“Voy a vender a la niña”: las agresivas tácticas de un coyote que cruzó 7,000 indocumentados y tenía $1.4 millones en su casa en Arizona
La llamada duró poco más de cuatro minutos y fue muy agresiva. Manuel Ochoa Vásquez, de 39 años, dejaba claro cómo manejaba su organización dedicada al tráfico de migrantes en Arizona.
La negociación ocurrió la tarde del 10 de diciembre de 2019.
“Buenas tardes, ¿qué resolvió, señora?”, preguntó con rudeza a la tía de ‘Grecia’, una niña que estaba en una de las casas de seguridad que este coyote tenía en la ciudad de Phoenix.
“No me gusta lo que están haciendo. Le voy a decir la verdad: a la niña ya no la tengo con las demás personas. Está sola en otro lugar bajo mis órdenes, solo que si ellos me pagan se la pueden llevar”, dijo, refiriéndose a que estaba dispuesto a entregar a la menor a una célula de traficantes sexuales.
La tía le suplicó: “Sí, le van a pagar, señor. Lo que pasa es que mi cuñado no puede conseguir el dinero”.
“Yo hablé con el que paga por ella… Estamos hablando de 21,000 dólares… Ahora mismo los cobraré”.
La mujer insistió en que iban a conseguir el dinero. “Le voy a dar una hora más, señora. Una hora más. Si usted no me contesta, ya no se preocupe porque voy a vender a la niña. Se lo digo muy claro: una hora más”.
Esta conversación fue escuchada y grabada por agentes de la oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI), quienes durante un año siguieron de cerca las actividades criminales de Ochoa Vásquez. Lo arrestaron el 10 de junio de 2021 y al registrar todos sus escondites, incluyendo un taller mecánico, lograron rescatar a 54 inmigrantes que esperaban para ser trasladados a distintos lugares en EEUU.
En sus casas de seguridad había armas, municiones y libretas que registraron los cruces de más de 7,000 indocumentados, varios de los cuales iniciaron en el poblado de Altar, en el estado fronterizo de Sonora, describen documentos judiciales revisados por Univision Noticias.
También encontraron evidencia de su lucrativa empresa criminal: en su apartamento había poco más de 1.4 millones de dólares en efectivo. Tenía fajos de billetes de distintas denominaciones en cajas de cartón, en un cesto con ropa sucia y en una bolsa de lona que colocó en un altar de santería, se observa en las fotos sometidas como evidencia ante el Distrito de Arizona de la Fiscalía federal.
El coyote que traficó a miles de migrantes en Arizona
Al menos 14 cómplices, incluyendo su pareja Fabiola Flores Gálvez, fueron acusados de realizar distintas tareas para la organización, desde servir comida a los migrantes, hasta guiarlos por el desierto y llevarlos en auto a sus destinos finales.
Los retenían en sus guaridas hasta que sus familiares pagaran cuotas de unos 10,000 dólares. Siempre había amenazas y frases agresivas para quienes no tenían el dinero inmediatamente, de acuerdo con las transcripciones de algunas escuchas telefónicas.
- “Estoy en Bank of America y me gustaría que me mande su dirección”, le dijo el familiar de un migrante por teléfono la noche del 25 de junio de 2020.
- “¡¿Qué?! No necesitas nada de eso, amigo… Estoy harto… Los he estado esperando mucho tiempo… Otro tipo que se fue a Texas depositó ayer y no tuvieron ningún problema para hacer el depósito… Ve al verdadero Bank of America, por favor, y dígales que desea hacer un depósito”, ordenó.
“Una vez que los extranjeros llegaron a las casas secretas en Phoenix fueron retenidos hasta que familiares o patrocinadores en otras partes de Estados Unidos pagaran sus cuotas”, describe una moción que fiscales federales redactaron en mayo.
“A los extranjeros a menudo les quitaban sus teléfonos celulares para que los traficantes pudieran controlar sus comunicaciones con de su familia y para que no pudieran organizar su propio transporte a sus destinos finales sin haber pagado a la organización”, agrega el documento.
Otra táctica era quitarle los zapatos y la ropa “para disuadirlos de escapar”, afirma el gobierno.
Así lo relataron varios migrantes que fueron rescatados en junio de 2021. Algunos estaban en ropa interior cuando las autoridades irrumpieron en los escondites. El oaxaqueño Francisco Torres Ramírez solo tenía unos calzoncillos. Según su testimonio, cruzó la frontera y caminó durante un día hasta llegar a un lugar donde permaneció tres días.
