En Dinamarca, la gente está 'jugando' a ser lobos sueltos por la ciudad

Levanta su hocico al aire mientras entra trotando a un estacionamiento oscuro en Valby, el distrito de Copenhague que es la sede de la cervecería Carlsberg. Inclina su cabeza hacia atrás y aúlla hacia el cielo oscuro y claro. Después se queda callada, esperando. De pronto, un coro de aullidos resuena de las paredes de concreto de los edificios de oficinas y llega a sus oídos. Ella se escabulle silenciosamente hacia el sonido con sus dos patas con la esperanza de localizar a otros de su manada.
Y sí, tiene dos patas, que realmente son piernas. Ella no es una loba sino una mujer de la zona rural de Jutland, en Dinamarca. Se llama Dorothea Marie Bach Nielsen y ahora vive en Copenhague donde está estudiando partería. Pero por una noche ella y otros diez residentes de Copenhague asumieron las identidades de lobos para tratar de pensar y sentirse más como estos caninos silvestres.
Esto fue parte de un proyecto artístico llamado Wolf Safari (Safari de Lobos), el cual está albergado por un colectivo artístico finlandés llamado Toisissa Tiloissa (Otros Espacios), en colaboración con otros dos espacios de actuación de Copenhague. Otros Espacios ha organizado safaris de lobos a lo largo de Europa Occidental y Rusia.
En una mañana fría de febrero, me reuní con Nielsen para dar un paseo alrededor de los lagos centrales de Copenhague. Los transeúntes nos miraban de soslayo a medida que ella me explicaba —mediante una demostración ruidosa— la diferencia entre el aullido “woooo” que los lobos usan para encontrar uno al otro y los aullidos “arfarfarf”, que sirven de saludo.
“Estoy interesada en todos los animales, pero los lobos son particularmente especiales”, dijo Nielsen. “Soy de Jutland, donde hay muchos granjeros. Los granjeros temen que la nueva población de lobos destruirá al equilibrio actual de la naturaleza y que acabará con su sustento: las ovejas”.
El año pasado, científicos daneses confirmaron la presencia en Jutland de una manada de lobos con dos a cuatro adultos y siete a ocho cachorros. Es la primera manada silvestre que ha vagado por Dinamarca en más de 200 años. Los últimos lobos silvestres del país fueron exterminados por cazadores y granjeros enojados en 1813. Los científicos dicen que los lobos machos han estado presentes en el país desde 2012, pero que la manada se pudo formar después de que una loba joven viajara más de 300 millas hacia el norte desde Alemania para entonces llegar a Dinamarca.
Dinamarca es sólo el país más reciente de Europa Occidental en experimentar un resurgimiento con la población de lobos. Pero en la mayoría de los países, cazar (legal o furtivamente) y atrapar lobos aún es prevalente.
Eva Handberg y Ricardo Melitón Torres son amigos que participaron por separado en safaris de lobos en Aarhus (otra ciudad danesa ubicada en Jutland) y en Copenhague. Nos reunimos para tomarnos un café unos días después de que conocí a Nielsen y ellos me describieron cómo son estos safaris. “Todos nos reunimos en un cuarto pequeño en la Escuela Brobjerg a más o menos las nueve de la noche y nos sentamos en un círculo”, dijo Handberg. “Los instructores nos enseñaron sobre las vidas naturales y sociales de los lobos, las maneras en que son amenazados por las personas y cómo los lobos se comunican mediante sonidos y el lenguaje corporal. Entonces cuando ya pensaban que éramos suficientemente lupinos, nos mandaron para la calle”.
Torres dijo que su ‘grupo de lobos’ tenia dos tareas principales. La primera era localizar a todos los de la manada y la segunda era realizar una caza juntos al encontrar el ‘uapití’, quien era una persona sosteniendo una mochila llena de comida.
“Aullé y aullé y correteé extenuado, tratando de encontrar a mi manada y fue totalmente excitante”, dijo. “Recibí miradas extrañas de la gente en las calles. Eso presentó un reto porque no les pude decir lo que estaba haciendo. Después de todo, se supone que yo era un lobo”.
Los organizadores de los safaris les dan a los ‘lobos’ unos trozos de papel que explican la actuación. Los participantes pueden entregar estos trozos silenciosamente a cualquier persona con la que se encuentren —tal como un guardia de seguridad— que parezca sospechar de sus comportamientos tipo lobo, los cuales podrían incluir aullar, oler, escabullirse contra edificios, evitar personas y autos o saltar cercas.
