Panaderos y clientes, las primeras bajas de la "guerra del pan" en Venezuela

CARACAS, Venezuela.- A varios panaderos que llegaron como inmigrantes desde Portugal hace más de 40 años y fomentaron el negocio en Venezuela, no les dio tiempo de recoger sus pertenencias ni sus ingresos por la venta del día.
Esta semana funcionarios de cuatro instituciones del Estado, milicianos y soldados de la Guardia Nacional aparecieron en sus negocios para llevar a cabo el operativo “Pan 700”, ordenado por el presidente Nicolás Maduro, que consiste en la fiscalización de la venta del pan con la idea de eliminar las largas filas de gente que esperan frente a los negocios para comprar una cuantas barras a precio regulado, en medio de una crisis generalizada de escasez de alimentos.
El gobierno ya les había advertido lo que pasaría. “Mi señor, usted sigue teniendo cola y vamos a venir para acá. El señor está repartiendo unos números (para atender a los consumidores) eso es una irregularidad”, advirtió días atrás la jefa del Distrito Capital, Carolina Cestari a uno de los comerciantes.
El gremio que agrupa al sector, Fevipan, sostiene que la escasez de pan se agudizó ante la mayor demanda de los consumidores afectados por el desabastecimiento de otros alimentos. El sector tiene problemas para producir debido a la baja distribución de harina de trigo y levadura importada por el gobierno. Comenzaron a vender por horarios, las personas esperaban en cola y entregaban números para mantener el orden.
Pero esto molestó a Maduro: “La van a pagar, yo se los juro. Los responsables de la guerra del pan la van a pagar y después no vayan a decir que es una persecución política. Panadería que incumpla, será ocupada y la vamos a entregar a los Clap (comités de alimentación creados por el gobierno) para que la ponga a producir”. Con estas palabras pronunciadas en su programa de televisión dominical, dio inicio a la nueva batalla.
Ocupación por "usura"
Dos días después comenzó la arremetida. Es usual que el gobierno utilice su poder fiscalizador, militar y comunicacional en contra de los comercios cuando la población se ve agobiada por la escasez y la inflación. Para ello cuenta con la Superintendencia de Costos y Precios Justos (Sundde), la cual obliga a bajar los precios.
Cuatro panaderías ubicadas en el centro y oeste de Caracas fueron ocupadas por acaparamiento, usura y ventas irregulares, lo que terminó en la detención de cuatro personas.
Ese día la indignación afloró. “Llegó el presidente de la Sundde diciendo que yo estaba preso porque y que no vendía pan. Aquí la comunidad sabe que nosotros vendíamos pan todos los días, sabe que trabajamos desde las 6:00 de la mañana hasta las 9:00 de la noche para atender a la gente y mire lo que está pasando, me quedé sin trabajo”, dijo Emilio Dos Santos, dueño de una de las panaderías ocupadas.
Ahora hay un miembro de las milicias (cuerpo de civiles integrado a las fuerzas militares) en la puerta de estos negocios y en algunos, colocaron fotos del fallecido presidente Hugo Chávez.
“Estos panes van para el Clap de Altagracia (parroquia caraqueña) y se va a abrir una cuota de venta de pan para los transeúntes”, dijo un representante de los Clap.
Aunque se trata de un operativo permanente, hasta ahora no ha habido fiscalización en otros municipios del país.
“Ellos tienen que entregarle esos negocios a sus dueños; a mi jefe, que donde quiera que esté, lo apoyo. Esta ocupación está mal, porque ellos lo que hacen es venir y llevarse todo lo que hay ahí, se lo llevan en camiones”, afirmó Ramona Morillo, trabajadora de uno de los comercios ocupados, la Mansion’s Bakery.
Y el pan sigue sin aparecer
En el centro de la capital varias panaderías cerraron por temor a las fiscalizaciones, a que les quiten su negocio y a la arremetida de grupos armados afines al chavismo, “los colectivos”. Otras prefirieron no vender pan para no tener filas de personas y otras estaban ocupadas por milicianos.
Las colas ya se han hecho habituales en miles de establecimientos de alimentos y farmacias, producto de una economía que padece de inflación y desabastecimiento.
Algunos clientes dicen estar satisfechos con la medida pues acusan a los panaderos de especuladores, otros expresan su molestia puesto que la política de expropiación del chavismo no ha generado beneficios.
“¿Dónde está el pan, por qué esta panadería está cerrada ahora, qué pasó con todo lo que está allí adentro, dijeron que esta panadería no vendía pan y ellos qué han hecho para venderlo? Antes todos los días yo sabía que a la 1:00 de la tarde habría pan. Lo que hacen es agudizar la crisis, yo lo que veo es que habrá mas escasez”, comentó la señora Fraisa a medios locales y al hecrlo prefirió no dar su apellido.
Tras la ocupación temporal, que durará 90 días, las panaderías aún no venden el alimento con regularidad. Representantes de los consejos comunales dijeron que harán un censo en la comunidad y un representante de la Sundde indicó que solo venderán dos canillas y 10 unidades de pan francés por persona, y que cada cliente podrá comprar solo una vez.
El control del racionamiento se hará de forma manual, pues los ocupantes del gobierno no cuentan con con scanners de huellas digitales o “captahuellas”, como los que se usan entre expendios de alimentos para evitar que un cliente compre dos veces en un mismo día.
Un cliente de una las panaderías tomadas –la Mansión Bakery, rebautizada como Minka- asegura que el grupo de chavista que tomó el local quemó uno de los hornos y por eso no ha podido vender la misma cantidad de producto que solían ofrecer sus dueños. Minka colocó un cartel informando que no abrirían el fin de semana y que la venta comenzaría el lunes luego de un inventario.
“Ayer vendieron solo pan francés y cuatro panes. ¿Cómo comemos una familia como la mía de seis integrantes con tan solo cuatro panes? Además ocuparon la panadería con personas que no son de la comunidad. No estoy de acuerdo con la toma, porque esta era una de las panaderías que tenía pan todos los días’, destacó Johan Hernández.
El gobierno, mientras tanto, prometió inaugurar 100 nuevas panaderías en las próximas semanas. Muchos temen que tengan la misma suerte fallida de las llamadas Areperas Socialistas y La Ruta de la Empanada, creadas para proveer de estos alimentos a la población a precios más bajos.
“Si este plan del gobierno falla otra vez, nos quedamos sin desayuno”, afirmó Emilio Contreras, obrero de 52 años.