La estremecedora historia de John Smith, un hombre con discapacidad esclavizado durante 10 años en un restaurante
Tenía apenas 12 años de edad cuando John Christopher Smith, un afroestadounidense que tiene una leve discapacidad cognitiva, comenzó a trabajar a tiempo parcial en la cafetería J&J en Conway, Carolina del Sur. Se encargaba de lavar los platos, atender las mesas y cocinar. Durante dos décadas hizo su trabajo con entusiasmo, sin problemas y recibía un salario por su oficio.
En 2009 Bobby Paul Edwards asumió la gerencia del local y desde entonces todo cambió para Smith.
En los cinco siguientes años, el nuevo encargado del restaurante no solo dejó de pagarle a Smith sino que lo maltrató física y verbalmente y lo mantuvo bajo condiciones de esclavitud, obligándolo a trabajar más de 100 horas a la semana sin paga y sin días libres.
Edwards, que actualmente tiene 54 años, fue detenido en octubre de 2017. La acusación le impuso cargos por "intento de establecer peonaje, esclavitud, servidumbre involuntaria o tráfico de personas".
El juez del Tribunal de Distrito, Bryan Harwell, condenó en noviembre de 2019 a Edwards a 10 años de prisión y le ordenó pagar 272.952,96 dólares por concepto de salarios no pagados y compensación por horas extras, de acuerdo con un comunicado del Departamento de Justicia.
"Por robar la libertad y el salario de su víctima, el señor Edwards se ha ganado cada día de su condena", dijo la entonces fiscal federal de Carolina del Sur, Sherri A. Lydon, quien actualmente es la juez titular del mismo distrito.
Pero un Tribunal de Apelaciones dictaminó el pasado 21 de abril que el tribunal de distrito "se había equivocado" en la cantidad a pagar por Edwards porque no tomó en cuenta las leyes laborales federales que le dan derecho al agraviado a recibir el doble de la compensación (por años de trabajos forzados), con lo cual la suma se eleva a 546,000 dólares.
"Cuando un empresario no paga esas cantidades, el empleado sufre pérdidas, que incluyen la pérdida del uso de ese dinero durante el periodo de retraso. Por tanto, para compensar plenamente al trabajador es necesario contabilizar las pérdidas derivadas del retraso", dice la corte de apelaciones.
"El reino del terror"
El documento de la corte describe lo que fue un auténtico "reino del terror" para el entonces joven Smith -a quien llamaban familiarmente Jack- quien presenta un coeficiente intelectual de 70, de lo cual se aprovechó su empleador.
Edwards trasladó a Smith a un apartamento de su propiedad infestado de cucarachas, que los abogados de Smith describieron posteriormente como "infrahumano", "deplorable" y "perjudicial para la salud humana", dice un reporte del diario The Washington Post.
Según documentos judiciales, el acusado sometía a la víctima a abusos físicos y emocionales cada vez que ésta cometía un error o no trabajaba lo suficientemente rápido.
Edwards golpeaba a la víctima con un cinturón, puños y ollas y sartenes.
"Edwards llevó a cabo este trabajo forzado aprovechándose de la discapacidad intelectual de Jack y manteniéndolo aislado de su familia, amenazándolo con hacer que lo arrestaran y abusando de él verbalmente", dice el documento de la corte de apelaciones.
"Me sentía como si estuviera en la cárcel. La mayor parte del tiempo me sentía inseguro, como si Bobby pudiera matarme si quisiera. . . . Tenía muchas ganas de salir de ese lugar, pero no podía pensar en cómo hacerlo sin que me hicieran daño", confesó luego la víctima a los investigadores del caso.
Los abusos solo terminaron cuando un residente preocupado notificó en 2014 a las autoridades estatales lo que sucedía en la cocina del J&J.
"Esta esclavitud abusiva de una persona vulnerable es escandalosa. El FBI está siempre atento a estos delitos y está dispuesto a llevar a los autores ante la justicia y a ayudar a las víctimas a recuperar sus vidas. Entendemos que la trata de seres humanos adopta muchas formas y animamos a cualquiera que tenga información relacionada con estos delitos a que se ponga en o con el FBI", declaró la agente especial del FBI a cargo, Jody Norris.