null: nullpx
CityLab Vivienda

Las técnicas arquitectónicas tradicionales pueden ser la solución al reconstruir México

Luego del terremoto, el presidente Peña Nieto ha prometido fondos, pero la pregunta que persiste es cómo será la forma de construir y si esta aprovechará materiales típicos que sí pueden ser resilientes, como el adobe.
Patrocina:
14 Dic 2017 – 03:57 PM EST
Comparte
Default image alt
Una vivienda destruída luego del terremoto del 8 de septiembre, en Juchitán, Oaxaca. Crédito: Getty Images

A tres meses de los devastadores terremotos en México –sucedidos el 7 y 19 de septiembre–, miles de familias mexicanas siguen sin hogar. Tan solo en el estado de Oaxaca, 7,500 casas quedaron inhabitables tras el sismo del 7 de septiembre.

El gobierno de Enrique Peña Nieto está promoviendo el autoconstrucción y está dando menos de 6,500 dólares a cada familia que perdió su casa. Según el presidente, con eso, si se juntan algunas familias, podrán reconstruir una casa de dos cuartos de concreto.

Sin embargo, la fórmula del gobierno aún está generando muchas dudas. Entre ellas está la forma misma de la reconstrucción: cómo serán las nuevas viviendas. Arquitectos locales han criticado la falta de respuesta integral del estado en ese sentido. Dicen que, en la arquitectura tradicional mexicana, que usa materiales locales y respeta la cultura, está la respuesta.

Pero para esto hasta el momento no solo los montos son insuficientes, sino que falta asesoría. “El gobierno no está ayudando para que no vuelvan a cometer los mismos errores”, explica Emiliano García, arquitecto. “Si tu das dinero para que se construya otra vez mal, en realidad no estás resolviendo un problema, estás generando un problema nuevo”.

El modelo oficial de reconstrucción

Actualmente, el gobierno federal está ayudando a las familias que sufrieron la pérdida total de su vivienda con 120,000 pesos (6,437 USD). “[Esto] permite la reconstrucción de una vivienda digna y decorosa con dos cuartos”, dijo la Secretaría de Gobernación en un comunicado.

Peña Nieto ha dicho que, con este monto, las familias deben organizar lo que se conocen como ‘tandas’ en México, sistemas colectivos que permitirían reconstruir juntos entre cuatro o cinco familias. El Congreso ha aprobado 24,644 millones de pesos por el Fondo de Desastres Naturales (1.23 millones de dólares).


Sin embargo, existe mucho escepticismo entre los mexicanos cuando Peña Nieto habla de temas de construcción. Desde su elección en 2012, ha sido vinculado con diversos casos de corrupción con constructoras, siendo el más escandaloso la ‘Casa Blanca’, un edificio donde vivía Peña Nieto y su esposa Angélica Rivera (una periodista mexicana observó que la Casa Blanca valía la equivalente de 450 veces de lo que están otorgando para la reconstrucción de una casa derrumbada). La casa estaba a nombre de los dueños de Grupo Higa, una constructora del Estado de México que recibía diversas licitaciones cuando Peña Nieto era gobernador de la entidad. Por su cercanía a empresas como Grupo Higa, muchos mexicanos temen que el gobierno desvie recursos destinados a la reconstrucción o entregue contratos a sus empresas preferidas.

Además, el modelo del Fondo de Desastres Naturales (o Fonden) es muy vulnerable a la corrupción. Según una investigación de la revista mexicana Proceso sobre la reconstrucción en la Montaña de Guerrero después de los huracanes y deslaves de 2013, hubo “uso irregular de los recursos millonarios del fideicomiso del Fondo de Desastres Naturales (Fonden), que benefició a una red de funcionarios federales, políticos y empresarios del sector de la construcción que incumplieron los contratos”. En cuatro años, solo han terminado un 43% de las 16,776 viviendas que comprometieron hacer en Guerrero.

García dice que, además de la corrupción, las casas no son adecuadas por poblaciones rurales. Explica que construir una vivienda de 40 metros cuadrados de concreto no va a satisfacer las necesidades de familias que tenían casas amplias y que aprovechaban un estilo particular acorde con las condiciones climáticas de las regiones.

“De las casas que han caído, la mitad son de adobe y la mitad son de material”, dice García. “No es un tema del material, sino de construir mal”. Eso va en contra de la perspectiva de organizaciones gubernamentales como el Fondo de Desastres Naturales que construye casas por damnificados con concreto y otros materiales alejados de la realidad de muchas comunidades rurales.

Arquitectura local para responder a problemas locales

García y cientos de otros arquitectos e ingenieros crearon ReConstruir México, una iniciativa de la sociedad civil para reconstruir de una manera regionalmente adaptada y en colaboración con las comunidades locales. “No queremos el mismo modelo para todas las comunidades . Estamos totalmente en contra de eso”, dice García.

