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Univision Investiga

¡Alto tu barco!

James Estramonte, capitán de la embarcación que se hizo famosa por una persecución de un narcosumergible, cuenta las dificultades de estas misiones.
24 Nov 2019 – 02:11 PM EST
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Los oficiales de la Guardia Costera de EEUU interceptan a los narco submarinos en altamar. Crédito: Univision Investiga

Era un día de junio a las siete de la mañana. El capitán James Estramonte bebía su primer café de la mañana, cuando le avisaron que la Armada de Estados Unidos había detectado un semisumergible en el Pacífico, a unas 250 millas de su ubicación en altamar.

El equipo que comandaba Estramonte, a bordo del buque Monroe de la Guardia Costera estadounidense, viajó todo el día a la velocidad máxima, según relató. Sabían que debían llegar antes de que anocheciera, porque es casi imposible capturar una de estas embarcaciones en el mar durante la noche.

Diez horas más tarde, lograron acercarse a la embarcación, que transportaba cocaína desde Colombia. El sumergible continuaba su curso. Lanzaron los botes y aproximaron el helicóptero. Les quedaban 45 minutos de luz. Uno de los patrulleros del servicio guardacostas gritaba frenéticamente en un español deficiente a los tripulantes "alto tu barco" para que se detuvieran, pero no lo hicieron. Finalmente abordaron la embarcación y golpearon la escotilla hasta que frenaran.

La incautación quedó grabada en un video que pronto se convirtió en viral. Muestra cómo el equipo de la Guardia Costera –bajo el mando de Estramonte– caza semisumergibles durante el año en aguas internacionales del Pacífico, entre Colombia y México.

Estramonte relató a Univision los pormenores de su rutina y el proceso para llevar a tripulantes y droga ante las autoridades de Estados Unidos. Su equipo vive en el mar durante varios meses cada año.

En el momento del decomiso en junio, dice, los cinco tripulantes salieron de la escotilla y fueron capturados. Llevaban, calcula él, unos tres días en el mar y en ese punto del Pacífico colombiano podían dirigirse a Costa Rica o a México.


Fue el decomiso más grande de la Guardia Costera desde 2015. Los contrabandistas aún debían recorrer más de mil millas –una semana en promedio– en su viaje para entregar la droga.

"Son condiciones difíciles para los contrabandistas. Había cinco tipos atascados en un espacio bastante pequeño, entre unas ocho toneladas de cocaína", recordó Estramonte. "Estaban casi uno encima del otro. Había envoltorios de comida por todas partes".

El factor sorpresa es clave para detener a un semisumergible, dijo.

"El mayor riesgo que tenemos es cuando intentamos sorprenderlos, subir a bordo y tomar el control. Han intentado hundir el bote".

Para los de la Guardia Costera, los minutos de detener la nave ilegal, sacar a la tripulación y llevarlos a su barco, apresados, son vitales.

Cada tres meses en promedio, el equipo de Estramonte se lanza al mar en el barco Douglas Munro, al que llaman 'el héroe' de la Guardia Costera. Él es el comandante a cargo de la embarcación.

La construcción de estas embarcaciones para transportar droga cuesta, según el oficial, alrededor de un millón de dólares y no se sumergen por completo.

"De ahí el nombre semisumergible. Están justo encima del agua y son muy difíciles de ver. No pueden ir muy rápido, viajan entre ocho millas y 12 millas por hora", explicó.

Después de la captura, las siguientes horas se utilizan para descargar la droga. En la incautación de junio, tardaron seis horas y llenaron 12 botes para sacar todos los paquetes del semisumergible. Pararon a las dos de la madrugada y continuaron en la mañana. Cuando terminaron, habían transcurrido 36 horas desde el primer aviso de avistamiento de la nave por el avión de la Armada.

Estramonte aseguró que debían terminar pronto, porque es peligroso permanecer mucho tiempo allí, en medio del mar, en una ruta por la que pasan embarcaciones con drogas casi todas las semanas.

"Tomamos todo lo que podemos que podamos agarrar. Además de la cocaína, cualquier cosa que creemos podría ser valioso para ayudar a procesar el caso o aprender sobre lo que pueden hacer la próxima vez cuando intenten contrabandear", dijo el capitán.

Una vez que descargan la droga, hunden el barco, porque sería "muy difícil remolcarlo".

A veces les prenden fuego, otras lo usan para hacer prácticas de tiro, o abren las válvulas de escape y ayudan a que se hunda en el fondo del océano. "Después de que sacamos las cosas del bote, no nos sirve de nada y ahí es cuando lo hundimos", dijo el oficial.

Después de la incautación de junio, viajaron con los detenidos a bordo, hasta que los entregaron a autoridades de justicia estadounidense "para su enjuiciamiento".

"Cuando llegamos a San Diego después de ese arresto, descargamos y transferimos (la droga) a la DEA para que la destruyan", explicó.

Al regresar a California, a mediados de julio, Estramonte y su tripulación habían decomisado 17,000 libras de cocaína, con un valor estimado de 232 millones de dólares, solamente en el operativo de junio. El Munro logró en ese viaje incautar más de 30,000 libras de drogas en total, antes de que llegaran a Estados Unidos.

Después de unas semanas de descanso, su tripulación se lanza de nuevo al océano para tratar de atrapar una mínima parte de toda la droga que diariamente ingresa a Estados Unidos, el mayor mercado de consumo de sustancias ilícitas del mundo.

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