Chicago quiere forzar a que los graduados de secundaria encuentren trabajo o vayan a la universidad, pero esto podría afectar a los latinos más pobres
El Comité Escolar de Chicago recientemente aprobó el plan del alcalde Rahm Emanuel para que un diploma de secundaria dependa de algo más que simplemente completar un cursado. A partir de 2020, los estudiantes de las escuelas públicas también tienen que probar que han conseguido un trabajo o bien la isión a una universidad, a un aprendizaje de un oficio, a un programa de gap year (programa de estudio de un año que normalmente cae entre la preparatoria y la universidad) o a las fuerzas armadas.
Los que abogan por este requisito dicen que es una buena manera de asegurar que todos los chicos de Chicago estén en un camino hacia un futuro productivo. Pero los críticos argumentan que no hay suficientes recursos para asegurar que la regla no castigue a los estudiantes de grupos minoritarios de bajos ingresos, quienes normalmente asisten a escuelas que carecen de los fondos con las que cuentan las escuelas de sus homólogos blancos más ricos. Sin el apoyo adecuado —tal como consejeros académicos— resulta más probable que estos estudiantes desfavorecidos tengan más dificultades para cumplir con el requisito, lo cual empeorará la misma desigualdad que se supone que la nueva regla remediará.
“Indiscutiblemente queremos que los muchachos vayan a la universidad o que tengan otros planes para después de la graduación”, dice Federico Waitoller, profesor de Educación en la Universidad de Illinois en Chicago. “Pero se trata de cómo se logra: no castigues a los estudiantes. Dales más recursos e incentívalos”.
CityLab entrevistó a Waitoller para hablar de este asunto, así como de las tendencias generales en la educación estadounidense que intensifican las brechas económicas y raciales.
¿Qué tiene que ver este nuevo requisito con los cambios en la política de educación de EEUU?
El requisito continúa una tendencia de políticas [cuyo fin es fomentar] la toma de responsabilidad en Chicago y en todo el país, las cuales apuestan fuertemente en indicadores cuantificables en la educación. La idea es que si uno combina un castigo con los indicadores, así se obtendrán resultados. Pero las políticas mayormente crean una cultura de cumplimiento. Los estudiantes y las escuelas siguen la corriente para cumplir con las medidas y cualquier resultado no es verdadero ni duradero. En este caso, los chicos quizás se matriculen en una universidad comunitaria para obtener su diploma de preparatoria y entonces la abandonan poco después de empezar. No tienen ni el dinero ni el apoyo para seguir.
¿Cuáles estudiantes serán más afectados por el nuevo requisito?
Al igual que otras políticas para fomentar la toma de responsabilidad, este requisito mayormente afecta a los estudiantes vulnerables, tales como jóvenes afroestadounidenses o latinos que son de familias de bajos ingresos, o bien jóvenes discapacitados. Las escuelas están siendo estranguladas por las demandas, pero no se les da nada de apoyo. Uno de los problemas principales con la nueva regla es su énfasis en el trabajo de los consejeros académicos en preparar a los chicos para lo que viene después de la graduación. Dado que las escuelas públicas de Chicago no son bien financiadas, las comunidades están pagando la cuenta a partir del punto en que la ciudad deja de pagar, y ciertas comunidades pueden hacer eso mejor que otras. Por ejemplo, en un vecindario rico como Lincoln Park, una asociación de padres de familia puede recaudar 50,000 dólares en un evento para contratar a otro consejero académico, mientras que un evento parecido en un barrio de bajos ingresos como Englewood recaudaría sólo unos cuantos miles de dólares.
¿Por qué muchas escuelas públicas de Chicago no tienen suficientes recursos?
La ciudad ha estado recortando sus gastos en sus escuelas públicas durante años. Parte de esto tiene que ver con medidas de austeridad, las cuales están vinculadas con un enfoque neoliberal en que se cortan los servicios sociales para la educación pública para poder apoyar a formas más privadas de educación, como las escuelas chárter. El alcalde toma estas decisiones, ya que él o ella nombra a las personas del Comité Escolar. Entonces los residentes no pueden votar por las personas que istran la educación pública: básicamente, tienen que seguir las políticas del alcalde.
¿Qué revela este nuevo requisito en cuanto a los asuntos más grandes que circundan la educación pública?
En su esencia, se trata del propósito de la escuela. ¿Son las escuelas espacios en que jóvenes participan y se vuelven ciudadanos en una democracia emancipatoria, o son las escuelas simplemente lugares para crear una fuerza laboral? Esencialmente, ¿tiene una escuela un propósito democrático o económico? Desde los años 70, tanto los demócratas como los republicanos han estado avanzando en la dirección de ver a las escuelas como lugares para generar una fuerza laboral.
Y hay una división en nuestras escuelas públicas en que las escuelas más pobres les enseñan a sus estudiantes a aprobar exámenes y a seguir reglas y procedimientos. De esta forma preparan a estos estudiantes para trabajos de bajos salarios, tales como en tiendas y en restaurantes de comida rápida. En las escuelas más pudientes, el currículo se basa mucho en proyectos y se trata de solucionar problemas y [en fomentar] el pensamiento crítico. Los estudiantes en estas escuelas tienen muchas mayores probabilidades de formar parte de la fuerza laboral elite, la cual disfruta tanto de beneficios económicos como de movilidad social. Los políticos —ya sean demócratas o republicanos— y la clase elite quiere este tipo de educación para sus hijos, pero para otros [chicos] quieren el otro tipo. Las políticas para fomentar la toma de responsabilidad como el nuevo requisito para graduarse empeoran esta división y agravan la desigualdad porque ponen la mayor carga de las policías en estudiantes de bajos ingresos y en otros tipos de estudiantes desfavorecidos.
¿Qué tipo de oposición hay para el nuevo requisito?
La gente está preguntando: ‘¿quién se está beneficiando de tal política?’ Si la ciudad no está brindando apoyo ni creando empleos para jóvenes, ¿en dónde se aplica el beneficio? Muchos piensan que es una maniobra política de parte del alcalde Emanuel para que él pueda señalar un resultado cuantificable (por muy temporal que sea) a medida que busca subir la escalera política.
La resistencia de base en Chicago —particularmente el sindicato de los maestros— es fuerte. En 2015 los de la comunidad hasta organizaron una huelga de hambre para presionar al Comité Escolar a mantener abierta una secundaria pública ubicada en la parte sur de la ciudad y triunfaron. Ahora los maestros están colaborando con los padres y las organizaciones de los vecindarios para luchar en contra de esta nueva regla en cuanto a la graduación.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.