Esta mentalidad refleja la diversidad y complejidad de los sistemas constructivos en el país. Un 70% de las estructuras en México están construidas sin la intervención de un ingeniero o un arquitecto. El adobe y la madera son dos de los materiales más comunes en la autoconstrucción. En estados como Morelos, en el centro de México, técnicas tradicionales como bajareque (una construcción hecha de cañas y palos unidos con una mezcla de barro y paja) y tapial (una pared hecha de tierra amasada) son todavía practicadas por maestros artesanos.

En este tuit, la organización Cooperación Comunitaria explicó algunas de las claves que ellos recomiendan a la hora de reconstruir:

En el Istmo de Tehuantepec, la región más afectada por el temblor del 7 de septiembre, los ladrillos de adobe generan un ambiente fresco en el clima cálido y húmedo. Las casas del Istmo son diseñadas con patios grandes donde muchos tienen sus cocinas y se puede aprovechar las brisas que vienen del mar. Todas estas prácticas son tipologías de lo que se conoce como arquitectura vernácula.

“Para tener una vivienda digna, se requiere una adaptación a la región”, dice García. “Eso es un diseño bioclimático que toma en cuenta la luz, el aire, la temperatura, la humedad y el uso de los recursos locales”.

No solo los arquitectos mexicanos promueven la reconstrucción con técnicas locales: la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ha publicado estándares para la construcción sismo-resistente con adobe. En un comunicado del 15 de septiembre, firmado por cientos de organizaciones mexicanas y internacionales, arquitectos e individuos, la Unesco exhortó al gobierno mexicano respetar las formas locales de construcción, diciendo “la actualidad este conocimiento constructivo se está perdiendo por falta de apoyo para su difusión y reglamentación”.

ReConstruir México poco a poco se ha enfocado en este tema. Originalmente comenzaron como voluntarios apoyando con opiniones técnicas sobre los daños. Luego organizaron brigadas, las que visitaron alrededor de 100 poblados en Morelos, Estado de México, delegaciones del sur de la Ciudad de México, Puebla y Oaxaca. Mediante una aplicación, lograron identificar entre 400 y 500 estructuras y sus respectivas situaciones, lo que les permitirá entender a qué darle prioridad.

Ahora están enfocando sus esfuerzos en cinco localidades donde van a construir ‘talleres pilotos’ que van a servir como espacios para almacén de herramientas y material, para llevar al cabo talleres y reunir a voluntarios y habitantes. Dependiendo de cada lugar, están utilizando diversos métodos de reforzar las casas tradicionales que sufrieron daños en los sismos. Se trata de técnicas como ‘matching block’, la instalación de techos de madera y cadenas antisísmicas pueden reducir el riesgo en futuros temblores. Los cinco pilotos van a realizarse en San Gregorio Xochimilco (Ciudad de México), Tlayacalpan (Morelos), Ecatzingo y Malinalco (Estado de México) y San Mateo del Mar/Xadani, (Oaxaca). Todo esto esperan financiarlo con una campaña de crowdfunding.

La lucha por el adobe en América Latina

ReConstruir México es una de muchas iniciativas para promover una reconstrucción localmente adaptada. En el Istmo de Tehuantepec existen diversos grupos, entre ellos Proyecto Bibani en Ciudad Ixtepec, que ha hecho talleres para enseñar técnicas seguras para reforzar casas de ladrillos adobe y el Consejo Regional por la Reconstrucción de Nuestros Pueblos.

Otros países latinoamericanos también han desarrollando capacidades en construcción sismo-resistentes en adobe y otros materiales locales. En El Salvador, la Universidad de El Salvador y la Universidad Centroamericana tienen laboratorios dedicados a la mejora del adobe. En Chile, organizaciones como Pangea Fundación dan talleres para “técnicas antisísmicas de construcción con tierra”.

Muchos arquitectos participando en la reconstrucción en México ahora ya tenían experiencias previas en proyectos similares. García, de ReConstruir México, trabaja en el despacho Taller de Operaciones Ambientales, que dedica una parte de su presupuesto a proyectos comunitarios pro bono. Otra organización, la anteriormente nombrada Cooperación Comunitaria, lleva años trabajando en la Montaña de Guerrero con familias que perdieron sus casas en 2013 y ahora ha aportado en las secuelas de los temblores.

García dice que los efectos del temblor podrían provocar un cambio en las prioridades de arquitectos y despachos mexicanos. “[Un desastre natural] implica que haya una reflexión puntual de la gente, de preguntarse si es esta es la mejor manera de construir y de vivir. Por eso, puede ser una oportunidad”.

Loading
Cargando galería
Comparte
RELACIONADOS:Terremotos