Los parientes de Torres Ramírez acordaron pagar 10,000 dólares por su traslado desde Sonora. Su plan era llegar a Phoenix para trabajar como soldador o electricista. Antes de que lo detuvieran fue llevado a un taller mecánico en la calle Cheryl, donde “le quitaron la ropa, el teléfono, los zapatos y los pantalones para lavarlos”. Le dijeron que se limpiara el cuerpo y le dieron algo de comer.
Ese taller mecánico se llamaba ‘Carlos Automotive’. Su dueño, Carlos Barrón Arredondo, también fue capturado por ser mano derecha de Ochoa Vásquez. Ambos fueron grabados conversando sobre un grupo de migrantes que se comportaba mal y temían que despertaran sospechas de los vecinos.
“Esta gente hace mucho ruido y este tipo está afuera… ha estado afuera todo el día”, indicó Barrón.
“¿Estos idiotas no se están quietos o qué? … Pregúntale (a un migrante) si quiere regresar al sur (México) o qué chingados”, ordenó Ochoa Vásquez, se lee en la acusación.
Manuel Ochoa Vásquez,
condenado a 8 años de prisión
La mayoría de los inmigrantes que cruzaba esta organización eran originarios de México y Guatemala, pero HSI señala que también guiaron a personas de Honduras, El Salvador, Ecuador y otros países latinoamericanos. Su ruta típica iniciaba en Sonora, desde donde los guiaban a pie, hasta llegar a un sitio donde los recogían vehículos. En ocasiones hacían escala en casas en Tohono O’odham Nation y Tucson, pero su sede principal era Phoenix.
“Cuando las fuerzas del orden intentaban detener los vehículos de transporte, los conductores huían a gran velocidad antes de detenerse y salían del auto para eludir el arresto”, describe la Fiscalía.
El guatemalteco Nehemeias Yat Mejía, otro migrante detenido junto al jefe de la banda, declaró a las autoridades que cruzó la valla fronteriza el 2 de junio de 2021, caminó seis días en el desierto de Arizona y solo comió papas fritas y agua. Al recogerlo lo metieron a una cajuela. Ese viaje a Phoenix duró tres horas y ocurrió durante la noche. Su familia pagó 70,000 quetzales (casi 9,000 dólares) para que lo llevaran a Tennessee, donde quería trabajar en la construcción.
Para el Departamento de Justicia, Ochoa Vásquez, originario de Chiapas, ejercía “una coerción particularmente fría y fea” en toda la cadena de transporte y en sus casas de seguridad.
“El acusado dirigió operaciones de su organización que exhibieron un desprecio insensible por la vida y la seguridad de las personas transportadas. Los extranjeros fueron transportados rutinariamente de manera peligrosa, como dentro de una caja de herramientas cerrada con llave en la plataforma de un camión”, dice el gobierno.
“Sencillamente, este acusado operó su grupo de una manera que fue notablemente explotadora y peligrosa para las personas traficadas”, concluyen los fiscales federales.
El pasado 15 de diciembre, este coyote se declaró culpable de los cargos de conspiración para transportar indocumentados con fines de lucro y para lavar de dinero.
Antes de su sentencia, su abogado dijo en una moción que su cliente era empleado del taller mecánico de Barrón Arredondo y recibía un sueldo semanal de no más de 800 dólares.
Afirmó, además, que su defendido no vivía holgadamente, a pesar de la fortuna que encontraron los agentes de HSI en su apartamento. “El estilo de vida que lleva el acusado no refleja” lo que dicen las autoridades, pues alquilaba “un departamento de dos habitaciones con su esposa y su hijo”, se lee en el documento redactado por el abogado José Robles.
“El acusado pagará por su error y, una vez que lo haya hecho, vivirá una vida respetuosa de la ley y trabajará para mantener a su familia, como lo hizo antes de tomar la peor decisión de su vida: participar en la conducta ilegal de este caso”, escribió Robles.
Un juez federal acató casi al pie de la letra la recomendación que hizo la Fiscalía y este lunes le impuso una sentencia de ocho años de prisión, seguido de tres años bajo libertad condicional.
Anteriormente, su principal cómplice, Barrón Arredondo, fue condenado a casi cinco años de cárcel. Otros 13 acusados se declararon culpables y les impusieron castigos de hasta 63 meses de prisión.