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CityLab Medio Ambiente

Nueva York quiere reducir drásticamente las emisiones contaminantes de sus edificios

La nueva orden del alcalde Bill de Blasio propone millonarias multas a quienes no controlen sus emisiones de carbono, las que vienen principalmente por sus anticuados sistemas de calefacción.
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9 Oct 2017 – 11:02 AM EDT
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Aproximadamente un 40% de las emisiones de carbono de la Ciudad de Nueva York se deben a la calefacción de edificios. Crédito: TIMOTHY A. CLARY/AFP/Getty Images

Los dueños de edificios en la Ciudad de Nueva York enfrentan una exigente orden. A mediados de septiembre, el alcalde Bill de Blasio anunció que la ciudad será la primera en requerir que edificios existentes —desde oficinas municipales a negocios privados, hospitales y departamentos— deberán contener drásticamente sus emisiones de carbono. Los que no cumplen con esta orden enfrentarán multas que podrían sumar hasta 2 millones de dólares al año para un edificio de un millón de pies cuadrados.

El requerimiento se dirigirá a unos 14,500 edificios con más de 25,000 pies cuadrados y también establecerá un “límite sobre el combustible fósil”. El límite requerirá que los edificios se renueven o que se actualicen al agregarles calefactores y calderas enérgicamente eficientes, así como es solares y ventanas que reducen la pérdida de calor en el invierno y la ganancia térmica en el verano.

Todo esto tendrá que estar listo para 2030, aunque la ciudad aún no ha dado muchos detalles concretos como, por ejemplo, cuál será este límite sobre el combustible fósil. La oficina del alcalde no ha respondido a nuestra petición por una entrevista y por lo general ha guardado silencio en cuanto a puntos específicos sobre el plan. Una nota reciente de The New York Times notó que el plan podría conllevar la limitación de departamentos cuyo alquiler está al precio del mercado —los cuales son uno de los emisores más grandes de gases causantes del efecto invernadero— a usar solo 50,000 BTU (la medida del uso de combustible fósil) por pie cuadrado por año. Según The New York Times, eso constituiría una reducción de un 25% a un 30% en comparación con el nivel de uso actual.

Todo esto tendrá que estar listo para 2030, aunque la ciudad aún no ha dado muchos detalles concretos como, por ejemplo, cuál será este límite sobre el combustible fósil.


Esta iniciativa es un paso agresivo de parte del alcalde de Blasio y tiene razones de peso para hacerla. La calefación de edificios es el contribuyente individual más grande a las emisiones de gases de invernadero: es responsable de un 42% del dióxido de carbono producido en la Gran Manzana (a nivel mundial la calefación es responsable de un 70% de dióxido de carbono emitido). En 2014 la ciudad publicó su plan de sustentabilidad. Se tituló ‘ One City Built to Last’ (Una ciudad construida para durar) y puso como meta la reducción de emisiones de edificios en casi 3.4 millones de toneladas ya para 2025. Si todo sale como se prevé, para 2035 esta nueva orden podría reducir en un 7% de las emisiones de carbono de la ciudad. Según la oficina del alcalde, esto es el equivalente de sacar a 900,000 autos de las vías.

Hasta la fecha, de Blasio ha obtenido apoyo de grupos ambientalistas como el Natural Resources Defense Council (Consejo para la Defensa de Recursos Naturales o NDRC por sus siglas en inglés) y el Environment Defense Fund (Fondo para la Defensa del Medioambiente o EDF por sus siglas en inglés), cuyos se presentaron con él en una rueda de prensa para anunciar el requerimiento. “[La orden es] práctica porque está combinando una clara fecha límite con financiamiento y ayuda con la ingeniería de manera en que hace que sea lo más fácil posible cumplir con la meta climática con la que tenemos que cumplir”, dice Andy Darrell, el director regional del EDF quien también participa con el Junta Asesora sobre Sustentabilidad de la Ciudad de Nueva York.

La istración del alcalde de Blasio —la cual hace mucho tiempo prometió reducir un 80% de las emisiones de carbono de la ciudad para 2050— se está desviando del enfoque más común de darles incentivos —como exenciones tributarias y subvenciones— a los promotores inmobiliarios y a los dueños por cambiar a energía limpia. “Le dimos a la gente [del sector privado] una cantidad muy justa de tiempo para presentarse y realmente acceder a metas voluntarias que serán suficientes”, le dijo el alcalde a la prensa hace unas semanas. “Pero se acabó el tiempo. (…) Es hora de avanzar hacia las órdenes”.

El costo aproximado de renovaciones menores —tal como cambiar a sistemas de iluminación más eficientes o aislar ventanas— puede ser unos 1,500 dólares para los edificios más pequeños a los que se ha dirigido la orden. Las renovaciones grandes fácilmente pueden salir en más de un millón de dólares, según Mark Chambers —director de la Oficina de Sustentabilidad del Alcalde— quien también habló en la rueda de prensa.

Es probable que los cambios más caros incluyan reemplazar a los calentadores actuales, los cuales frecuentemente son demasiado grandes y proveen calefacción ineficiente y desigual, según un reporte del NDRC y Steven Winter Associates, una empresa consultora. Para los edificios que también tienen que cambiar del aceite calefactor sucio al gas natural, el costo por una renovación de un calentador podría ser aproximadamente “varios miles de dólares por planta”, según indica Darrell.

