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    La desolación de tener a un familiar entre los más de 92,000 desaparecidos en México

    Tres familiares narraron a Univision Noticias lo que es buscar a un hijo o un hermano en fosas clandestinas, en depósitos forenses y en bases de datos durante años en un momento en que las cifras oficiales de desaparecidos en el país, registradas desde 1964, se acercan a las 100,000 víctimas.
    10 Oct 2021 – 01:23 PM EDT
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    La Bartolina es un predio ubicado a unas cuantas millas de la frontera con desaparecidos y sus familias desde la década de 1960 en México.

    De 2017 a la fecha, en ese pantanoso lugar cercano a la norteña ciudad de Matamoros, Tamaulipas, se han encontrado media tonelada de restos humanos —vértebras, trozos de caderas, fémures calcinados y objetos personales— que forman parte del macabro rompecabezas que componen las historias de más de 92,000 personas que, según el Registro Público del Consejo Nacional de Búsqueda, se encuentran desaparecidas en el país desde 1964.


    El pasado mes de agosto, Delia Quiroa ingresó a La Bartolina, conocido como "el campo de exterminio" del crimen organizado, tras solicitar “permiso” a los grupos de la delincuencia organizada que controlan la zona a través de un video en el que también solicitaba “una tregua de paz” para buscar indicios sobre el destino de su hermano Roberto, desaparecido en 2014.

    En conversación con Univision Noticias, Quiroa aseguró que lo único que quiere saber es qué sucedió con su hermano, quien fue secuestrado tres veces en la misma ciudad de Reynosa, dos en 2013 y la última, de la fue víctima junto a su madre, en 2014.

    Delia Quiroa, quien abandonó la ciudad de Reynosa desde el primer secuestro de su hermano, dijo desde algún punto del país que la última vez que su hermano fue privado de su libertad intentó sin éxito que las autoridades, locales y federales, le ayudaran a encontrar a él y a su madre.


    Fue en la Semana Santa de 2014 cuando su madre apareció en la Ciudad de México luego de que un transportista la llevara desde Tamaulipas. Tras el encuentro, ambas fueron a realizar una denuncia sobre lo que le había ocurrido a su madre y a realizar la petición a las autoridades para que buscaran a su hermano, pero “no nos hicieron caso”.

    Las dos mujeres, en agosto de ese año, decidieron comenzar una huelga de hambre afuera de la oficina de secuestros de la entonces Procuraduría General de la República para presionar a las autoridades. La protesta coincidió con el Día del Desaparecido y una marcha que, para su fortuna, ayudó a que los atendiera un funcionario, quien les prometió que irían a buscar a su hermano.

    Las autoridades planearon un operativo en Tamaulipas en el que la madre de Roberto Quiroa acompañaría a un comandante de la policía federal ministerial para identificar una casa de seguridad. No obstante, Delia Quiroa narró que cuando llegaron a la base de la Marina que los apoyaría “ya no quisieron ir al ver la foto de mi hermano” porque lo reconocieron en una foto y, al tercer día volvieron a la capital.

    “Después nosotros nos enteramos por una señora que les lavaba la ropa a ellos (a los marinos) que había habido un enfrentamiento en la Jarachina (un popular barrio de Reynosa) y que a mi hermano lo traían amarrado en una camioneta y que no pudo correr porque lo traían amarrado junto con otro muchacho”.


    Quiroa cuenta que desde entonces no existe rastro alguno de su hermano. “Solo una nota periodística, dos o tres que yo vi”.

    La también activista recordó que tras sufrir el primer secuestro, su hermano le había contado a ella y a su mamá que ahí donde lo habían llevado era La Bartolina. “Así como él nos lo describió, era La Bartolina y que de ahí se lo habían llevado a un rancho y que lo habían llevado a ver a ‘Mario Pelón’ (el líder de un grupo criminal) y que había marinos y policías federales”, acotó.

    Durante todos estos años, Quiroa dijo que ha explorado en un par de ocasiones el predio de 1.1 millas cuadradas. No obstante, el último recorrido, realizado en agosto pasado, lo hizo acompañada de otros familiares, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos mexicana, la Comisión Nacional de Búsqueda y militares.

    Delia Quiroa contó que en todos estos años también recibió una pista por Twitter que la condujo a otro rancho tamaulipeco llamado La Calichera, donde le dijeron que una persona conocida como “El Güero” había llevado a su hermano. “Ahí encontramos unos restos, pero hasta la fecha no sabemos si son de él o no”.

