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    La crisis de Honduras amenaza con regresarla a su imagen de "república bananera"

    Tres semanas después de una elección fallida, las protestas callejeras y las acusaciones de fraude han generado dudas sobre cualquier posibilidad de obtener un resultado creíble de las elecciones del 26 de noviembre. La inestabilidad a largo plazo podría generar un aumento en la migración, advierten los analistas.
    17 Dic 2017 – 02:41 PM EST
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    El candidato presidencial opositor Salvador Nasralla está llamando a más protestas. Las pérdidas económicas se calculan en 63 millones de dólares, según la Cámara de Seguros hondureña. Crédito: Efe

    Tres semanas después de una elección fallida, Honduras parece estar en el peligro de regresar a su imagen centenaria de 'república bananera' original, en la que un caudillo respaldado por Estados Unidos pisotea la democracia y Estados Unidos hace de la vista gorda.

    Al menos ésa es la peligrosa percepción que está creciendo en las calles de Honduras, según analistas políticos.

    "Existe un sentimiento muy antiestadounidense a causa del doble rasero que mucha gente ve en la conducta de Estados Unidos", dijo Víctor Meza, analista político y director del Centro de Documentación de Honduras (CEDOH), quien comparó la dócil política estadounidense en Honduras con su fuerte denuncia de los líderes izquierdistas de la región.

    El domingo, el presidente Juan Orlando Hernández fue declarado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) ganador de las elecciones del 26 de noviembre, entre alegaciones de fraude de la oposición. De acuerdo con el recuento oficial, Hernández ganó con el 42.95 % frente al 41.42 % de su competidor Salvador Nasralla, quien puso en duda el resultado y afirmó que no lo reconocería.

    El Departamento de Estado de EE UU ha hablado poco sobre las agitadas elecciones, desatando especulaciones sobre si sus estrechos lazos con Hernández -un aliado clave de los EE UU en cuanto a seguridad y políticas migratorias- influían en su silencio.

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    Las protestas desde las elecciones han resultado en la muerte de 16 personas y 1,675 detenciones, según la comisión de derechos humanos del país.

    En un giro trágico de la crisis política, la hermana de Hernández y asesora clave murió el sábado en un accidente de helicóptero. Hilda Hernández, sirvió en el gobierno como Ministra de Comunicaciones, y su muerte podría causar una pausa temporal en las protestas.

    Pero después del anuncio del resultado del domingo, la oposición convocó protestas en todo el país y Nasralla voló a Washington para reunirse con el Departamento de Estado y la Organización de Estados Americanos.

    Honduras, un país desesperadamente pobre con una población de algo menos de 10 millones de personas, es uno de los mayores receptores de ayuda exterior de Estados Unidos en América Latina, en gran parte debido a la violencia de pandillas profundamente arraigada y el tráfico de drogas que han provocado la migración masiva hacia Estados Unidos.

    Los críticos señalan que el Departamento de Estado ha manejado la crisis de forma muy torpe. El fin de semana pasado, la jefa adjunta de la embajada de Estados Unidos en Tegucigalpa, Heide Fulton, compareció en una conferencia de prensa junto al presidente del Tribunal Supremo Electoral, David Matamoros, un aliado cercano de Hernández y blanco de duras críticas por su manejo de la elección.

    Alegando que ella estaba allí "para observar este importante proceso", su presencia avivó las preocupaciones sobre el papel de Estados Unidos en Honduras. Fulton habló de la importancia de llegar a una conclusión "creíble y transparente" para las elecciones "que refleje la voluntad del pueblo hondureño".

    Pero sus palabras aparentemente imparciales no fueron suficientes para alterar la torpe visión de que un alto funcionario estadounidense haya aparecido junto a una de las figuras menos confiables del país.

    Problema de percepción

    "Hay un problema de percepción. El pueblo hondureño cree que la istración Trump apoya al presidente Hernández, cuando, de hecho, debemos apoyar un proceso libre y justo, no a un candidato en particular", dijo a Univision el senador estadounidense Patrick Leahy, una de las voces más influyentes del congreso sobre política exterior.

    El veterano demócrata de Vermont, que es vicepresidente del Comité de Apropiaciones del Senado, señaló que "hay media docena de elecciones planeadas en América Latina para el próximo año (incluyendo Brasil, México, Venezuela y Colombia) y es importante que Estados Unidos haga las cosas bien, dado nuestro historial de injerencia en esa parte del mundo".

    En lo que los críticos consideraron otro error, dos días después de las elecciones, el Departamento de Estado aprobó el gobierno de Hernández para futuros financiamientos por parte de Estados Unidos, certificando que estaba cumpliendo con las condiciones de derechos humanos y haciendo esfuerzos para mejorar la transparencia y combatir la corrupción.

