¿Qué deberían producir las ciudades?

Cuando el presidente Donald Trump anunció su Iniciativa de Empleos en el Sector Manufacturero el mes pasado, estaba cumpliendo una promesa que hizo una y otra vez durante su campaña: hacer de Estados Unidos un gran productor de mercancías nuevamente.
"Estados Unidos se convirtió en la economía dominante del mundo al convertirse en el principal productor del mundo", dijo el entonces candidato durante una parada de campaña en Monessen, Pennsylvania, en junio de 2016. Al criticar duramente la globalización y los acuerdos comerciales como una especie de ‘rendición económica’, prometió devolver el país a los días de gloria de las ruidosas líneas de ensamblaje: "Haremos de Estados Unidos el mejor lugar del mundo para iniciar un negocio, contratar trabajadores, abrir una fábrica".
Si los empleos manufactureros perdidos pueden recuperarse en una época de creciente automatización es motivo de escepticismo entre muchos analistas. Después de todo, Estados Unidos está construyendo más que nunca, pero el sector manufacturero simplemente no emplea a tantas personas como antes. Sin embargo, es evidente que esta istración continuará al menos dando la impresión de que está trayendo de regreso los empleos de manufactura de mercancías.
Así que, ¿dónde encajan las ciudades en todo esto? Con su espacio limitado, la densidad de población, y el alto costo, las modernas áreas urbanas ya no son las potencias industriales que fueron hace un siglo. Pero tienen todavía algunas ventajas clave en pequeñas ciudades, zonas rurales y zonas dispersas más allá de los suburbios. CityLab les preguntó a expertos cómo las ciudades estadounidenses pueden utilizar sus fortalezas para aumentar la producción, y aprendió algunas reglas generales.
Olvídense de los productos básicos
El primer consejo no es ninguna sorpresa: no se molesten en cortejar a los fabricantes de aparatos. Con los mayores valores de la tierra y, por lo tanto, menos espacio para las instalaciones de producción que las zonas más allá de los suburbios, la ciudad del siglo XXI no es el mejor lugar para producir productos básicos a gran escala.
"Las ciudades son buenas en cosas que, a menudo, son de menor duración, más personalizadas, [satisfacen] una necesidad en particular, y ahuyentan la naturaleza altamente innovativa de las ciudades", dice Peter Hirshberg, co-autor del libro Maker City. "Eso es muy diferente a tener una gran planta de ensamblaje donde un montón de seres humanos hacen la misma operación una y otra vez".
Adam Friedman, director ejecutivo del Centro Pratt para el Desarrollo Comunitario en Nueva York, coincide con eso. "La línea divisoria [entre las industrias adecuadas y menos adecuadas para las ciudades] se relaciona menos con el tamaño y que con el valor añadido. Es la diferencia entre los productos básicos, como Sweet'n Low—que acaba de cerrar en Nueva York—y los productos de alto valor añadido, los que podrían ser cualquier cosa desde la metalistería arquitectónica hasta los alimentos artesanales, pero también incluyendo muebles y moda". Por lo tanto, sí a la fabricación artesanal de chucrut, no a la fabricación de alimentos industriales.
En estos días, la gente asume que la tecnología debe ser el factor diferenciador, continúa Friedman, pero a menudo no es el caso. "También puede venir del diseño, o la proximidad al mercado, o la calidad con la que se sirve al mercado". El ejemplo de Friedman de un fabricante bien adaptado a su ubicación urbana es de la vieja escuela: Steinway & Sons, que emplea a unas 300 personas en Queens. Los pianos con calidad de concierto son lo último en productos personalizados, y la proximidad a las escuelas de música y a las organizaciones artísticas de un centro cultural como Nueva York es una gran ventaja.
Un ejemplo de alta tecnología que Hirshberg cita es Crye Precision, la cual diseña y produce protección corporal para las fuerzas armadas en el Brooklyn Navy Yard. El fabricante emplea a diseñadores, ingenieros, costureras y más, una sección representativa de un talento que sería difícil encontrar fuera de un área urbana.
Los productos de alto valor tienen márgenes más altos, lo que se traduce en mejores salarios para los trabajadores, apunta Hirshberg. Las instalaciones urbanas de producción suelen ser accesibles mediante el transporte público, una ventaja tanto para los trabajadores como para los empleadores. Y tienden a ser lugares junto a los cuales a la gente no le molesta vivir, en contraposición con los ruidosos talleres de herramientas y matrices de antaño. "La fabricación moderna es una actividad cada vez más limpia, deseable y de alta tecnología que puede encajar en un vecindario [de la ciudad]", dice Mark Muro, alto miembro de la Institución Brookings.
