La arquitectura en 2018: lo interesante pasará en las calles, no en el cielo

Una década después del colapso económico global, el desarrollo urbano está en auge. Estas son buenas noticias para los arquitectos. De hecho, 2018 promete ser un año favorable para la profesión: una gama espectacular de elegantes museos, lujosos hoteles y algunas de las torres más altas del mundo están programadas para completarse.

Sin embargo, la desigualdad en cuanto a los ingresos está en aumento en EEUU, con muchos residentes urbanos cosechando pocos beneficios de la mejora económica actual.
Lo mismo se podría decir de la escala colosal y la teatralidad visual de las rascacielos más publicitados. Las torres residenciales para los superricos están transformando las siluetas de las ciudades y los espacios públicos se están privatizando cada vez más. Como resultado, las ciudades se están desarrollando según los deseos de la clase elite.
Esto resulta particularmente problemático a medida que muchas ciudades también luchan con las políticas de la austeridad, las cuales siguen en curso e implican cada vez menos inversión en los servicios públicos, en la infraestructura y en la vivienda pública. Sin embargo, algunos arquitectos se han dedicado a abordar justo estos problemas.
La arquitectura de la participación cívica —la idea de que los edificios deben abordar la desigualdad y mejorar la vida de todos los habitantes— inicialmente cobró impulso durante la Gran Recesión. Es importante seguir avanzando este trabajo desde bajo las sombras de los edificios más elegantes que tienden a recibir la mayor cantidad de atención de los medios.
Tres proyectos que serán construidos en 2018 —una biblioteca en Brooklyn, un complejo de vivienda para familias de bajos ingresos en Chicago y vivienda transitoria para las personas sin techo en Los Ángeles— demuestran el poder único de la arquitectura de construir, sostener y forjar comunidades.
Fomentar el activismo local
En la imaginación popular, con frecuencia se relacionan a las ciudades con sus edificios más grandes y sus monumentos más colosales. Pero el alma de todas las ciudades realmente consiste en sus edificios cívicos y espacios públicos de pequeña escala, tales como bibliotecas, escuelas, centros comunitarios, parques y parques infantiles. Estos lugares son espacios de reunión para los residentes; crean enclaves urbanos que son robustos y duraderos.
Un nuevo edificio para la sucursal de biblioteca en el vecindario Greenpoint de Brooklyn —la cual será bautizada como la Biblioteca y Centro de Educación Ambiental Greenpoint— ejemplifica la capacidad de la arquitectura pública de reflejar las preocupaciones de las comunidades locales.
En ese vecindario, un masivo derrame masivo de petróleo que fue descubierto en 1978. Este hizo estragos en Newtown Creek, la vía acuática que bordea Greenpoint hacia el norte. Dado que los esfuerzos de limpieza siguen en curso, el activismo ambiental sigue siendo un aspecto decisivo de la identidad de la comunidad.
Dada esta historia, no sorprende que los asuntos de justicia medioambiental eran importantes cuando llegó el momento de reconstruir una biblioteca más grande en Greenpoint, una de las sucursales más ampliamente usadas del sistema de bibliotecas públicas de Brooklyn.
Diseñado por la firma arquitectónica Mable Fairbanks, el edificio de dos plantas tiene todas las características de una biblioteca tradicional, desde libros apilados a salones de lectura. Pero también habrá espacios para reuniones que se están construyendo para el uso expreso de los activistas comunitarios y los ambientalistas, así como un centro educativo para la conciencia ambiental, los cuales son reconocimientos de la historia de activismo ambiental del vecindario.
El edificio también se está construyendo según las normas más exigentes del diseño ecológico, con planes para reducir la contaminación de aire por parte del edificio y disminuir su uso energético y del agua. En los dos techos verdes del edificio —al igual que en su plaza pública— se cultivarán especies oriundas de la región.
Una subvención del Fondo Ambiental Comunitario de Greenpoint —el cual fue creado mediante un acuerdo con Exxon Mobil luego del derrame de petróleo— hasta pagó por parte del nuevo proyecto. Colectivamente, el diseño de la biblioteca muestra la manera en que están entrelazadas la justicia ambiental y la justicia social.