    Cuerpos sin identificación

    Giovanni Barrios Moreno ha buscado por más de una década a su hijo en México. Este hombre convertido en activista de personas desaparecidas también por necesidad aseguró a Univision Noticias que las autoridades mexicanas tienen casi 55,000 cuerpos bajo su resguardo; “sin embargo, no han hecho lo necesario para poderlos identificar”.

    “Es muy lamentable que el tiempo siga pasando y no veamos avances salvo que el gobierno de primer nivel dice ahora que hay todo lo necesario para llevar a cabo la localización de las personas, pero de ahí abajo nadie hace nada para localizarlos”, mencionó.


    Barrios Moreno, cuyo hijo Giovanni Barrios Hernández, fue secuestrado el 24 de abril de 2008 a la edad de 13 años siendo ciudadano estadounidense se preguntó para qué quieren seguir encontrando cuerpos si no los van a poder identificar genéticamente. “La problemática la tenemos en la no identificación de los cuerpos que ya tiene el estado”, señaló.

    Las declaraciones de Barrios Moreno hechas el pasado miércoles por la tarde coincidieron con la visita ese día al Senado mexicano de Karla Quintana, encargada de la Comisión Nacional de Búsqueda de México (CNB), una institución creada por la lucha de las familias a partir de la publicación de la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas en noviembre de 2017, a la Comisión de Derechos Humanos de la cámara alta.

    En su comparecencia, Quintana informó que, al corte del lunes 4 de octubre, “estamos hablando de 92,794 personas reportadas como desaparecidas oficialmente. No se trata de cifras, se trata de personas, se trata de decenas de miles de familias que a veces están esperando a más de una persona en sus casas a que regresen”, apuntó.

    “Esta es la cifra oficial”, añadió. “Sabemos, por lo que nos dicen las familias diariamente en campo que esta cifra puede ser mucho más alta en virtud de la desconfianza que se tiene para denunciar las desapariciones”.

    Al respecto, Delia Quiroa aseguró que durante la última visita a Tamaulipas se acercaron más personas para buscar a sus familiares en La Bartolina, pero que no pudieron pasar porque 7 de cada 10 no tenían denuncias levantadas ante ninguna autoridad.

    “Imagínese, esa cifra que usted tiene de casi 100,000 desaparecidos se triplica. La gente no denuncia”, señaló.

    ¿Dónde está?

    Para Ana María Maldonado, madre de Carlos Palomares Maldonado, quien fue desaparecido en la Ciudad de México el 22 de septiembre de 2010 a los 34 años cuando llevó a entregar unas figuras de Star Wars por un vehículo, la denuncia y el reclamo a las autoridades no ha significado una gran diferencia.

    “Es como si se lo hubiera comido la tierra”, explicó la señora Maldonado a Univision Noticias. “He pedido justicia para Carlos. Ya llevó tres sexenios (mandatos presidenciales), no hacen nada. Ahorita el actual gobierno tiene mucha responsabilidad por la omisión”.

    La mujer de 68 años compartió que en una década en que Carlos Palomares ha estado ausente se ha detenido únicamente a una persona que después salió libre por la mala integración de los expedientes de los ministerios públicos, lo que evidencia otro problema que es el de la deficiencia al momento de llevar a cabo las investigaciones.

    Igual que las otras familias, Maldonado aseguró que ella ha pasado hasta por la Suprema Corte mexicana, pero le respondieron que no encontraban elementos en el expediente.


    “Me han violado muchísimo mis derechos humanos. Yo estoy en la idea de irme a la Corte Interamericana de los Derechos Humanos para que el estado me responda qué pasó con mi hijo. Yo solo quiero saber qué pasó con mi hijo”, recalcó. “Ahora las autoridades locales están investigando un poquito el paradero de mi hijo, casi a los 11 años, cuando se desvanecen pruebas”.

    En un país plagado de fosas clandestinas, tantas que el territorio se asemeja a un camposanto, las familias coinciden en que el gobierno es, y ha sido, el responsable de la desaparición de sus seres queridos.

    “El gobierno es el responsable, ya sea por acción u omisión”, dijo Delia Quiroa. “En el tiempo de la Guerra Sucia fue por acción por todas las protestas que existieron por los movimientos que existieron y que el gobierno los reprimió y desaparición.

    “Actualmente, a partir de que los Zetas se separan del Cartel del Golfo, lo que a mí me tocó vivir, se da la desaparición por la omisión del gobierno, porque no hacen nada. Uno va y denuncia y ellos no hacen absolutamente nada”, concluyó Quiroa.

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