Concéntrese en lo que usted puede hacer bien
Probablemente no existe una ciudad que no quisiera ser el próximo Silicon Valley. Pero las ciudades deberían mejor concentrarse en sus activos distintivos y en contribuir al crecimiento orgánico del sector de la fabricación.
Por ejemplo, Cincinnati. A mediados del siglo XIX, los inmigrantes alemanes se establecieron en el vecindario Over-the-Rhine de la ciudad y comenzaron a producir cerveza y a abrir cervecerías al aire libre. A finales del siglo, Cincinnati era uno de los principales productores de cerveza del país y 17 cervecerías se esparcían por Over-the-Rhine y el adyacente al West End. Muchas de ellas tenían profundos sótanos o túneles para garantizar la temperatura deseada para la cerveza lager. Casi 50 estructuras relacionadas con la producción de cerveza han sobrevivido a este periodo.
Los lugareños establecieron el OTR Brewing District a inicios de la década de 2000 mientras el vecindario luchaba contra la delincuencia y la desocupación. Al principio, se ocuparon solamente de realizar actividades de limpieza y seguridad. Pero "muy rápidamente, aprovechamos el hecho de que este legado cervecero era un increíble activo", afirma Steve Hampton, director ejecutivo de la organización sin fines de lucro. Comenzaron a organizar tours relacionados con la historia de la producción de cerveza en 2006.
Desde entonces, Over-the-Rhine ha experimentado un notable resurgimiento —generando preocupación sobre la gentrificación— y ha atraído la atención de diversos tipos de negocios de producción. No es de sorprenderse que incluyan no solo cuatro cervecerías operativas, sino también una incubadora de negocios gastronómicos donde los empresarios de alimentos pueden arrendar espacio por hora y First Batch, una aceleradora empresas de manufactura que funciona en la Moerlein Ice House, que alguna vez formó parte de la Christian Moerlein Brewing Co.
Hampton dice que algunas de las antiguas estructuras de cervecerías no huelen bien y es difícil transformarlas en condominios, pero que se prestan muy bien para usos industriales. Y la arquitectura de la zona y la historia de la producción de cerveza son lo suficientemente ricas como para atraer a lugareños y turistas ansiosos por echar un vistazo, quienes a su vez se vuelven clientes de los minoristas locales. "Continuamos haciendo muchos proyectos relacionados con la promoción del legado [de producción de cerveza] y con su uso como una herramienta de desarrollo económico para atraer visitantes y sus dólares al vecindario", dice Hampton.
Hay que mirar más allá de las incubadoras
Todo el mundo está estableciendo pequeñas incubadoras de negocios y espacios para crear actualmente. Son importantes, dice Muro. Los espacios para crear con equipos compartidos les permiten a los incipientes emprendedores "realizar ciclos limitados de fabricación, sin necesidad de comprar costosas herramientas modernas de fabricación". Él considera las redes de dichos espacios que surgen ahora "una infraestructura real y descentralizada para apoyar realmente la manufactura importante basada en la ciudad".
Pero el apoyo tiene que ir más allá de la fase de gestación. En St. Louis, Brick City Makes es una nueva empresa con sede en un almacén de seis pisos de 1912 donde alguna vez se fabricaron sombreros y sillas. Es una asociación entre St. Louis Makes —una organización sin fines de lucro que apoya a los empresarios de fabricación— y DeSales Community Development, la instalación, que aún no se pone en marcha, está dirigida no sólo a las pequeñas, sino también a las medianas empresas.
"Brick City Makes no es una incubadora ni una aceleradora", dice su director ejecutivo, Marc Bowers. En su lugar, está "dirigida a empresas en esa fase en que la escalabilidad es el problema". Al resolver los problemas inmobiliarios de estas compañías, tanto grandes (la necesidad de más espacio) como pequeños (la frustración por techos con goteras y luces rotas), Bowers espera liberar a los empresarios para que se puedan concentrar en el crecimiento. Además, siendo parte de un centro, pueden utilizar a sus compañeros empresarios como caja de resonancia para los discursos cuando intentan ganar nuevas cuentas.
El legado manufacturero de St. Louis "descansa en materiales de la vieja escuela de como metal y madera", afirma Bowers. La futura mezcla de inquilinos aún no está clara, pero prevé "fabricantes en gran medida industriales de metales, maderas [y] plásticos", así como algunas empresas más artesanales. "No la vemos como una comunidad de artistas", dice. DeSales posee el almacén directamente, y desde su perspectiva, la empresa mixta complementa otras estrategias para revitalizar los barrios de la ciudad.
