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    Las últimas horas de Evo Morales en la presidencia tras 20 días de férreas protestas en Bolivia

    Las horas previas a la renuncia fueron de alta tensión y comenzaron en la madrugada cuando el secretario general de la Organización de Estados Americanos tuiteó el informe preliminar sobre la auditoría realizada a los comicios del pasado 20 de octubre, que investigó con un equipo las denuncias de irregularidades en el cómputo de la votación general.
    10 Nov 2019 – 09:33 PM EST
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    LA PAZ, Bolivia.- “Aquí no termina la vida, la lucha sigue”, afirmó este domingo Evo Morales en los comicios del pasado 20 de octubre.

    En un tono de denuncia y todavía desafiante, Morales también puso fin con esas palabras a la presidencia más longeva de Bolivia con 13 años, 9 meses y 18 días, un récord absoluto.

    La renuncia fue anunciada a las 16:53 hora local en un mensaje televisado que pronunció junto al vicepresidente, Álvaro García Linera, y de la ministra de Salud, Gabriela Montaño.

    El mandatario dijo que fue víctima de un golpe de Estado, del que acusó al expresidente y candidato Carlos Mesa (2003-2005) y al presidente del Comité Cívico Pro Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, dos de los líderes de las manifestaciones que denunciaron un fraude en la votación y que han rechazado las acusaciones de golpismo.

    La dimisión provocó un estallido de júbilo entre los contrarios al mandatario que salieron a las calles con sus banderas bolivianas y regionales gritando:

    “¿Quién se cansa? Nadie se cansa”, ¿Quién se rinde? Nadie se rinde. “Evo de nuevo, huevo carajo”, que ha sido el cántico emblemático de los manifestantes.

    “Sí se pudo, sí se pudo” y “lo sacamos, lo sacamos”, corearon Mesa y sus seguidores en una calle del centro de La Paz, que como otras ciudades del país ha sido el escenario de permanentes manifestaciones contra la reelección del mandatario que consideraron fraudulenta.

    Morales gobernó Bolivia desde el 22 de enero del 2006 y actualmente cumplía su tercer mandato que debía terminar el 22 de enero del 2020, cuando pretendía comenzar un cuarto período consecutivo.

    La Constitución boliviana solo permite dos periodos consecutivos, pero Morales logró habilitarse como candidato con resoluciones judiciales para ganar el tercer período y postular al cuarto. Además, ignoró que un referendo del 2016 ya había vetado su postulación a los comicios del pasado octubre.

    Las últimas horas

    Las horas previas a la renuncia fueron de alta tensión y comenzaron en la madrugada cuando el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, tuiteó el informe preliminar sobre la auditoría realizada a los comicios del pasado 20 de octubre, que investigó con un equipo las denuncias de irregularidades en el cómputo de la votación general.

    El informe estableció irregularidades “muy graves” y otras “indicativas” en el cómputo recomendando la realización de nuevas elecciones con nuevos en el Tribunal Supremo Electoral (TSE).

    Morales defendió durante tres semanas que había ganado un cuarto mandato en la primera vuelta gracias a que obtuvo más de 10% de diferencia respecto a Mesa, aunque el informe de la OEA puso en duda ese porcentaje debido a las irregularidades detectadas.

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    Sin mencionar el informe del organismo multilateral, Morales compareció con un aspecto muy demacrado ante los medios a primera hora del día para anunciar que convocaría a nuevas elecciones y el cambio de los vocales del TSE.

    No obstante, para los dirigentes opositores ya no era suficiente porque consideraron que el informe de la OEA, aunque no hablaba de fraude, sí podía considerarse como un base de los indicios de delitos por los que tenían que ser juzgados los jueces electorales.

    Un Morales cercado

    La renuncia sobrevino después de que el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Williams Kaliman, leyera un comunicado para sugerir al mandatario que dimita por la “pacificación y el mantenimiento de la estabilidad por el bien de nuestra Bolivia”, ante la posibilidad de un choque entre sectores afines y contrarios al mandatario tras veinte días de férreas protestas en su contra.

    La violencia había estallado en regiones como Potosí donde se quemó la casa del presidente de la Cámara de Diputados Víctor Borda y del ministro de Minería, César Navarro.

    Al pronunciamiento militar sobrevino el del Comandante de la Policía, Vladimir Calderón, con la misma sugerencia de renuncia y posiciones similares de empresarios como el de la Cámara de Industria y Comercio (CAINCO) de Santa Cruz, una de las patronales más importantes del país.

    Antes de la renuncia de Morales ya habían dimitido los ministros de Hidrocarburos, Luis Sánchez; de Planificación, Mariana Prado; Economía y Finanzas, Luis Arce; de Medioambiente, Carlos Ortuño; Deportes, Tito Montaño, y la vicecanciller, Carmen Almendras, entre otros altos cargos que incluyeron a algunos gobernadores, legisladores oficialistas y viceministros.

    En paralelo, el líder cívico Camacho y el dirigente del Comité Cívico de Potosí, Marco Pumari, ingresaron al antiguo Palacio de Gobierno, para dejar una carta de renuncia con el objetivo de que el mandatario la firmara, aunque sabían que él no se encontraba en el lugar desde el pasado viernes. Fue una escenificación del triunfo de las protestas realizadas.

    La renuncia de Morales no ha desactivado las protestas porque los dirigentes de las movilizaciones exigen que la dimisión sea concretada con su carta a la Asamblea Legislativa, lo que tampoco baja la incertidumbre ya que además del presidente de los Diputados, Víctor Borda, también ha dimitido la presidenta del Senado, Adriana Salvatierra, también oficialista, y aún no se sabe cómo podrá sesionar esa entidad.

    La oposición prevé reunirse en el Congreso este lunes para tratar el conflicto legal y político de la sucesión constitucional en Bolivia, pero lo hará bajo la sombra de las presiones se mantienen tanto de parte de los movilizados de la oposición, como de los seguidores de Morales.

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