El proyecto chileno que busca integrar a los migrantes a través del emprendimiento

SANTIAGO, Chile– Crear un negocio siendo inmigrante es doblemente difícil. El boliviano Raúl Ruiz lo sabe. Ha pasado 17 de sus 55 años en Chile. Llegó procedente de La Paz donde, aprovechando sus conocimientos de arquitectura, abrió una tienda de muebles de estilo. Sus ventas fueron subiendo y, junto a un grupo de empresarios de su país, comenzó a viajar seguido a Santiago a distintas ferias industriales. Era comienzos de los 90.
Allí conoció a distintos agentes comerciales chilenos que se interesaron en sus productos. Uno de ellos, de hecho, le ofreció, aprovechando las dificultades que estaba presentando su país para exportar productos –debido a los paros y bloqueos carreteros organizados por el en ese entonces dirigente cocalero Evo Morales– abrir una fábrica en Chile.
Ruiz –que se llama igual que el más importante director de cine en la historia de Chile– no dudó: cerró la planta en La Paz y se vino junto a su mujer y dos hijos menores a Santiago en 1999.
“La verdad es que el hombre me mintió. Acá en Chile no tenía plata para abrir nada. Así que nos separamos y le pedí a mi hija mayor que reabriera la fábrica en Bolivia y comenzara a mandarme muebles. Teníamos que sobrevivir”, cuenta Ruiz.
Gracias a la amistad trabada en sus viajes de negocios, comenzó a vender muebles de forma particular. Uno de sus clientes fue uno de esos otrora jóvenes agentes comerciales que conoció quien, ahora, era gerente de un conocido mall santiaguino.
Así comenzó su reinvención. Le pidieron que organizara un evento de artesanía y desde ahí no paró. Hoy tiene una empresa situada en el municipio santiaguino de Estación Central, desde la cual organiza eventos y exposiciones donde contrata, principalmente, mano de obra migrante. Su oficina está a pocas cuadras del terminal de buses de la capital chilena, donde cuenta con un espacio permanente para armar sus exposiciones.
“Yo me salvé por los os que había hecho en mis visitas previas”, explica. “Porque en todos lados los trabajos o negocios se sostienen por las relaciones que tengas. Ya sean amigos de infancia o de la universidad. En el caso de los migrantes partimos de cero, y nos cuesta mucho ganarnos la confianza del chileno”.
La situación de Fernando Echeverría (ecuatoriano, de 44 años) era dramáticamente diferente. Tan diferente que, a los seis meses de llegado a Chile, su vista se había reducido en más de un 90%. El estrés de llegar a un nuevo país sin conexiones y, ahora sí como Ruiz, estafado, lo estaban dejando ciego.
Echeverría llegó a Chile en 2009, atraído por una oferta de trabajo en una empresa de istración aduanera. En Quito trabajaba como empresario portuario, por lo que conocía el rubro. Agarró sus cosas y se vino a Chile. El problema fue similar al de Raúl: cuando llegó, sus empleadores habían desaparecido.
“Fui a la policía y me dijeron que no podían hacer nada. Era invierno, hacía frío y llovía mucho, a lo que no estábamos acostumbrados. Lo primero fue encontrarles un colegio a mis hijos”, recuerda.
Trabajó de todo: de copero en un restorán, de auxiliar de aseo en un edificio, lavando autos. Finalmente, ingresó a un programa social que le permitió operarse la vista y, de ahí en más, no se detuvo: en alianza con la municipalidad de Estación Central fundó la Asociación de Migrantes Latinoamericanos (MILA) que hoy cuenta con más de 4,000 socios y que busca generar redes de os entre los propios migrantes y los empresarios chilenos.
La solución para los migrantes
Un lugar que se repite en ambas historias es la comuna de Estación Central. Ubicada casi al final del centro de Santiago es, casi siempre, el primer lugar al que llega los migrantes que arriban a Chile en bus: aquí está ubicado el principal terminal de Santiago. Según su alcalde, Rodrigo Delgado, este fenómeno explotó hace cinco años, cuando comenzaron a sumarse a la colonia peruana ya residente colombianos, haitianos, ecuatorianos y bolivianos.
Por esto, Estación Central concentra las mayores cantidades de migrantes de la capital chilena. En Santiago, hoy un 3,5% de su población total es de migrantes, pasando de 126,264 en 2005 a 254,403 en 2015, según las últimas cifras de extranjería. De estos, 5,974 viven en Estación Central y un 72% pretende quedarse a vivir en la comuna. La mayoría proviene de Perú, Colombia, República Dominicana, Ecuador, Argentina, Bolivia y Haití, país del cual, se estiman, llegan 110 migrantes diarios al país.
“Tenemos colegios donde más de un 50% de la matrícula corresponde migrantes de primera o segunda generación”, asegura el alcalde de la comuna, Rodrigo Delgado.
Por lo mismo, Delgado afirma que desde hace varios años vienen generando políticas que les han permitido dar respuesta a uno de los dos problemas más urgentes de los migrantes recién llegados: la educación. Esto a través de capacitaciones, cursos de idiomas -desde castellano a creole- y capacitación laboral.
“ Los niños se habían integrado bien a los colegios, pero faltaba la otra mitad de la integración, la socioeconómica. Porque aquí no estamos hablando sólo de un trabajo, estamos hablando también de muchos emprendedores que vienen con la intención de emprender. No es que vengan solo a emplearse”, añade.
Junto a IdeaActiva, el centro de innovación del municipio, y la fundación Ciudad Color, fueron viendo cómo lograr involucrar a los migrantes. Pensaron generar un sistema de reciclaje donde ellos usaran los materiales desechados, luego pensaron apoyos directos a ciertos emprendimientos, pero finalmente dieron con la idea de RedGlocal, un proyecto que hoy está entre los 20 finalistas del concurso el Reto de los Alcaldes, de la organización Bloomberg Philantropies.
“En Chile los migrantes, a diferencia de otros países, llegan por razones económicas. No son refugiados. Ellos necesitan dinero. Entonces decidimos apoyarlos en la integración económica. Ver la forma de que generaran más plata pero más que para que generen el dinero, para que se integren a la comunidad. Integración socioeconómica”, dice Manuel Sandoval, director ejecutivo de Ideactiva.
Para esto generaron RedGlocal, una plataforma que busca ofrecer una red de apoyo y os para migrantes a través del fomento del emprendimiento, logrando así la anhelada integración socioeconómica. A través de una plataforma digital y un espacio físico, los migrantes podrán postular, potenciar, y trabajar sus ideas, para luego implementar y desarrollar sus negocios. Todo esto acompañado por expertos que, además, los pondrán en o con empresarios locales.
Pero Delgado afirma que necesitan ganar el concurso para cumplir con esta iniciativa. “Tendríamos un presupuesto importante para espacio físico donde ellos puedan desarrollar su idea. También va a existir el apoyo económico para que ellos puedan hacer los prototipos de negocios y obviamente habrá un seguimiento y acompañamiento de profesionales. Incluso, también, un capital para que puedan desarrollar su emprendimiento”, dice el alcalde.
La idea, con esto, es que haya más historias con finales felices como las de Raúl y Fernando. Aunque, esta vez, con un poco más de ayuda.