    "No creo que nuestro país esté tratando de manipular el conteo de votos. Pero a veces la percepción es tan importante como la realidad", dijo Leahy, quien hizo un llamado al Secretario de Estado, Rex Tillerson, para que explicara la postura de Estados Unidos.

    "Debería hacer una declaración inequívoca de que no favorecemos a ningún candidato, y que no apoyaremos el resultado a menos que sea reconocido y aceptado por los observadores internacionales como el resultado de un proceso justo y transparente. De lo contrario, la percepción será que Estados Unidos no hizo lo que debería haber hecho, el pueblo hondureño seguirá profundamente dividido, y el país enfrentará un futuro muy difícil", dijo.

    La 'república bananera' original

    Como destacó Leahy, la historia de Estados Unidos en la región está viciada por su apoyo a los regímenes represivos de derecha.

    El término "república bananera" se remonta a principios del siglo pasado y fue acuñado por un ingenioso autor estadounidense, O. Henry, que visitó Honduras y observó la enorme influencia de las corporaciones multinacionales estadounidenses de frutas, como la United Fruit Company.

    En 1911, el empresario de Alabama Sam 'the Banana Man' Zemurray conspiró para derrocar al gobierno de Honduras e instalar un gobierno militar favorable a las empresas estadounidenses exportadoras de fruta.


    Décadas más tarde, en 1975, otro propietario de una empresa frutícola estadounidense, Eli Black, estuvo implicado en un soborno de 2.5 millones de dólares al presidente hondureño Oswaldo López Arellano para reducir los impuestos a las exportaciones de plátanos. Black es famoso también por haberse suicidado, al lanzarse desde el 44º piso de un rascacielos de Manhattan.

    En la década de 1980, la nación centroamericana fue denominada 'USS Honduras' debido a la gran presencia de agentes de la CIA y asesores militares estadounidenses involucrados en la guerra encubierta de los Contras contra el régimen izquierdista sandinista en Nicaragua. En ese momento, Estados Unidos también estaba profundamente involucrado en guerras civiles en El Salvador y Guatemala, así como en la aparición del caudillo militar Manuel Noriega en Panamá.

    Las naciones centroamericanas firmaron un histórico acuerdo de paz en Guatemala en 1987, desafiando la presión de la istración de Ronald Reagan que quería más concesiones de los sandinistas. Le valió al presidente de Costa Rica, Oscar Arias, el Premio Nobel de la Paz.

    Pero la paz se convirtió en una nueva pesadilla ya que la región fue azotada por las pandillas callejeras, o 'maras'; el producto de la pobreza extrema y el descuido del estado, pero también alimentadas por la deportación de de pandillas desde las cárceles estadounidenses.

    Para el año 2014, Honduras tenía la tasa de homicidios más alta del mundo.

    "Un aliado incómodo"

    En los últimos años, la pobreza y la violencia en Honduras han llevado a la migración masiva de decenas de miles de hondureños que buscan refugio en Estados Unidos, muchos de ellos menores no acompañados.

    Como resultado, Estados Unidos ha trabajado estrechamente con Hernández para tratar de restablecer el orden y brindar una mayor asistencia en materia de seguridad, especialmente para la capacitación policial. En el proceso, Hernández sostuvo reuniones frecuentes con John Kelly, el comandante del Comando Sur de Estados Unidos y ahora jefe de gabinete del presidente Trump.

    Kelly se convirtió en un visitante tan frecuente que los medios hondureños en 2015 lo citaron diciendo que se sentía como "un ciudadano hondureño". ("Me siento como un ciudadano más, como vengo con frecuencia a este país, comentó".)

    Hernández también es conocido por presumir de su relación especial con Estados Unidos, especialmente de su amistad con Kelly.

    Un comunicado de prensa luego de una reunión en marzo de 2017 entre Hernández y el entonces jefe de Seguridad Nacional Kelly, señaló que "ambos líderes enfatizaron la estrecha relación entre el Departamento de Seguridad Nacional y el gobierno de Honduras y expresaron su entusiasmo por su colaboración compartida en el futuro".

    "Hernández ha sido un aliado muy dócil en la estrategia de seguridad regional de Estados Unidos, por eso Estados Unidos lo ve favorablemente", dijo Meza, el analista hondureño. "Pero al mismo tiempo, es un aliado incómodo".

    Funcionarios de Estados Unidos le dan crédito al gobierno hondureño por reducir la violencia gracias en gran parte al financiamiento estadounidense para la capacitación policial. En junio, Kelly llegó al punto de catalogar el progreso de Honduras y sus vecinos de "un milagro".

    Pero a los analistas les preocupa la corrupción generalizada de las drogas y su influencia sobre la política hondureña. En septiembre, el hijo del ex presidente, Porfirio Lobo, fue sentenciado a 24 años en una prisión estadounidense por conspiración para importar cocaína.

