Japón regulará a los turistas que ‘juegan’ al Mario Kart por las calles de Tokio

Preparados, listos, paartieron… Bueno, Mario, no tan rápido.
Hoy, l os residentes de Japón están acostumbrados a ver extranjeros pasar a toda velocidad por las calles de Tokio, subidos en go-karts de un rojo intenso. Se trata de turistas que imitan el popular juego Mario Kart, pero en la vida real.
Quienes van al volante, a menudo, se disfrazan para parecerse a personajes como Mario, Yoshi y Peach, pero al mismo tiempo forman parte del tráfico del mundo real, sonriendo y saludando a los viajeros que los miran atónitos.
Se trata de una de las más llamativas atracciones de Japón en medio de su auge turístico, pero que también se ha transformado en una molestia para algunos lugareños. Por su parte, el Ministerio de Transporte aseveró la semana pasada que fortalecería las medidas de seguridad relativas a los karts, cuando revise en marzo la Ley de Vehículos de Transporte por Carretera, de acuerdo con el periódico de alcance nacional The Japan Times .
“Es peligroso, pues otros autos no ven los karts ya que son muy pequeños”, refirió un funcionario del ministerio a la Agencia -Presse. Las normativas propuestas, según la AFP, requerirán que todos los karts tengan al menos un metro de alto y que la rueda motriz esté hecha de un material blando para evitar accidentes y lesiones. Entre las medidas más importantes, esta es la guinda del pastel: los choferes tendrán que, finalmente, ponerse el cinturón, algo que no era exigido con anterioridad (los karts se incluyen en la misma clasificación de las motocicletas, las cuales obedecen regulaciones más laxas en las leyes japonesas del tránsito).
De hecho, todo va viento en popa hasta que uno de estos turistas, embutido en su kart, se subió a la acera y se estrelló contra una estación de policía, como ya sucedió. O hasta que otro se las arregló para chocar con un auto estacionado. El Times reportó en mayo que, en el lapso de dos meses, la policía de Tokio ha registrado una serie de incidentes de este tipo, diez de los cuales involucraron a turistas extranjeros, aunque en ninguno de ellos hubo muertes que lamentar. Con todo, la cifra es notable, ya que hablamos de una metrópolis con una de las tasas más bajas en el mundo de muertes por accidentes de tránsito.
La policía de Tokio ha estado instando a los proveedores de karts, como MariCart, a prestar servicios más seguros alentando a los clientes a llevar medios de protección como cascos, y a apagar sus teléfonos inteligentes durante los recorridos. Si bien las compañías sí ofrecen informes de seguridad, hasta ahora los cascos han sido opcionales, y, a juzgar por la cantidad de selfies de Wario en Internet, los teléfonos inteligentes siguen encendidos a la hora de andar en estos vehículos. Los choferes, por reglamento, tienen que presentar una licencia de conducción, ya sea local o internacional, pero el Times reportó que al menos un turista manejó sin haber mostrado la debida documentación.
Lo irónico es que, según un estudio, videojuegos como Mario Kart se supone que convierten a las personas en mejores conductores. Aunque es comprensible que, para muchos, sea una experiencia única en la vida. Así que, ¿cómo no disfrazarse del plomero italiano más idolatrado del mundo (o sea cual sea el oficio de Mario hoy día), y hacerlo en un país que lo adora a tal punto que alguien pudo convencer al Primer Ministro Shinzo Abe, usualmente estoico, para salir de una tubería verde de aguas residuales, en plan “ Abe Mario”, anunciando los Juegos Olímpicos Tokio 2020?
¿Serán las nuevas regulaciones un obstáculo a la liberación de adrenalina de los turistas? Quizás solo un poco. ¿Quedarán más satisfechos los residentes locales? Presumiblemente sí.
Entretanto, se rumorea que Nintendo, quien demandó a MariCart por infringir los derechos de autor, planea construir su propia pista en su tan anhelado parque temático, donde se podría tanto derrapar como arrojar cáscaras de plátanos a los demás. Hasta entonces, seguiremos soñando con manejar a través del camino del arcoiris.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.