En un caso de estudio de la organización sin fines de lucro Building Energy Exchange, un complejo de departamentos ubicado en Sunnyside, Queens —el cual medía 380,000 pies cuadrados y tenía 472 unidades— realizó una serie de renovaciones. Estas incluyeron reemplazar al calentador con un sistema calefactor de doble energía, agregar aislamiento térmico al techo y mejorar el aislamiento de las ventanas. La inversión total salió en casi 2.1 millones de dólares. En otro caso, la renovación ecológica de una torre de propiedad cooperativa en Greenwich Village con veinte plantas costó aproximadamente seis millones de dólares. Tal renovación incluyó cambiar bombillas y ventanas, construir un techo verde y cambiar del aceite calefactor más sucio al gas natural.

Darrell dice que de todos modos habrá que hacer muchas de estas renovaciones a medida que los sistemas envejecen. “Sospecho que no habrá muchas ocasiones en que se estará removiendo a un calentador de manera prematura”, le dice a CityLab; agrega que la fecha límite de 2030 debe de permitir tiempo y flexibilidad para que los propietarios puedan decidir qué van a hacer. “Eso te da trece años para determinar [las medidas a emplear]. Lo que esta [orden] está diciendo es que en el momento en que estés realizando tus renovaciones, renueva hasta el punto en que cumplas con este criterio más limpio”.

Aunque las renovaciones eventualmente deben de cubrir sus propios costos —por ejemplo, las renovaciones del edificio de departamentos en Sunnyside supuestamente les ahorrarán a los dueños unos 325,000 dólares al año— la ayuda financiera será clave para el éxito de la orden, dice Darrell. Estos beneficios vendrán en forma de préstamos de bajo interés que se conseguirán mediante el programa Property Assessed Clean Energy (Evaluación de Propiedades para la Energía Limpia).

La orden propuesta no tiene el apoyo total de todos, por lo menos no por ahora. En una declaración enviada a CityLab, John Banks —presidente del Real Estate Board, la agrupación de los empresarios de bienes raíces en Nueva York— dice que su organización apoya al esfuerzo por frenar el cambio climático, pero agregó que “estas propuestas requieren un cuidado análisis, discusión y debate”, ya que la las metas de la ciudad “podrían inadvertidamente producir edificios que utilicen menos energía en general sin tomar en cuenta cómo se utiliza dicha energía”. Esta organización dice que la medida que se emplea para determinar la eficiencia energética —una medida llamada la Energy Use Intensity o Intensidad del Uso de Energía— no toma en cuenta la cantidad de personas que ocupan un edificio y cómo utilizan la energía. “Los patrones de uso de energía de los inquilinos son un motor impulsor principal en el consumo energético total de un edificio y con frecuencia [tales patrones] están fuera del control del dueño del edificio”, escribió la organización en un memorando legislativo en junio. Cabe mencionar una teoría polémica llamada el efecto rebote, la cual especula que a medida que la energía se vuelve más eficiente (y por ende más barata), es probable que los inquilinos usarán más. Por su parte, Darell duda que repentinamente todos los inquilinos empezarán a subir la calefacción en el invierno o el aire acondicionado durante el verano.

Otra crítica de la orden del alcalde viene de las organizaciones que representan a las familias de bajos ingresos, que son cada vez más excluidas del mercado de vivienda de Nueva York debido a los altos precios. A este grupo le preocupa que mediante una regla de hace mucho tiempo llamada Major Capital Improvement (Renovación Estructural Principal o MCI por sus siglas en inglés), eventualmente los dueños de propiedades pasarán esos costos altos iniciales de readaptar los edificios a sus inquilinos, muchos de los cuales viven en edificios de alquiler regulado o bien en viviendas asequibles.

“Nos horroriza que esta propuesta no proteja a los inquilinos de renta regulada de tener que pagar un aumento de renta y necesitamos una explicación”, dijo la organización de inquilinos Tenants and Neighbors en Twitter.

En su rueda de prensa de Blasio reconoció que la regla MCI estaba “rota” e indicó que el cronograma objetivo para esos edificios en particular se establecería en 2020, el mismo año en que se ha programado que el estado de Nueva York reformará la regulación de alquileres. Pero dado que los detalles son poco claros, Delsenia Glover de Tenants and Neighbors sigue escéptica.

“Parece que existe una suposición de que cuando las leyes [sobre regulación de alquileres] les toque la renovacion en 2019, podremos cambiar esa regla MCI”, dice. Agrega que los defensores de la vivienda asequible han estado tratando de lograr cambios con esa misma regla durante dos décadas. Según Glover, los defensores sienten optimismo al respecto “pero crear una situación en que una renovación desencadenaría una MCI sin la revisión de la ley ya hecha (…) estaría poniendo en peligro el arrendamiento de millones de inquilinos regulados en toda la ciudad”.

Glover dice que ha ocurrido anteriormente. Señala un incidente en que los dueños de una torre de departamentos reemplazaron sus ventanas para hacer que el edificio fuera más eficiente a nivel energético. Según Glover, eso provocó un aumento en el alquiler de 15 dólares por cuarto por mes mediante la regla MCI. Este aumento vino justo después de otro incremento del alquiler que fue aprobado por el Rent Guidelines Board, la organización que establece los aumentos de renta en viviendas de renta controlada en Nueva York. Darrell empatiza con las preocupaciones sobre la asequibilidad de vivienda, pero siente optimismo de que dichas preocupaciones serán abordadas.

Colectivamente, los alcaldes que están tratando de cumplir con el plan C40 tienen sólo cuatro años para lograr un avance significativo en limitar el aumento de temperaturas globales a menos de dos centígrados. Y eso requiere medidas drásticas. Si otras ciudades le siguen los pasos a Nueva York, bien podrían tener un impacto en las emisiones del mundo. Pero, antes que todo, la orden tendrá que ganarse la aprobación de los neoyorquinos.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.

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