Cómo la navidad dejó el centro de las ciudades, pero poco a poco está volviendo

En Detroit, la tienda de departamentos Hudson's, que se encontraba en la esquina de las avenidas Woodward y Gratiot, era la más alta del mundo. Conforme crecía la industria de Detroit, también crecía la tienda. Los compradores —hasta 100,000 al día— exploraban los 49 acres de espacio repartidos en más de 25 pisos. En su apogeo, la tienda contaba con 600,000 artículos. El enorme edificio era especialmente alucinante en Navidad, cuando servía como el epicentro de los festejos de la ciudad.
Desde 1924, la tienda albergó el desfile del Día de Acción de Gracias, anunciando el inicio de la temporada de vacaciones con carros lecheros que tiraban de carrozas por las calles. Finalmente, el desfile concluía cuando Santa y un personaje llamado Villancico se subían a la marquesina de la tienda, donde el alcalde les entregaba las llaves de la ciudad. Santa saludaba al mar de juerguistas que inundaban las calles.
Durante la temporada de fiestas, multitudes de peatones se entremezclaban en las aceras, mientras las orientaciones de un policía de tránsito resonaban desde un altavoz montado a un costado de la tienda. Los árboles de Navidad desfilaban a lo largo de la fachada de la avenida Woodward y un árbol iluminado de nueve pisos brillaba en un lado del edificio.
50 vidrieras animadas envolvían la planta baja, y la música de fiesta viajaba por tubos hacia las aceras, donde los vendedores vendían palomitas de maíz, castañas y chocolate caliente. Cada temporada, 250,000 niños llegaban hasta el piso 12, donde recorrían un bosque encantado, con árboles, bancos de nieve y luces. Para satisfacer la demanda, equipos de Santas trabajaban seis al mismo tiempo, sigilosamente separados por tabiques. La tienda del centro era una gran atracción para las familias, porque tenía tiendas, restaurantes, atracciones, vidrieras, y mucho más, dice Michael Ha, el coautor, junto con Marianne Weldon, de Hudson's: Detroit’s Legendary Department Store.
En muchas ciudades de Estados Unidos, las abarrotadas aceras tenían un atractivo festivo. La prisa estimulaba el sentido de comunidad. "La sensación de que todo el mundo estaba haciendo sus compras de Navidad, las vidrieras estaban todas encendidas, era una gran experiencia compartida", dice Jan Whitaker, un historiador social y autor del libro Service and Style: How the American Department Store Fashioned the Middle Class.
Y las tiendas querían integrarse a la infraestructura de la ciudad, ser parte de la vida cotidiana de los residentes. El centro era una "confluencia de la vida urbana, un espacio cuasi-público que borraba las divisiones de clases y orgullosamente se veía a sí mismo como parte de la ciudad a su alrededor", escribió Robert David Sullivan en el Boston Globe en 2011. Las celebraciones navideñas estaban firmemente arraigadas en las tiendas por departamentos y las tiendas, a su vez, eran el centro de la vida local.

Hudson's estaba iluminada con un árbol de nueve pisos (Michael Ha/Central Business District Foundation).
Cómo los suburbios se robaron la Navidad
En 1953 —cerca del apogeo de la población urbana de Detroit— las ventas de Hudson's superaban los 153 millones de dólares. Pero entonces, el distrito de compras de la ciudad fue afectado por una combinación de dos factores devastadores: la reducción de la población y los nuevos centros comerciales suburbanos.
Hudson's puede haber contribuido a su propia muerte en 1954, cuando la compañía financió la construcción del Northland Center, un gran centro comercial suburbano diseñado por Victor Gruen. Northland, y otros complejos en los suburbios cercanos, rápidamente desviaron compradores de la tienda insignia conforme los residentes blancos huían de la ciudad. Unas 7,200 tiendas cerraron entre 1958 y 1972, escribió el Detroit Free Press en una esquela de 1983 para Hudson's.

