"Afrolatinos en los Estados Unidos: Conócenos, reconócenos, inclúyenos"

Conducir siendo negro. Caminar siendo negro. Trotar siendo negro. Vacacionar siendo negro. Comer siendo negro. Ir de compras siendo negro. Votar siendo negro. Tras el incidente del Central Park de Nueva York en mayo de 2020, se puede añadir a la lista Observar aves siendo negro. Luego del arresto de Omar Jiménez de CNN, cuando informaba en vivo sobre el asesinato de George Floyd, también se puede agregar Reportar las noticias siendo negro. (Todavía no tenemos una respuesta de la policía de Minneapolis sobre por qué fue detenido. Nunca fue acusado).
Los afroamericanos están familiarizados con estas experiencias. Que los afrolatinos enfrenten las mismas situaciones por la forma en que nos "presentamos" dentro de un constructo racial blanco y negro es menos discutido, pero las luchas son las mismas. Las conozco íntimamente. Soy un afrolatino dominicano americano cuyos padres llegaron a Estados Unidos desde Barahona, República Dominicana, en las décadas de los 50 y 60. Nosotros y otros como nosotros sentimos estas injusticias todos los días de nuestras vidas.
A lo largo de mi carrera profesional, incluidos mis 21 años en Wall Street y en mi puesto actual, a menudo he sido la única persona de color, latina o negra, en la sala. A menos que la reunión o el encuentro estén vinculados específicamente con la diversidad y la inclusión, sigue siendo raro ver a personas de color en reuniones de alto nivel. Tenemos mucho trabajo por hacer para reducir esa brecha.
Hay millones de afrolatinos en Estados Unidos y cientos de millones en América Latina: en República Dominicana; Loiza, Puerto Rico; La Habana, Cuba; Veracruz, México; Ciudad de Panamá, Panamá; Limón, Costa Rica; Esmeraldas, Ecuador; Yapatera, Perú; Barlovento, Venezuela; Bahía, Brasil; Garífunas, de Guatemala a Nicaragua; en el departamento de Chocó en Colombia. Somos una comunidad de cientos de millones de personas con una cosa en común: nuestros antepasados fueron traídos como esclavos al Nuevo Mundo desde África en contra de su voluntad.
A pesar de los esfuerzos por avanzar en la equidad racial en Estados Unidos, los afrolatinos a menudo permanecen en un segundo plano o quedan completamente fuera de la conversación. Nuestra inclusión es la excepción, no la norma. Se espera que elijamos nuestra etnia como latinos o nuestra raza como personas negras, en una estructura de asimilación creada por no afrolatinos que no reconoce nuestra interseccionalidad. Esto puede escalar hasta la supresión total de nuestras identidades. El hecho es que no separamos nuestro orgullo latino de nuestro orgullo negro. Por el contrario, para millones de afrolatinos, nuestra cultura es afrocéntrica y refleja nuestra herencia en América Latina desde la historia del colonialismo y la esclavitud.
En agosto de 2020 y febrero de este año, la Asociación Hispana de Responsabilidad Corporativa (HACR, por sus siglas en inglés), de la que soy presidente y director general, organizó sus primeros seminarios web sobre afrolatinos y afrolatinas en el mundo empresarial de Estados Unidos. Fueron dos de los seminarios web más vistos en la historia de la HACR y nos convertimos en la primera organización en ofrecer sesiones dedicadas a la experiencia de los afro-latinx en el ámbito corporativo estadounidense. Los seminarios web llamaron la atención de las empresas y muchas de ellas ajustaron sus planes del Mes de la Herencia Hispana para incluir charlas sobre las experiencias afrolatinas. Aunque me alienta que más empresas presten atención a esta población interseccional, es necesario trabajar más para crear un entorno inclusivo para los afrolatinos. Nuestros seminarios web se centraron en el área laboral, pero la misma dinámica está presente en todos los ámbitos de la vida estadounidense.
Los latinos deben tener una conversación seria en familia sobre la falta de inclusión afrolatina. Si bien hemos visto mejoras en los últimos años, todavía nos queda un largo camino por recorrer. De la misma manera que los latinos buscan aliados para apoyar nuestros movimientos de empoderamiento en este país, también necesitamos que todos los latinos nos apoyen, especialmente cuando se trata de cuestiones raciales.
Así que, mientras honramos el Mes de la Historia Negra y, junto con millones de dominicano-americanos como yo, celebramos simultáneamente el Mes de la Herencia Dominicana, debemos tener conversaciones valientes y basadas en soluciones sobre los desafíos que enfrentan los afrolatinos en Estados Unidos. En un entorno en el que tanto negros como latinos han sido objeto de ataques, debemos juntar los brazos, marchar juntos, cantar himnos juntos, alzar nuestras voces juntos y pedir la igualdad y el fin del racismo ¡JUNTOS! Este no es un momento para silos.
En el espíritu de nuestros iconos de los derechos civiles, tanto en la comunidad negra como en la latina, "venceremos" y sí, se puede.
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Cid Wilson es el presidente y director general de la Hispanic Association on Corporate Responsibility (HACR) en Washington, DC. Es el primer afrolatino del país que ocupa el puesto de CEO de una importante organización nacional hispana. En 2009, el presidente Barack Obama lo nombró miembro de la Comisión del Museo Nacional del Americano Latino, lo que le convierte en el único afrolatino designado para planificar el futuro Museo del Americano Latino del Smithsonian en el National Mall. Fue presidente de la junta directiva de los Amigos del Museo Americano Latino (2012-2016). A lo largo de su carrera ha formado parte de la junta directiva de varias organizaciones centradas en temas dominicanos, latinos, educativos y comunitarios. Su carrera profesional comenzó en la sala de correo de una empresa de inversiones de Wall Street antes de ascender a la sala de juntas corporativas. Fue nombrado por Forbes como el analista financiero número 1 de Wall Street en su campo en 2006. Forma parte de la junta directiva de LatinoJustice PRLDEF y es miembro vitalicio de oro de la NAA (Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color) desde hace mucho tiempo. Ha vivido casi toda su vida en el condado de Bergen, Nueva Jersey.