"Fue como cuando un pelícano se tira al mar", cuenta un vecino que vio caer al avión accidentado en Cuba

LA HABANA, Cuba. - Dos horas después de que un avión se estrellara este viernes en unos campos de cultivo de La Habana, Ubaldo Fuentes, un trabajador de la cooperativa “1ro de mayo” del municipio Boyeros, comenzó a recordar. La onda expansiva que generó el impacto del Boeing 737-200 con la tierra lo tumbó y le hizo perder el conocimiento.

Más tarde, ya en su casa junto a u esposa María Elena, de 63 años, le viene a la mente la escena fugaz. Ubaldo vio al avión trastabillar en el aire. Dice que se jorobó para un lado, luego para el otro y que finalmente le pasó por encima de él con un ala hacia arriba y la otra hacia abajo: “Nunca se me irá esa imagen, fue como cuando un pelícano se tira al mar de cabeza a pescar, pero esto era un pájaro gigante. Después fue que sentí el empujón por la espalda y supongo que caí y me di con algo. La explosión no la vi”, cuenta.

Lo que el hombre vio fue cómo un avión que debía cubrir la ruta entre La Habana y Holguín con más de 110 personas a bordo se precipitó poco tiempo después de despegar del aeropuerto internacional José Martí. La aeronave, que pertenecía a la aerolínea mexicana Damojh y había sido rentada por Cubana de Aviación, se incendió parcialmente y quedó convertida en un amasijo de hierros. Solo tres mujeres sobrevivieron al impacto.

La esposa de Ubaldo, María Elena, estaba cocinando en el momento del accidente. La puerta de su casa estaba semiabierta y comenzó a temblar sin parar, dando portazos. La comida se fue al suelo junto con una mesita de madera que tenía encima un florero. Ella cayó de rodillas y a su lado vio que la foto de boda de ella y Ubaldo, de hace 26 años, estaba también en el suelo, pero intacta. En ese momento pensó en él, que todos los días a esa hora detiene el trabajo en el surco para ir a casa a almorzar y salió corriendo a buscarlo.

Eran las 12:08 del mediodía. Un cono negro picaba el cielo gris de estos días de mal tiempo en La Habana. “Había una humareda terrible. No se veía nada. El fuego estaba casi al nivel de los árboles más altos”, cuenta María Elena.

Poco después comenzó a escuchar sirenas a lo lejos y vio pasar a los primeros camiones de bomberos y a dos carros del comando de “Rescate y Salvamento”. Algunos vecinos de la zona también corrían hacia el lugar del accidente. “El fuego se veía justo por la línea del tren, por donde viene todos los días Ubaldo”, dice. Unos metros más adelante lo vio tirado en la tierra, con vida.

Cuando María Elena lo encontró estaba totalmente inconsciente, abrió los ojos después de par de golpes fuertes en la cara. “Un vecino me ayudó a traerlo hasta la casa y no fue hasta ahora que empezó a acordarse de las cosas, porque venía con los ojos abiertos y hablando sin sentido”, dice María Elena.

A las 3:30 de la tarde, Ubaldo está sentado en el suelo de la sala de su casa, descalzo, con una camisa verdeolivo con los botones abiertos y un pantalón beige embarrado de tierra. Tiene la cabeza apoyada en los muslos de María Elena, quien le pasa suavemente la palma de su mano por la nuca. Ambos están sucios y huelen a humo, sus rostros son puro sudor. Ubaldo tiene un golpe en la cabeza con un poco de sangre, provocado por el trastazo que lo noqueó al caer.

Un accidente en medio de la crisis de Cubana de Aviación

Poco después del accidente, desde el lugar del siniestro, Miguel Díaz-Canel, presidente del Consejo de Estado y de Ministros de Cuba, lamentó en declaraciones a la televisión nacional el “lamentable accidente". "Las noticias no son nada halagüeñas porque hay un alto número de fallecidos, por tanto, en nombre del gobierno cubano y del partido lamentamos el hecho y nos sumamos a las condolencias a las familias afectadas”, lamentó.
En la aeronave volaban 110 personas, seis tripulantes —todos mexicanos— y 104 pasajeros. Entre ellos un bebé y cuatro niños. Las tres mujeres que fueron trasladadas al hospital Calixto García permanecen en estado crítico.