Era poco probable que las sucursales suburbanas contaran con el mismo tipo de espléndidas celebraciones que eran comunes en las tiendas insignia en el centro de la ciudad. Un buen ejemplo: esta galería de tarjetas en Hudson's (Michael Ha/Museo Histórico de Detroit).
Después de 90 años en el negocio, la tienda del centro cerró en 1983. "Fue como el efecto dominó por todo Woodward", dice Ha. Otras tiendas de departamentos y las tiendas de variedades, incluyendo Crowley's y Kresge's—algunas de las cuales celebraban extravagantes celebraciones navideñas—habían desaparecido también. Los antiguos escaparates estaban clausurados a lo largo del corredor.
El edificio de la tienda Hudson's quedó vacante, y permaneció así por más de 15 años. Aunque numerosos intentos de renovación fracasaron, el "gran y querido sitio emblemático comenzó a convertirse en una gran monstruosidad, más notable por sus ventanas rotas e intrusos que por sus grandes ventas y Santa", informó el Detroit Free Press. El enorme edificio fue demolido en 1998, produciendo 660 millones de libras de escombros que se alzaron en la calle en una pila de 60 pies de altura.
Como se redujeron las tiendas de departamentos en todo el país, los centros comerciales y las plazas que ocuparon sus lugares tuvieron que decidir si mantener o desechar las antiguas tradiciones festivas, a menudo para el disgusto de los residentes. En Boston, un árbol recién cortado y una cadenas de luces "no pueden ocultar un fantasma en el centro de todo: la melancólica fachada y un enorme agujero en el suelo donde solía estar la tienda Filene's", escribió Sullivan.
Algunas de las tiendas del centro que sobrevivieron bajo nuevos dueños intentan mantener versiones híbridas de las tradiciones locales. Un espectáculo anual de música y luces todavía deslumbra en la otrora tienda de departamentos Wanamaker en Philadelphia, que ahora es un Macy's. Sin embargo, la magnitud palidece en comparación con los elaborados conjuntos que decoraban la tienda en la primera mitad del siglo XX. En Chicago, los visitantes aún hacen fila durante horas para cenar en el restaurante Walnut Room, fundado hace 111 años, en la otrora tienda Marshall Field's, que fue adquirida por Macy's en 2005, para el horror de muchos aficionados locales. "Me encuentro con mujeres que llevan a sus hijos al restaurante Walnut Room, incluso ahora que es propiedad de Macy's, porque sus madres, abuelas y bisabuelas iban allí cada Navidad", dijo la autora Leslie Goddard, quien da conferencias sobre la historia de Marshall Field's, al Lake Zurich Times. "No hay muchas tradiciones que se remonten tanto en el tiempo".
En la mayoría de los casos, cuando las tiendas emigraron lejos de los centros urbanos, no llevaron consigo las celebraciones más extravagantes. "Las sucursales nunca tuvieron la plenitud que tenían las tiendas del centro", dice Whitaker. Los compradores pasaban de estacionamientos bloqueados directamente a las puertas, no había necesidad de poner elaboradas vidrieras.
Además, conforme avanzaba la expansión suburbana, la propia definición del ‘centro’ parecía tenue. "La gente ni siquiera sabe muy bien qué significa centro", dice Whitaker.
Una muy feliz planificación urbana
Pero, recientemente, algunas ciudades están utilizando las celebraciones navideñas para ayudar a definir y revivir sus distritos del centro. Por séptimo año consecutivo, los residentes de Phoenix pueden tomar chocolate caliente bajo un árbol de Navidad de 36 pies de altura y pueden ponerse los patines de hielo y deslizarse sobre una extensa pista de patinaje al aire libre. Pero hace una década, esta escena lucía muy diferente.