    El viernes, Yani Rosenthal, un prominente político de una de las familias bancarias más poderosas del país, fue sentenciado a tres años de prisión luego de declararse culpable de un cargo presentado por Estados Unidos por lavado de dinero. Su primo, Yankel Rosenthal, ex ministro de inversiones del gobierno de Hernández, también está acusado en el mismo caso.

    El hermano de Hernández, el legislador y abogado hondureño Antonio Hernández, también ha sido acusado en documentos judiciales estadounidenses de aceptar sobornos de un narcotraficante.


    Los críticos señalan la forma en que Hernández colocó partidarios suyos en la Corte Suprema para aprobar una reforma que le permitió buscar la reelección, previamente prohibida en Honduras debido a su historial de caudillos que acapararon el poder.

    La mayoría de los observadores dicen que Estados Unidos preferiría tener a Hernández que a Nasralla, un empresario populista de izquierda con poca experiencia política.

    "El problema es que el apoyo abierto de la embajada de Estados Unidos fue tan torpe, tan obsceno", según Carlos Dada, el galardonado director de El Faro, un sitio web de noticias en el vecino El Salvador, quien cubrió las elecciones hondureñas.

    En una entrevista para focostv.com, Dada cuestionó el papel de Matamoros en el tribunal electoral y sus vínculos con Hernández. "O estamos ante una incompetencia de magnitud olímpica del TSE (Tribunal Supremo Electoral) o un fraude", dijo.

    Alegaciones de fraude

    Los disturbios electorales se derivan del extraño proceso de conteo de votos que inicialmente tenía a Nasralla con una ventaja de un 5% con el 57% de las papeletas contadas, antes de un alto repentino debido a un presunto mal funcionamiento de las computadoras. El conteo fue suspendido por un día y medio. Cuando se reinició, Hernández marchaba misteriosamente al frente.

    Los observadores de la Organización de Estados Americanos se negaron a validar las elecciones y dijeron que estaban "empañadas por irregularidades".

    Uno de los cuatro del TSE ha acusado a Matamoros de detener unilateralmente el conteo sin consultar a los otros . En una entrevista con El Faro, el miembro del TSE Marco Ramiro Lobo, dijo que Matamoros habló por teléfono con Hernández la noche de las elecciones y se resistió a publicar los primeros resultados que mostraban a Nasralla con una ventaja de un 5%.

    Matamoros alegó que aún era demasiado pronto para indicar el rumbo de la votación, a pesar de que se había contabilizado el 57% de las papeletas.

    Solo después de que los observadores de la OEA intervinieron, se publicaron los resultados. Poco después, se cayó el sistema informático. "Tengo dudas de que fue un accidente o que fue a propósito. Por eso necesitamos una investigación", le dijo Lobo a El Faro.

    Lobo también expresó dudas de que el conteo de votos tuviera cualquier resto de credibilidad. “Va a ser difícil... En este punto, cualquier resultado será complicado independientemente de las explicaciones que demos. Van a seguir las dudas", dijo.

    Matamoros ha negado haber cometido trampa alguna, diciendo que una sobrecarga de la memoria del sistema informático provocó que se apagara.

    Sigue existiendo la esperanza de que los observadores electorales de la OEA y la Unión Europea puedan negociar una resolución de la crisis, lo que podría implicar nuevas elecciones, pero Honduras carece de fondos para una nueva votación. "Esa es la gran pregunta en este momento. ¿Resolverá la comunidad internacional que esta es una forma que los hondureños consideran un proceso justo", dijo Adriana Beltrán, de la Oficina de Washington para América Latina (WOLA).

    Los analistas advierten que, si se nombra a Hernández como ganador de manera poco transparente, sería prácticamente inevitable que continúe la inestabilidad continua, así como otra ola de migración hacia el norte.

    Las protestas de la oposición se promueven en las redes sociales con el hashtag en inglés #IDontWantToLeaveMyCountry.


    "Si los EEUU. no quieren la inmigración ilegal, no deberían permitir la imposición de gobiernos dictatoriales corruptos en nuestro país #Honduras que solo genera pobreza, miseria y falta de oportunidades", reza el tuit de un seguidor de Nasralla.

    La migración sigue siendo una gran preocupación de Estados Unidos. El número de inmigrantes ilegales detenidos a lo largo de la frontera con México registró su mayor aumento en un año el mes pasado, según los últimos datos oficiales publicados el viernes.

    Los datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) muestran que 39,006 personas fueron detenidas cuando intentaban cruzar la frontera en noviembre, un aumento del 12% con respecto al mes previo y más del doble de los arrestos en marzo y abril.

    La gran mayoría procedía de Centroamérica.

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