“Si sólo [los transeúntes] hubieran correteado al lado de nosotros como lobos… me imagino que lo hubieran disfrutado”, dijo Torres.
El proyecto coincide con la reaparición de los lobos, pero no fue creado en respuesta a ésta. Timo Jokitalo, productor de Otros Espacios, dijo que la idea le vino después de una larga sesión de entrenamiento en 2014, cuando un grupo de artistas asaltaron la cocina y “se comieron todo lo que pudieron alcanzar”. Alguien bromeó que estaban actuando como lobos. Otros Espacios ya había creado una actuación en que se le invitaba al público a aprender sobre —y actuar como— un reno, la cual se llamaba Reindeer Safari o Safari de Renos. Entonces el Safari de Lobos fue una secuela natural de esta actuación.
Jokitalo dijo que una de las metas artísticas es que la gente tenga una experiencia no humana. “Esperamos que los participantes sientan, al menos momentáneamente, que realmente se convirtieron en lobos”, dijo. “Pensamos que esta transformación es clave para un entendimiento más profundo del animal y, además, transforma la naturaleza de nuestra humanidad”.
Handberg dijo que el taller sí la hizo sentirse diferente. “Quizás no pensé ni sentí [emociones] exactamente como una loba; no sé si eso sea posible. Pero sí me sentí más desatada y libre. Creo que es muy valioso ver a tu ciudad desde detrás de los ojos de un animal. Te puede ayudar a entenderlos y, con suerte, a respetarlos un poco más”.
El regreso de los lobos a Jutland y a otras partes de Europa quizás sea más bienvenido entre los residentes urbanos que entre los granjeros en el campo, quienes tienen ganado que proteger. Pero los lobos se han aventurado cerca de algunos centros poblacionales principales, entre ellos Berlín. Y mientras más las ciudades humanas invaden los hábitats naturales, resulta más probable que los humanos interactúen con los lobos. Noruega, Francia y Dinamarca están tratando de crear medidas para proteger a los lobos que conserven la biodiversidad natural y que al mismo tiempo sean atractivas para los granjeros, quienes mayormente ven a los lobos como una amenaza a su modo de vida y reaccionan a su presencia al dispararles y ponerles trampas.
Matar a los lobos y a los otros predadores grandes quizás termine aumentando sus poblaciones, lo cual empeorará la matanza del ganado. Según los científicos, por cada lobo que se mata en una manada, la cantidad promedio de ganado que se espera que será cazado por lobos termina aumentando en un 5 a un 6% por rebaño en el caso de las vacas y en un 4% en el caso de las ovejas. Esto quizás se deba al cambio en la dinámica de una manada que ocurre después de que se mata a un lobo. Además, los animales predadores principales como los lobos son una parte crítica de un ecosistema saludable.
Kent Olsen, biólogo en el Museo de Historia Natural en Aarhus que estudia los lobos, dijo que cree que el Safari de Lobos podría beneficiar a la conservación de lobos en Dinamarca mediante alguno tipo de programa educativo basado en la educación. “Le conté a mi hija de 13 años sobre el Safari de Lobos y esto inmediatamente provocó varias ideas en donde ella sugirió cómo [el safari] se podría realizar”, escribió Olsen en un correo electrónico.
Ya sea que los participantes en el Safari de Lobos sientan un salvajismo genuino —o incluso que se sientan como estos animales— de manera en que se podría promover la conservación de los lobos, una cosa sí es cierta: actuar como un lobo en público es una experiencia que no se te olvidará.
Aunque ya habían pasado meses desde su safari, Torres hizo una pantomima de su personalidad de lobo hambriento como si hubiera hecho la actuación ayer. “La presa era una mezcla de papitas fritas, chocolates, zanahorias, panecillos, vino, fruta seca, vino. Un tipo trajo carne cruda”, dijo. Miró hacia abajo a sus puños todavía cerrados como patas, como si lo estuviera rememorando.
“Fíjate que después de que atrapamos al uapití y comimos los alimentos juntos, lo único que quería hacer era encontrar un lugar agradable para esconderme y dormir junto con los demás lobos”, dijo Torres. “Me dio un poco de tristeza darme cuenta de que no estaríamos haciendo eso porque ya se había acabado la actuación y los organizadores querían ir a sus casas y dormir”.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com