Así marcha la pelea por el decisivo voto latino en Nevada

Las Vegas, Nevada.- Desde hace seis meses Mishael Tarin convirtió su auto particular en una suerte de ruta escolar. Cada sábado transporta a jóvenes voluntarios a diferentes barrios del este y el norte de Las Vegas, donde se concentra la comunidad hispana, para que registren la mayor cantidad de votantes posibles para las elecciones presidenciales.
En las puertas de supermercados de cadena como Cárdenas, Marianas y Albertsons y del Departamento de Vehículos Motorizados (DMV en inglés), un ejército de unos 30 jóvenes entre 17 y 30 años anda formulario en mano, preguntando a la gente que empuja sus carritos de compras o a quienes salen gustosos con su tarjeta de residente, si ya se registraron para votar.
"Definitivamente no vamos a Whole Foods", dice Tarin de 35 años, coordinador en Las Vegas del proyecto de registro de votantes de Mi Familia Vota (MFV), una organización apartidista que trabaja con la comunidad latina para promover la participación cívica, y que además de Nevada, tiene oficinas en Arizona, California, Colorado, Florida, Nevada y Texas.
Su campaña aquí no es gratuita pues al ser un estado péndulo, el voto hispano puede inclinar la balanza a favor de uno de los candidatos en contienda: la demócrata Hillary Clinton o el republicano Donald Trump.
El 28% de la población en este estado es latina y según el centro Pew hay 328,000 latinos elegibles para votar. Aunque una gran mayoría está registrada como demócrata (58%) todavía hay un porcentaje de independientes a seducir (22%).
Tarin de MFV es residente pero no alcanza a tener su ciudadanía lista para los comicios de noviembre. La mitad de sus voluntarios son Dreamers cobijados por la acción diferida (DACA) e incluso indocumentados que tampoco van a poder votar.
Y sin embargo lo que los motiva es "abrirle los ojos a esos que tienen ese derecho a que lo ejerzan", dice la voluntaria Ana Karen Nava de 27 años, una Dreamer nacida en Mexicali, quien es madre de una niña de 3 años. " De lo que suceda en estas elecciones depende que muchos de nosotros podamos ser ciudadanos", agrega.
En su campaña se han encontrado de todo: latinos pro-Trump "que son los más viscerales", residentes que no quieren hacerse ciudadanos porque tienen un comparendo de tránsito de hace décadas, vecinos sospechosos de porqué los voluntarios de MFV no les confiesan o indican por quién votar, ciudadanos que dicen estar afiliados al grupo conservador Tea Party o al partido comunista, testigos de Jehová que no pueden votar, y hasta cristianos que aseguran que la Biblia dice que no hay que registrarse.
"La gente está muy mal informada, piensa que su voto no va a hacer la diferencia, o por apatía o flojera no sale a votar", dice Arturo González, gerente del proyecto e hijo de padres salvadoreños que hoy día tienen su estatus de refugiados tras salir huyendo de la guerra civil en su país. "Otra gente tiene miedo a inscribirse".
Su grupo ha aprendido a ser estratégico a la hora de buscar a los futuros votantes: los martes van a las tiendas de cadena donde hay descuentos en las compras de carne y pollo, y los miércoles se paran en las bibliotecas pues es el día donde más clases y programas gratuitos en español se ofrecen.
Durante los First Friday, el festival de arte mensual que tiene lugar el primer viernes de cada mes en el centro de la ciudad, montan una mesa con las formas de registro, tal y como lo hacen a la salida de las ceremonias de ciudadanía; y sabiendo las multitudes que atrae la cerveza a $1 durante los juegos del equipo de baseball Las Vegas 51s, también entonces se aparecen en los alrededores del estadio.
"Nosotros tenemos varias alianzas para promover la campaña electoral en radios como La Tricolor y Super Estrella, y canales locales hispanos”, cuenta por su parte Areli Chaparro, otra voluntaria de 25 años nacida en México, cuyos padres fueron cobijados por la amnistía de Ronald Reagan de 1986 y le permitieron a ella obtener la ciudadanía a su mayoría de edad.
"Si es el caso, hasta el día electoral mismo les damos un aventón a los puestos de votación", agrega.
En su oficina de la calle Renaissance Drive este grupo de voluntarios tiene un termómetro que mide sus logros: al día de hoy van 3983 registros, y su meta es conseguir 10,000 nuevos registrados hasta el 8 de octubre.
Tal y como lo hacen seis días por semana, este sábado los voluntarios han pasado cinco horas bajo el intenso sol de la llamada "ciudad del pecado", conocida por la opulencia de sus hoteles y casinos y el ritmo infrenable de su vida nocturna en La Franja. Aunque no viven allí, es en ese pedazo de Las Vegas donde buena parte de la fuerza laboral latina está empleada.
