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    Iván Duque y Gustavo Petro, los 'ganadores' de unas elecciones en las que salió derrotada la FARC

    Las primeras elecciones legislativas sin violencia en Colombia dejan un Congreso fragmentado donde los partidos tradicionales pierden poder y el conservador Centro Democrático de Álvaro Uribe se sitúa como el ganador. La antigua guerrilla de las FARC sufre una derrota inapelable mientras se escenifica la polarización que hay en la sociedad.
    11 Mar 2018 – 09:15 PM EDT
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    BOGOTÁ, Colombia.- Colombia ha celebrado este domingo las elecciones legislativas más seguras de su historia: por primera vez no ha ocurrido ningún incidente violento grave. Este día también será recordado como el comienzo de una inédita contienda política entre la izquierda y la derecha en un nuevo escenario tras la firma de la paz con la guerrilla de las FARC a finales de 2016. La polarización ha propiciado la formación de un Congreso muy fragmentado, donde se escenificará el duelo de alianzas para alcanzar la presidencia este año.

    El primer pulso lo ha ganado el partido conservador Centro Democrático liderado por Juan Manuel Santos. Su candidato para la presidencia, Iván Duque, ha superado los cuatro millones de votos en la consulta organizada por la derecha (67.7 % del total), superando con amplitud a los otros dos aspirantes: Marta Lucía Ramírez, líder del Partido Conservador, y al exprocurador Alejandro Ordóñez.

    Se postula como favorito en las presidenciales: un apoyo tan alto podría ser un caudal suficiente para llegar a la segunda vuelta del 17 de junio (la primera es el 27 de mayo) y, una vez ahí, aglutinar el voto conservador para asaltar el poder. La consulta simultánea convocada por la izquierda ha reafirmado a Gustavo Petro con holgura: un 84.7 % de los votos frente al abogado Carlos Caicedo.

    La clave está en la diferencia en los apoyos, Duque le saca a Petro más de un millón de votos. Y, aun más importante, la derecha ha demostrado una mayor capacidad de movilización: para su consulta han votado (entre los tres candidatos) más de 6 millones frente a los 3.5 millones que han respondido al llamado de la izquierda, en un electorado de 36.5 millones de personas.

    "Nuestro movimiento nació hace pocos años, pero hoy hemos demostrado que formamos una coalición para toda Colombia. Somos el partido de la mano firme y el corazón grande", ha dicho Duque al confirmarse su victoria entre ovaciones y vítores de sus simpatizantes. A su lado estaba la plana mayor del conservadurismo colombiano, desde el expresidente Andrés Pastrana hasta Marta Lucía Ramírez, a quien ha presentado como su fórmula para la vicepresidencia.

    Iván Duque destaca por su perfil economista, colaboró como asesor en el Ministerio de Hacienda con Santos y trabajó en Washington en el Banco Interamericano de Desarrollo. Reivindica a iconos liberales como Bobby Kennedy y ha sido comparado con líderes europeos como el francés Emmanuel Macron y el español Albert Rivera por su juventud (tiene 41 años) y un mensaje donde se dibuja a sí mismo como el emblema de una nueva política frente a los partidos tradicionales.

    Su perfil conservador (sigue bajo la protección de Uribe) contrasta con el de Gustavo Petro, quien fuera guerrillero del M-19 además de exalcalde de Bogotá entre 2012 y 2015. Su discurso apunta a la izquierda y así ha conseguido aglutinar el rechazo popular en Colombia hacia las élites, canalizando ese malestar ciudadano generado por la corrupción y la desigualdad. Sus detractores le acusan de populista, pero ha demostrado ser un poderoso orador y saber sacar partido de las redes sociales.

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    Venezuela en el centro de la campaña

    Las campanadas de la catedral de la Plaza Bolívar marcaban las doce del mediodía y nada parecía anunciar la celebración de una jornada electoral histórica, la primera sin guerra en más de 50 años. En el escenario que simboliza el centro del poder en Colombia, a unos pasos del Palacio Nariño del presidente, el sol calentaba mientras los vendedores ambulantes de mazorcas de maíz asadas, raspaos, salpicones y otras golosinas deambulaban bajo la mirada cansada de las palomas.

    "El país tiene miedo a mirarse en el espejo de Venezuela", dice Paola Gómez a su exmarido, Emir Cabrera. Ambos rondan los 40 y se han acercado hasta el puesto de votación en el Palacio Liévano que da a la Plaza Bolívar, en el centro histórico de la Candelaria, junto a una veintena de de su familia. "Nosotros ya sólo hablamos para discutir de política y porque tenemos un hijo en común", bromean.

    Él va a votar por los Verdes y el Polo Democrático en el Senado y la Cámara de Representantes, y quiere que las fuerzas de izquierda "roben protagonismo al poder tradicional". Ella cree que la derecha se va a fortalecer porque "da mucho miedo lo que está pasando con nuestros vecinos venezolanos".

    Su discusión refleja bien la división que se vive en Colombia. Este domingo se ha demostrado que va más allá del proceso de paz con las FARC: es una disputa entre dos bandos más amplios, que podrían identificarse con la izquierda y la derecha, y donde la crisis venezolana caracterizada por una economía hiperinflacionaria, escasez crítica de productos básicos y medicinas, control político del presidente Nicolás Maduro y éxodo masivo se ha colado en el centro del debate.


