trayectoria televisiva y no con su recorrido político, que no ha dejado mayores huellas. En 2014, el diario El Mercurio le pidió a 18 senadores con experiencia que hicieran una evaluación de los congresistas recientemente elegidos como Guillier, quien asumió ese año. Sus colegas destacaron su preparación y el "buen manejo de sus intervenciones", pero también expresaron suspicacia por su persistencia en no adherirse a ningún partido recalcando que era "altamente ideológico".
La estrategia de no alinearse con nadie en un país donde las organizaciones políticas juegan un rol muy relevante, le permitió mantenerse inmune al desprestigio de la política y la crisis de representatividad que afecta a Chile, dicen los expertos. En un arriesgado movimiento, Guillier consiguió las casi 34,000 firmas requeridas para poder presentarse como independiente.
Esa apuesta también ha despertado críticas y podría jugarle en contra en la segunda vuelta, por haberlo llevado a mostrarse poco definido respecto a ciertos temas relevantes para los dirigentes del Frente Amplio. En esa coalición de izquierda, la candidata Beatriz Sánchez sorprendió al conseguir 20% de los votos en primera vuelta. Y esos son votos que Guillier necesita para ganarle a Piñera.
Dirigentes del movimiento se mostraron molestos tras el último debate televisivo por la "ambigüedad" de sus propuestas en temas como las pensiones. "Tenemos motivos fundados para ser escépticos", declaró Gabriel Boric, diputado y uno de los fundadores del Frente Amplio. Mientras, Jorge Sharpe, alcalde de la ciudad de Valparaíso, habló de la "tibieza" en el último debate.
Algunos atribuyen la falta de definición de Guillier a su poca experiencia. Otros a la necesidad de mantener las opciones abiertas para luego poder negociar en un Congreso dividido.
"En general es deseable tener una postura, pero frente a temas como los que están instalados ahora, de pronto es mejor establecer un mecanismo para la resolución de estos conflictos", dice De la Fuente.
Seguidores y detractores
Lo cierto es que a nivel personal Guillier es, en cierta medida, un candidato misterioso.
Es poco lo que se conoce de su historia familiar. Su mujer y sus hijos rara vez aparecen en público. De la pareja se sabe que se conocieron en Ecuador y que viven en una comunidad ecológica de Santiago. De su padre, Guillier heredó la masonería, pero en septiembre del año pasado decidió no participar más de las reuniones para que no lo acusen de uso político de la orden, refieren distintos reportes.
Entre quienes trabajaron con él en medios, hay distintas opiniones.
"Él a todos les dice 'chileno', 'maestro' o 'colega'. Es una persona que siempre trata bien a su entorno", dice una ex compañera de trabajo que prefiere guardar el anonimato. "Independientemente del pasar de los años, nunca dejó de ser amable, de saludar y conversar con quienes trabajaron con él".
Sus críticos, sin embargo, enfatizan en su falta de preparación y cuestionan su disposición a la hora de trabajar. Soledad Videla, actualmente periodista de la dirección de comunicaciones del Poder Judicial, trabajó con él en distintas oportunidades en los años 90. Lo recuerda como un hombre "soberbio", como un editor que no confiaba en los periodistas que estaban en el terreno y como alguien que "no reconocía cuando se equivocaba".
"Nunca logré entender por qué proyectaba esa seriedad y esa credibilidad, porque no era un hombre trabajador", dice Videla. "Llegaba a las 19 horas, se iba al casino a comer pan con palta (palabra chilena para aguacate) y a conversar. Como a las 20 horas se iba a la oficina a maquillar y leía las noticias. No revisaba las notas ni los libretos. No hacía ningún aporte".
Guillier ha logrado salir airoso de los principales errores que se le han atribuido públicamente, como el hecho de haber aparecido en un aviso para una Institución de Salud Previsional (Isapre), cuando ahora es un gran detractor del sistema privado de salud. Más polémico fue su procesamiento, mientras era director de prensa del canal Chilevisión, por haber autorizado que se filmara con cámara oculta al juez de un caso altamente mediático de prostitución infantil y de haber hecho público el video en el que el magistrado aparece visitando un sauna gay. Guillier y otros directivos del canal terminaron condenados en 2006 a 61 días de reclusión por la grabación de conversaciones privadas. Sin embargo, en 2007, la Corte Suprema lo absolvió.
Para la académica del Instituto de Asuntos Públicos Mireya Dávila, las polémicas que han marcado estas elecciones son una prueba más de que "estamos en una época en que no hay grandes liderazgos que convocan a las masas" y que los chilenos se enfrentan a un momento político incierto.
"Todos los patrones que teníamos antes no sirven para analizar la política. Lo que sí sé es que Guillier no arrastra a la gente que históricamente votó por la Concertación (hoy Nueva Mayoría) y que es de centro", dice. "Si gana, tendrá la labor de organizar la coalición de gobierno y de negociar proyectos específicos con el Frente Amplio y con la derecha en el Congreso. Pero la pregunta es qué pasa si pierde".