Trabajadores sindicalizados
“Casi el 60% de los 57 mil que tenemos son latinos, la mayoría mexicanos y salvadoreños”, cuenta Geoconda Argüello, secretaria y tesorera de la Unión de Trabajadores Culinarios, la más poderosa del estado que agrupa a quienes laboran en casinos y hoteles. Hace dos semanas el sindicato endosó a Clinton después de abstenerse de hacerlo en las primarias. Los trabajadores también realizan campañas de registro de votantes (principalmente en los casinos) y a la fecha han logrado enrolar a 1800 personas para el próximo noviembre.
"Siempre hemos sido muy activos en el territorio político y no podíamos quedarnos callados con un candidato como el señor Trump".
Argüello relata con indignación cómo a pesar de que la mayoría de 520 trabajadores de la Torre Trump que votaron positivamente en una elección interna para afiliarse al sindicato, -votación que fue certificada por la Junta Nacional del Trabajo-, "no han podido negociar sus contratos porque él se ha negado a sentarse con ellos".
"Trump no responde a cartas ni a llamadas, ni a rallies, ni a delegaciones, sino al contrario ha comenzado una campaña de intimidación y suspensión de trabajadores", agrega Argüello. Los trabajadores sindicalizados reciben un salario mínimo de $9 la hora, derecho a seguridad social y pensión, mientras los empleados de Trump y los de la cadena Station Casinos del millonario Sheldon Adelson, son los únicos de la industria fuera de esta Unión y reciben $6 la hora por el mismo trabajo.
Candidatos hispanos
Aunque Nevada ya ha enfrentado otras retóricas antiinmigrantes como la de la candidata republicana al Senado Sharron Angle en 2010, quien perdió frente al demócrata Harry Reid precisamente gracias al apoyo de la comunidad hispana, nunca un candidato había despertado tanto el voto latino.
"Los latinos que están frustrados por el tema de la reforma migratoria, saben que es una lucha que no se va a resolver inmediatamente pero necesitan alguien que por lo menos hable de ella", dice Andrés Ramírez, consultor político y director del grupo Ramírez que trabaja con la comunidad hispana. “ Quienes temen que más de su familia sean deportados, tienen muy claro lo que Trump ha dicho sobre los inmigrantes y si pueden, no se van a dar el lujo de no votar”.
Según Ramírez, los latinos salen a votar en masa, "lo que tenemos son bajos índices de registro de votantes". Según cifras de la Oficina del Censo de Estados Unidos un 86% de latinos que se inscribieron para votar en las elecciones del 2012 en Nevada, en efecto fueron a las urnas.
En Nevada cada vez más candidatos hispanos se lanzan a corporaciones públicas, agitando las promesas para la comunidad inmigrante. Son los casos de los asambleístas Nelson Araujo, hijo de salvadoreños, Edgar Flores, hijo de mexicanos, (ambos elegidos en 2014) y Rubén Kihuen, nacido en Guadalajara, México, quien fue electo al Senado de Nevada en 2010 y ahora se lanza a la Cámara baja.
Catherine Cortez Masto, la flamante candidata demócrata al Senado, elegida procuradora general del estado por dos períodos consecutivos, podría convertirse en la primera mujer latina en llegar a esa corporación.
"Si nosotros que somos ciudadanos o los jóvenes que nacieron aquí no participamos, no le estamos dando voz a personas como nuestros padres que talvez todavía están esperando un DAPA (acción diferida para padres de ciudadanos estadounidenses) para resolver su situación", asegura a Univision Noticias el candidato Kihuen, quien contó en la Convención Demócrata cómo llegó a EEUU a los 8 años y cómo su madre trabajó durante 22 años como ama de llaves en la industria hotelera de Las Vegas para sacarle adelante.
Para Jesús Marquez, analista republicano, Trump todavía tiene la oportunidad de capitalizar entre los hispanos su gran preocupación que es la economía, pero para ello "va a tener que formar una estructura más grande, invertir más dinero y empezar a hablar de sus ideas para latinos".
La maquinaria del partido demócrata es una estructura establecida hace más de un año y aunque Trump tiene como director estatal a un joven conservador hispano, Charles Muñoz de 27 años, “en su oficina solo hay tres personas” según Márquez.
"Todavía hay 100 mil hispanos que no se han registrado para votar y muchos están haciéndolo como no partidistas. Sabemos que los demócratas tienen un ejército de gente en las calles pero por los otros votantes que Trump atrae (los blancos de clase baja), él sólo necesita alrededor del 30% del voto latino en Nevada para hacer la diferencia", concluye el analista.
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