    A esa misma hora, en los barrios del norte donde viven los estratos altos (en Colombia existe una división de clases sociales por estratos, cuanto más alto, más poder adquisitivo), unas señoras gritan enojadas en su colegio de votación del centro comercial Unicentro. "¡Tarjetones, tarjetones!". Protestan porque se han acabado las papeletas para elegir al candidato de la derecha. Quieren votar por Iván Duque.

    En 35 puestos de votación de las grandes ciudades se ha repetido esa escena desde las 12 del mediodía: en Cali, en Medellín, en Manizales y en Barranquilla no había tarjetones para votar por los candidatos presidenciales. En la televisión han aparecido testimonios de ciudadanos enfurecidos pidiendo la dimisión de los responsables de la Registraduría Nacional y acusando al Gobierno de fraude electoral.

    Esos votos no sólo sirven para elegir al favorito de la izquierda y de la derecha, sino que cada papeleta es dinero que cada candidato podrá utilizar después en la campaña electoral para las presidenciales. Desde el Centro Democrático han denunciado la situación y Gustavo Petro se ha sumado a las protestas, argumentando que las suyas también habían sido escondidas. Al final se han aceptado fotocopias del original, siempre que estuvieran firmadas por el jefe de mesa en cada colegio electoral.

    "Es grave que un ciudadano no pueda ejercer su derecho al voto", opina Alejandra Barrios, directora de la Misión de Observación Electoral, un organismo independiente que vigila las elecciones. "Al margen de este incidente, que no queremos minimizar, ha sido una jornada tranquila, las primeras votaciones en Colombia sin violencia". Dice que la guerrilla del ELN, la más grande del país tras la desaparición de las FARC, así como el Clan del Golfo (un poderoso clan paramilitar que controla el narcotráfico) han respetado la jornada sin realizar acciones armadas.

    "Sin embargo hay un déficit grande en cultura ciudadana, los propios partidos políticos son cómplices de gran parte de las 1.500 denuncias que hemos recibido". Han reportado acciones ilegales como la compra de votos en plena calle y el reparto de propaganda electoral en los puestos de votación. En la ciudad de Tumaco, en el Pacífico colombiano, han tenido que llamar a la fuerza pública porque el fraude en los colegios se había desbordado desde primera hora.

    Las FARC caen en el olvido

    Si histórica era la presencia en las elecciones legislativas de Colombia del partido político de las FARC, la guerrilla más antigua y poderosa de América, su enorme batacazo también pasará a la Historia. Sus estimaciones más optimistas calculaban un millón de votos, pero distintos analistas imparciales bajaron esa cifra a 300,000.

    El resultado les deja en el olvido: apenas 52,500 votos para el Senado y 32,600 en la Cámara de Representantes, donde se iba a medir el apoyo real de las poblaciones en las que ejercieron como única autoridad durante el último medio siglo. No han alcanzado ni de cerca el umbral de 400,000 votos para tener asiento en el Senado, pero durante los próximos cuatro años tendrán cinco escaños garantizados en cada cámara como parte de los acuerdos.

    La paz no debería estar en peligro: más allá de que los exguerrilleros no están dispuestos a volver a las selvas a luchar, las formaciones que encabezaron la campaña por el No en el Plebiscito de 2016 (el Centro Democrático, Cambio Radical y el Partido Conservador) no han logrado una mayoría suficiente como para tumbar el acuerdo; entre los tres, suman 50 escaños en el Senado, justo la mitad.


    Por otra parte, se confirma la derrota del viejo bipartidismo: liberal y conservadores, que hasta ahora sumaban 101 congresistas, bajan a 85 asientos. El Centro Democrático arrebata al liberal el primer puesto como partido más votado, con 51 escaños entre las dos cámaras para la formación de Uribe, que se convierte en el senador más votado en la historia de Colombia. Su formación queda como la ganadora pero por escaso margen, ninguna alcanza el 20%.

    La otra gran novedad es la irrupción de varias fuerzas alternativas que han logrado varios escaños: la Alianza Verde, el Polo Democrático Alternativo, la Lista de la Decencia de Petro y el Partido MIRA, a los que se suman los 10 asientos de FARC. Todos ellos han quitado poder a las formaciones tradicionales y formarán una oposición fuerte. El partido en el poder de Santos, el de la U, sale debilitado en favor del Cambio Radical de Vargas Lleras.

    El futuro de la nueva Colombia en paz comienza a redibujarse tras las votaciones de este domingo, que han registrado más de un millón de votos nulos en cada cámara y una abstención cercana al 51%. Ante la falta de un partido con mayoría absoluta, el nuevo presidente que sustituya en el cargo a Santos el próximo 7 de agosto tendrá que ser capaz de tejer una red fuerte de alianzas.

    En esa ecuación jugará un papel destacado el votante indeciso: si se decanta por el uribismo conservador en torno a Iván Duque, por la izquierda anti-establishment que encarna Gustavo Petro o por alguno de los candidatos que ocupan un centro aún difuso, como Sergio Fajardo, Humberto de La Calle y Germán Vargas Lleras. Este lunes empieza la verdadera carrera presidencial, donde se irán despejando todas las incógnitas.

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