Bowers tiene un nombre para el tipo de espacio que ofrece: "espacio intermedio". Lee Wellington, director ejecutivo de Urban Manufacturing Alliance, lo llama "espacio gradual", y afirma que es fundamental conforme las ciudades avanzan en la fabricación. "Las incubadoras pueden ser atractivas, pero también creo que no podemos perder de vista la necesidad que tienen las empresas que crecen hasta el punto que necesitan controlar todo en su uso del espacio".
Wellington dice que las ciudades —especialmente las caras— necesitan trabajar para preservar o crear espacios para la producción. Sin embargo, "no hay que aferrarse a cada espacio zonificado para la fabricación y asegurarse de que se mantenga así". Ella apunta a Cincinnati, que implementó la zonificación urbana mezclada especial en el Brewery District que permite la coexistencia de los usos residencial y de manufactura ligera uno junto al otro, pero no prohibe que antiguos edificios industriales sean adaptados para un uso diferente. Otras ciudades que están trabajando en la zonificación flexible y amigable con la producción incluyen Nashville, Indianápolis y Somerville, en Massachusetts.
Hay mejores prácticas para fomentar la mano de obra de fabricación de una ciudad, dice Wellington, como ampliar el aprendizaje de oficios e introducir a los niños en edad escolar a las artes y oficios. Los desarrolladores de vivienda sin fines de lucro pueden desempeñar un papel, como hace ahora DeSales en St. Louis, integrando la renovación industrial en su enfoque de revitalización del vecindario. Si surge una agrupación de industrias, eso pueden realzar la marca de una ciudad; Boulder, por ejemplo, ahora se conoce como un centro de empresas alimentarias. Pero los líderes locales deben conocer las necesidades de esa industria y ofrecer apoyo específico para que esa agrupación prospere, dice Wellington.
"Realmente hay que sumergirse en las agrupaciones y comprender los posibles puntos débiles en la cadena de suministro", aconseja. "[Hay que tomarse] el tiempo para tener un enfoque muy detallado". Por ejemplo, "[si] se tiene un creciente sector de bienes blandos, hay que comprender si existen limitaciones en torno a la reparación de las instalaciones de máquinas de coser, y abordar esa situación rápidamente, para asegurarse de que el sector crezca".
La pregunta de los empleos
Por último, la gran pregunta: ¿puede una base de fabricación compuesta en gran parte por estos negocios de boutique realmente generar un número considerable del tipo de empleos estables de manufactura de clase media que alguna vez florecieron en Estados Unidos durante la posguerra?
Las operaciones de una sola persona están ocupando un mayor porcentaje de los negocios de fabricación a nivel nacional. En 2014, había más de 350,000 establecimientos manufactureros sin ningún empleado además del propietario, un aumento de casi un 17% en comparación con la década anterior. Los establecimientos con otros empleados disminuyeron en un 12% durante el mismo período.
Internet les facilita a los empresarios por cuenta propia encontrar un mercado, así como servicios de apoyo empresarial (tales como diseño de páginas web y software de contabilidad). Todo el papeleo necesario para contratar a un primer empleado puede ser desalentador. Por otra parte, llega un punto para cada pequeño negocio exitoso en el que al dueño simplemente no le resulta trabajar unas horas más por sí mismo y tiene que contratar ayuda.
"Se está viendo este fenómeno de pequeñas empresas manufactureras ‘start-up’, y ahora hay muchos más recursos disponibles para apoyar a estas personas", dice Muro. "Sólo en los dos últimos años realmente me ha parecido que son lo suficientemente robustas como para realmente generar empleos de forma seria. Creo que está comenzando a suceder". En las ciudades donde las empresas "start-up" pueden aprovechar las grandes redes de distribución, "algunas de estas iniciativas osadas y sofisticadas pueden tener la oportunidad de expandirse hasta el nivel nacional". Además, las marcas fundadas sobre la autenticidad y la artesanía pueden ser más resistentes a la automatización.
Al mismo tiempo, dice, no debemos esperar ver millones de nuevos empleos en la manufactura urbana. La mayoría de las empresas seguirá siendo de pequeña escala, sirviendo a los mercados locales y regionales. En lugar de perseguir objetivos de empleo poco realistas, "creo que celebrar el localismo, la autenticidad local y las ideas frescas es el enfoque correcto", dice Muro.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.