María Julia Chavarria y Antonio Chavarria junto al ataúd que contiene los restos de sus parientes, Petrona Chavarria y Vilma Ramos, víctimas de la masacre de El Mozote. Tras la matanza, los cuerpos de las víctimas se pudrieron en la intemperie y otros tantos fueron devorados por animales. Crédito: José Cabezas/Reuters
Un cráneo humano desenterrado por el equipo de forenses que trabaja en Meanguera, uno de los caseríos donde fueron asesinados cientos de civiles. Desde 1991, el equipo de Antropología Forense de Argentina ayuda en las exhumaciones, en un esfuerzo por identificar a las víctimas, olvidadas por los políticos y la sociedad durante décadas de silencio oficial. Crédito: José Cabezas/Reuters
de la familia Torres Ramos junto a los restos de sus familiares rescatados luego de 35 años. Hasta la fecha han recolectado los cuerpos de 400 personas en la zona que aún se sigue explorando. Un trabajo que ha cobrado visibilidad en El Salvador con el 25 aniversario de los acuerdos de Paz firmados en 1992. Crédito: José Cabezas/Reuters
Miriam Márquez lleva en sus manos el vestido de un familiarizar encontrado en una fosa común. Las víctimas de la matanza habían sido acusadas de colaborar con "los comunistas" del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), el ahora partido de gobierno, en su lucha a muerte contra los militares financiados por Estados Unidos durante la Guerra Fría. Crédito: José Cabezas/Reuters
Según un informe de la Comisión de la Verdad, varios altos mandos de las Fuerzas Armadas estuvieron implicados en el llamado "operativo de contrainsurgencia", incluyendo el general José Guillermo García, ex ministro de Defensa entre 1979 y 1983 (en la foto durante una audiencia de la corte) y otros altos mandos de la época. Crédito: JOSE CABEZAS/Reuters
García, de 82 años, fue deportado el año pasado desde Estados Unidos y llevado en marzo a tribunales para responder por El Mozote, aunque también es señalado por otros crímenes como elasesinato del arzobispo de San Salvador Óscar Romero, así como por la muerte de cuatro monjas estadounidenses. Crédito: José Cabezas/Reuters
Habitantes de La Joya trasladan los cuerpos de las víctimas de la masacre al cementerio local. "Lo que queremos es que se haga justicia", dijo a Reuters José Márquez, de 58 años, quien perdió a sus padres y hermanos en la masacre. "Los hechores (autores), algunos murieron pero otros están vivos y siguen libres", agregó en la ceremonia. Crédito: José Cabezas/Reuters