¿Por qué Puerto Rico literalmente no cuenta para el gobierno de Estados Unidos?

Los huracanes Irma y María devastaron Puerto Rico en septiembre, destruyeron casas, cosechas y comunicaciones. Muchas semanas después, la electricidad ha sido restaurada en menos de un 20% de los hogares. Un tercio de la población todavía carece de agua potable.
Yo soy economista y he seguido el impacto de las tormentas con especial interés, pues mi hermana vive en Puerto Rico. En ese momento, ella estaba fuera de la isla, pero se preparaba para regresar justo antes del azote de Irma. Todas sus amistades allá, sin excepción, le transmitían el mismo mensaje: “no regreses ahora”.
A la sazón, empecé a preguntarme: Si el daño es tanto, ¿Qué tanto del producto interno bruto de Estados Unidos, de la tasa de desempleo y de la inflación se verá afectado por el desastre? La respuesta me sorprendió: nada en lo absoluto.
Monitoreando la isla
Por lo general, las estadísticas del gobierno norteamericano no engloban las cifras de Puerto Rico en los totales nacionales, incluso cuando sí le dan seguimiento.
Por ejemplo, la Oficina del Censo en Estados Unidos ha contabilizado la población de Puerto Rico desde 1910. También lleva la cuenta de los casi 4 millones de puertorriqueños que son parte de las poblaciones de los 50 estados. Sin embargo, los residentes isleños no son sumados en el total de 326 millones de personas en Estados Unidos, a menos que se muden a territorio continental.
Una de las estadísticas más llamativas del país es el producto interno bruto, o PIB (GDP en inglés), índice que estima el tamaño de su economía. La Oficina de Análisis Económico del Departamento de Comercio de Estados Unidos da seguimiento al PIB y lo detalla geográficamente. Si, pongamos, quieres saber cuál es el PIB de Oshkosh, en Wisconsin (10,000 millones de dólares en 2016), o en Altoona, Pennsylvania (5,000 millones de dólares), el gobierno te proveerá la información.
Lo que no computa esta agencia es el PIB de Puerto Rico. Esto es especialmente raro, ya que sí se guarda resgistro del PIB de los cuatro territorios estadounidenses más pequeños, como figura en el anuario estadístico que da cuenta de las Islas Vírgenes de Estados Unidos, Guam, Samoa Americana y las Islas Marianas. El comunicado de prensa que expone el PIB de estos territorios no explica tampoco la ausencia de Puerto Rico en esa relación.
Una razón podría ser que la Isla calcula sus propias cifras. Sin embargo, no deduce su PIB, como el territorio continental. En su lugar, Puerto Rico estima el Producto Nacional Bruto (PNB). Si bien ambas categorías suenan similarmente, no son comparables.
El PNB mide lo que producen los puertorriqueños sin importar dónde vivan. Esto quiere decir que involucraría a un boricua residente en Nueva York que construye casas, por ejemplo. Pero el PIB contabiliza la producción dentro de los límites físicos de un país, independientemente de la ciudadanía o el estatus migratorio del trabajador. Para Estados Unidos, esto significa que su PIB incluye a los muchos mexicanos que laboran en viñedos y granjas de California.
Ahora bien, más allá de la razón, no contabilizar el PIB de Puerto Rico se traduce en que el territorio no es considerado parte de la riqueza económica de Estados Unidos, lo cual se traduce a su vez en que la mayoría de las personas del territorio continental no notará en qué medida el paso de Irma y María por la Isla afectará su economía.
El desempleo y los precios
La estadísticas vinculadas con el índice de desempleo y la inflación son producidas por la Oficina de Estadísticas Laborales, que pertenece al Departamento de Trabajo. Ambas categorías económicas son fundamentales para comprender si las personas cuentan –y en qué proporción– con empleos, así como cuánto les cuesta la vida en una comunidad dada.
Como pasa con la población, la oficina calcula cifras de desempleo para Puerto Rico. Cada mes, esta publica una cifra nacional, cuyos aumentos y descensos a menudo mueven los mercados financieros. Sin embargo, las cifras de los boricuas tampoco aquí son incluidas en el total nacional. Esto significa que la destrucción de los huracanes, en materia de empleos y negocios, no repercutirá en los índices de desempleo de Estados Unidos y será pasada por alto por la mayoría de los comerciantes.
Eso no es todo: Irma y María también hicieron que subieran los precios de la comida y otros artículos de primera necesidad en la Isla. Pero, reiteremos, los incrementados costos de vida no supondrán un efecto en la inflación de Estados Unidos, dado que ninguna de las 87 ciudades cuyos precios el gobierno estadounidense se interesa por conocer es puertorriqueña.
Una nota al margen nada descartable es que la Oficina de Estadísticas Laborales clasifica a la Isla Caribeña de Puerto Rico como parte de su región de Nueva York-Nueva Jersey (junto a las Islas Vírgenes). El propósito de estas oficinas regionales es proveer un punto de vista económico de un área en particular. Esto hace improbable que Puerto Rico no sea parte de una región más cercana geográficamente como el Sudeste, que contiene a la Florida.
Lo que se puede rescatar
En términos de categorías macroeconómicas clave, Puerto Rico no cuenta para Estados Unidos. Esto resulta paradójico pues hace 100 años el Congreso convirtió a todos los puertorriqueños en ciudadanos de Estados Unidos.
La Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) ilustra muy bien esta distinción en su magnífica herramienta estadística conocida como la CIA World Factbook. Esta publicación anual, tipo almanaque, aporta información básica para entender las capacidades económicas, políticas y militares de cada país que forma parte de las Naciones Unidas, además de otras 75 áreas como la Antártida y Gibraltar.
Desde luego que la CIA se permite un artículo para Estados Unidos. Y, de modo separado, otro para Puerto Rico, al cual sus analistas describen como un “territorio autónomo asociado políticamente con Estados Unidos”.
Excluir o incluir en materia de estadística económica tiene serias consecuencias. Ser excluido, como es el caso de Puerto Rico, significa que en Washington hay menos incentivos para resolver los problemas económicos de la Isla. Sin importar cuán mal les vaya a los boricuas allá, la exclusión no quiere decir otra cosa que falta de impacto en las estadísticas nacionales de Estados Unidos, las cuales, como la historia ha demostrado con creces, pudieran decidir una elección. Recordemos que los puertorriqueños residentes en la Isla no tuvieron voz ni voto en las pasadas elecciones presidenciales.
Si un resquicio de esperanza queda, en cambio, es el de ser igualmente ignorado por el IRS (siglas en inglés para Servicio de Impuestos Interno). Los que viven en Puerto Rico no tienen que pagar impuestos federales sobre sus ganancias. Por lo que al menos hay una ventaja en el hecho de ser ignorado por Washington, aunque no de mucha ayuda ya que, visto lo visto, los puertorriqueños han visto sus ingresos desplomarse tras el paso de dichos desastres naturales.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en The Conversation.