Hacer retroceder a las olas de la gentrificación
Lo mismo se podría decir de una planificación urbanística de viviendas asequibles que se está construyendo en el vecindario Humboldt Park, en el West Side de Chicago. Tan importante como los espacios públicos, la vivienda asequible ayuda a crear ciudades equitativas y accesibles. Bautizado ‘Tierra Linda’ (así, tal cual, en español), la planificación es el resultado de la colaboración continua entre la empresa Bone Baker Architects y la Latin United Community Housing Association (Asociación Latina Unida de Vivienda Comunitaria), una organización comunitaria local.
En cuanto se complete, Tierra Linda habrá creado doce planificaciones de vivienda a pequeña escala que estarán dispersadas por todo el vecindario. La mayoría se encontrarán en lotes que anteriormente eran vacantes. Si bien todos los edificios planean incorporar prácticas sostenibles de diseño, uno de ellos será la primera casa pasiva multifamiliar que será asequible; esto significa que se diseñará para reducir drásticamente el uso energético para la calefacción y el enfriamiento.
Estas casas asequibles son parte de un esfuerzo más amplio de mantener la vitalidad de la comunidad latina del vecindario, la cual ha sido amenazada por la gentrificación en los años recientes. El Bloomingdale Trail —un paseo verde elevado que corre por el Northwest Side de Chicago— ha hecho que aumenten los precios de bienes raíces en la zona.
Al colaborar con la comunidad como parte del proceso de diseño, Landon Bone Baker Architects y su trabajo en Humboldt Park subraya cómo los proyectos centrados en vecindarios pueden sostener a las comunidades que enfrentan cambios sociales y económicos.
¿Un contenedor de carga como casa?
La vivienda asequible también tiene la capacidad de construir nuevas comunidades. En el vecindario Westlake de Los Ángeles, la empresa arquitectónica KTGY está construyendo Hope on Alvarado, un edificio de departamentos transitorios para personas sin techo (Hope on Alvarado es uno de varios proyectos de vivienda parecidos en Los Ángeles que han sido planificados por Aedis Real Estate Group, un promotor inmobiliario).
Este proyecto —el cual ha sido financiado mediante fuentes privadas— abordará directamente una crisis actual en este tema. El año pasado, California tuvo la población más grande de personas sin techo en todo el país y el condado Los Ángeles experimentó un aumento particularmente dramático en sus cantidades de personas sin techo.
KTGY tiene planes de usar contenedores de envío reciclados como las unidades primarias para lo que será un edificio de cinco plantas que se organizará alrededor de un patio central.
Indiscutiblemente se trata de un enfoque innovador dado que el uso de contendores prefabricados permite la construcción rápida y barata, la cual es necesaria debido a la situación critica con el desamparo en Los Ángeles. Al mismo tiempo, no resulta difícil entender cómo el edificio podría crear una comunidad segura que apoye a sus residentes futuros.
Ciudades para todos
Examinar las maneras en que los edificios comunes puedan fortalecer a comunidades y dinamizar la vida urbana se está volviendo cada vez más importante. Actualmente más de la mitad de la población del mundo vive en ciudades y se espera que las población urbana siga creciendo. Mientras tanto, los desastres naturales y los que son provocados por los humanos están haciendo estragos en ciudades alrededor del mundo, otra tendencia que promete continuar.
Tomando estos retos en cuenta, los edificios más pequeños resaltados en este artículo nos pueden ayudar a entender a la arquitectura como un arte social: una manera de entretejer una tela urbana que crea vínculos sociales duraderos. Ofrecen modelos para pensar sobre el diseño arquitectónico como una herramienta que aborda las necesidades de las comunidades individuales, lecciones que no se pueden aprender de los grandes edificios que a menudo compiten por nuestra atención.
Después de todo, las ciudades son mucho más que solo los museos, hoteles y rascacielos.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en The Conversation.