“La última semana ningún vuelo nacional había salido porque de los cinco aviones de Cubana de Aviación solo había uno disponible, los otros cuatro están rotos. Por eso es que rentaron este avión”, dice Alberto Ferrer, maletero de la terminal 1 del aeropuerto José Martí, desde donde salió el Boeing 737-200.

Mientras este sábado comenzaron a llegar los familiares de las víctimas al Instituto de Medicina Legal de La Habana para identificar a los fallecidos, los investigadores recuperaron "en buenas condiciones" una de las cajas negras del avión accidentado, según informó el ministro de Transporte, Adel Yzquierdo.

La tragedia ha hecho también poner la vista sobre los problemas de la aerolínea que operaba el vuelo accidentado. Desde finales de 2017 y durante el primer semestre de este año, Cubana de Aviación ha sido blanco de fuertes críticas de la población por las constantes cancelaciones de vuelos nacionales.

Un taxista acostumbrado a hacer rutas hacia el aeropuerto afirma: “La semana pasada yo traje hasta aquí a tres clientes distintos y todos se fueron hacia oriente en guaguas porque no habían aviones para volar. No importaba si tenías el pasaje comprado. Cubana de Aviación los transportó en un ómnibus Transtur”.

El accidente del Boeing 737-200 viene además a engordar una ya amplia lista de sucesos aéreos donde se ven implicadas aerolíneas cubanas. El más reciente sucedió en abril de 2017, cuando un avión AN-26 perteneciente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) embistió contra una montaña en Artemisa y murieron sus ocho tripulantes, militares todos.

En 2010, una nave de Aero Caribbean cayó en Santi Spíritus dejando un saldo de 68 fallecidos. 126 fueron las víctimas de otro percance ocurrido en 1989 cuando un vuelo procedente de Italia se estrelló cerca del aeropuerto José Martí.

Debido a la tragedia, el Consejo de Estado decretó duelo nacional desde las 6:00 horas del 19 de mayo hasta las 12:00 de la noche del 20 de mayo. El accidente es un duro golpe al gobierno de Díaz-Canel que daba sus primeros pasos en el mandato.

Además de las pérdidas humanas, el siniestro daña la imagen de la isla, que tiene en el turismo —con los 2,000 millones de dólares anuales que genera— uno de los pocos renglones económicos salvables dentro de una economía depauperada.

Imágenes de terror inmortalizadas en los smartphones de los vecinos

Mientras, los vecinos de la zona siguen incrédulos por lo que vieron el viernes. “La gente de aquí, de los caseríos cercanos, se van a tener que mudar si se siguen cayendo los aviones como mierda de pájaros”, dice Emilia Puig, 51 años, vecina del reparto “Alturas del aeropuerto”.

Emilia está dentro de un tumulto de decenas de personas que se encuentra a una distancia prudencial de la línea del tren que lleva al lugar de los hechos. Toda esta gente acaba de salir de los matorrales por indicación de las autoridades.

“Llegamos hasta ahí para ayudar a socorrer. Te aseguro que de ahí nadie se salva. Todos son muñecos en pedazos”, dice Marcos Morales que estuvo en el sitio del siniestro.

Marcos me muestra en su celular varios videos y fotos. Las imágenes son desagradables en extremo, conmovedoras.
En uno de los videos cinco hombres cargan por las extremidades a un pasajero desplomado y ensangrentado. Los gritos de “levántenle la cabeza, levántenle la cabeza” se escuchan a pesar del chirrido insoportable de las sirenas de carros bomberos y ambulancias. En otro se ve cómo alguien arde en llamas entre unos arbustos.

Hay una foto donde una mujer de tez negra yace en encima de la hierba, sin alma, y le falta una pierna. En otra, dos cuerpos se ven calcinados. Pero hay otras dos instantáneas aún más fuertes: la de un niño desfigurado, al que le faltan sus dos tibias; y la del cadáver de un hombre al que solo le queda el torso y lo tiene abierto.

“Por eso hay que beber, divertirse y gozar, porque uno no sabe cuándo te va a tocar la hora”, dice Marcos y se marcha mirando su Smartphone.

El sonido inconfundible de los motores de un avión en el aire se siente a lo lejos. Se acerca poco a poco hasta sobrevolar la zona. La gente mira hacia los nubarrones grises, lo ven pasar. El aeropuerto José Martí no ha dejado de operar.