Si se introducía ‘Phoenix, AZ’ en Google Maps en el año 2005, el marcador caía aquí en el cruce de Central Avenue y la calle Washington, la intersección desde donde se cuentan todas las direcciones de la ciudad. Las cuadras cercanas estaban preparadas para grandes cambios: Estaba programada la apertura de un sistema de tren ligero, un centro de convenciones, un hotel y un campus biomédico, respaldados por fondos de la ciudad, el condado y el estado. Pero las cuadras no parecían prometedoras. "Justo en medio de todo esto había tres espacios de estacionamiento en superficie vacantes en el nexo de este universo", dice Jeff Moloznik, vicepresidente de desarrollo de la empresa inmobiliaria RED.
El equipo de Moloznik compró los lotes y comenzó a jugar con la idea de construir un centro desde cero. "Lo primero que había que hacer era conseguir que la gente reconociera que el centro existía", dice Moloznik. "Se puede tener un diseño increíble, pero si no hay gente, no sirve de nada. Sabíamos que necesitábamos poblar un área que, durante generaciones, no ha sido poblada".
CityScape, un desarrollo de uso mixto de 500 millones de dólares, ha sido introducido en varias fases durante los últimos diez años (la tercera entrega, incluyendo una tienda de abarrotes, espacios comerciales y 300 unidades de apartamentos, comienza el próximo año). Las celebraciones navideñas han sido el núcleo del proyecto.

La pista de patinaje CitySkate en Phoenix se mantiene congelada a pesar del calor (RED).
El Departamento de Parques de Phoenix dedicó dos acres al proyecto; esas parcelas se han convertido en CitySkate, la pista de patinaje al aire libre abierta desde Acción de Gracias hasta principios de enero. El equipo se inspiró en la pista de patinaje del Central Park de Nueva York, dice Moloznik, donde el hielo es altamente visible para los transeúntes, y tomaron la pista de hielo junto a la playa en el Hotel del Coronado de San Diego como prueba de que un clima cálido no necesariamente derretiría esta diversión refrigerada. Para aumentar el sentimiento de pertenencia a una comunidad, aspiraban a crear un "espacio público natural y orgánico que sea deliberadamente poco controlado porque queremos que sea acogedor para todos", agrega Moloznik. Estima que la pista de patinaje atrajo 40,000 patinadores el año pasado, además de muchos más juerguistas.
Entretanto, el antiguo sitio de Hudson's en Detroit finalmente podría estar volviendo a la vida también. Desde la demolición, el sitio ha pasado los años como estacionamiento mientras se han propuesto y frustrado los planes para su reutilización. Dan Gilbert, un magnate inmobiliario local que posee casi 100 propiedades en la ciudad, ha propuesto ahora una torre de gran altura que se alce en el sitio. Los planes aún no se han hecho públicos, pero Crain's Detroit Business predijo una combinación de espacios residenciales y comerciales.
Según Ha, la ciudad ya ha acelerado las decoraciones festivas en las farolas y en los parques en los últimos años. Muchos de esos esfuerzos parecen estar concentrados a lo largo del corredor de la Avenida Woodward, ahora el nexo de algunos de los esfuerzos de revitalización más llamativos de la ciudad, incluyendo la recientemente establecida línea de tranvías, que va desde Campus Martius hasta New Center.
Este es el 13º año que el parque Campus Martius ha instalado un árbol de Navidad gigante (actualmente, es una centelleante pícea de Noruega de 60 pies de altura). También hay una pista de patinaje sobre hielo, además de paseos en carruajes, visitas de Santa, y eventos nocturnos para adultos: festivales de cerveza artesanal, fiestas de suéteres feos y maridajes de bourbon y barbacoa. Las tiendas temporales en las inmediaciones presentan diferentes minoristas. Algunos inquilinos de la temporada vacacional —muchos procedentes de los suburbios circundantes— han pasado a arrendamientos a largo plazo en la ciudad.
"Es increíble cómo ahora las personas acuden a Campus Martius", dice Ha.
No existe ninguna garantía de que Santa volverá a andar como pez en el agua en el área de lo que fue la antigua tienda Hudson's. Pero ha encontrado un nuevo hogar en el centro de la ciudad.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.