El otro conflicto fronterizo entre EEUU y México más allá de la migración (y que regula un tratado de hace 80 años)
La frontera y las políticas para afrontar la migración que llega vía México es sin duda uno de los temas que más se escucha estas semanas en el marco de la campaña electoral de Estados Unidos.
Sin embargo, hay otro conflicto fronterizo entre ambos países que pasa mucho más desapercibido y que solo atrae la atención de los medios cada cierto tiempo. O, en concreto, cuando llega a causar reclamos o enfrentamientos graves en alguno de los dos países.
En el epicentro de la discusión está algo tan básico y valioso como el agua. Y, más específicamente, la que forma parte de los ríos Grande y Colorado, debido a que ambos marcan parcialmente el límite territorial entre los dos países.
Precisamente para determinar cómo se reparten esta agua, EEUU y México acordaron un tratado hace ya 80 años que marca las cantidades y condiciones en que debe darse dicha distribución.
Sin embargo, las dificultades para cumplir con la entrega en los plazos establecidos debido a factores cada vez más frecuentes y preocupantes como la sequía y escasez de lluvias ha provocado protestas en los últimos años.
Y es que muchos de los s a ambos lados de la frontera consideran que el tratado es injusto y les perjudica frente sus vecinos. Sin embargo, autoridades binacionales lo definen como una de las mejores herramientas para gestionar esta cuestión.
Cuál es el tratado que regula el reparto de agua fronteriza entre México y EEUU
El Tratado de la Distribución de las Aguas Internacionales fue firmado por México y EEUU en Washington en 1944.
Encontrar un acuerdo sobre cómo gestionar el río Grande (conocido como Bravo para los mexicanos) fue algo inevitable desde que este pasó a formar parte de la frontera entre ambos países, una vez que México tuvo que ceder más de la mitad de su territorio a EEUU por el Tratado de Guadalupe Hidalgo firmado casi un siglo antes.
Según el tratado, México se queda con dos tercios de la corriente principal del Grande y cede a su vecino el resto, que no podrá ser menor de unos 432 millones de metros cúbicos (Mm3) por año.
A cambio, EE.UU. debe ceder a México cada año 1,850 Mm3 del río Colorado, que aunque transucrre en su mayor parte por suelo estadounidense, también pasa por la frontera entre ambos países hasta desembocar en el golfo de California.
México tiene como ventaja la flexibilidad de entregar su parte en ciclos de cinco años, mientras que EEUU lo hace cada mes. Incluso en caso de no poder cumplir con su cantidad debido a una “sequía extraordinaria”, México puede cubrir su parte faltante en el quinquenio siguiente.
El problema en esta ocasión es que el presente ciclo de cinco años acaba para México en octubre de 2025, a solo unos meses de que tome posesión un nuevo gobierno en la Casa Blanca.
Y hasta la primera mitad del presente año, apenas contaba con 475 Mm3, lo que no es más que un tercio de la cantidad que debería tener como promedio a estas alturas.
Es decir, que en el poco más de un año que resta de quinquenio debería poder entregar a EEUU otros 1,682 millones, algo que parece prácticamente imposible.
“Es el mayor faltante que hemos tenido históricamente. ¿Es preocupante? Sí. Como experimentamos una sequía importante, los pronósticos nos dicen que este ciclo lo terminaremos con un faltante”, reconoce Adriana Reséndez, comisionada mexicana de la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA), quien se muestra convencida de que podrán completar la deuda durante el quinquenio siguiente como ya hicieron en 2020 y otras veces en el pasado.
Desde el pasado mes de julio, las primeras lluvias comenzaron a dar tregua al país. Sin embargo, los embalses Falcón y Amistad a donde va a parar ese agua procedente de México se encuentran a finales de agosto a solo el 25% y 11% de su capacidad, respectivamente.
La CILA es el organismo binacional, creado en el marco del mismo tratado, encargado de resolver cualquier diferencia en materia de límite y distribución de aguas.
“El hecho de que cada cinco años (para la entrega de México) tengamos este estrés, es algo que para los s (de agua) es bien difícil y está causando mucha presión”, ite María Elena Giner, titular estadounidense de la CILA.
“Lamentablemente, ya la gente está perdiendo fe en nosotros porque dice: ‘tanta junta, tanto hablar y aún no tenemos agua. La situación es muy crítica”, reconoce en conversación con Univision Noticias junto a su homóloga mexicana.
Las consecuencias de la escasez de agua en la frontera: protestas de agricultores y cierre de empresas
Ambas comisionadas saben muy bien lo que es trabajar bajo presión y afrontar las quejas de s a ambos lados de la frontera.
En 2020, ante la previsión de que no podría cumplir con su cuota para ese quinquenio, el gobierno de México decidió liberar agua de una de las presas del estado norteño de Chihuahua.
Los agricultores de la zona se revelaron al creer que la medida los dejaría sin recursos suficientes para sus cultivos, e incluso una mujer murió en los graves enfrentamientos que mantuvieron con la Guardia Nacional para defender la presa.
Este año, las protestas se han visto sobre todo en territorio estadounidense. Agricultores responsabilizan a los retrasos en las entregas de agua de México de ponerlos en una crisis sin precedentes y que ya se ha cobrado sus primeras víctimas.
"Durante más de 30 años, los agricultores del sur de Texas han luchado contra el incumplimiento por parte de México de las disposiciones del tratado de aguas de 1944", dijo la empresa azucarera Rio Grande Valley Sugar Growers cuando anunció su cierre en febrero tras 51 años de actividad.
Esta noticia hizo que el conflicto llegara hasta el Congreso estadounidense, y representantes republicanos de Texas incluso propusieron en una carta el pasado mes de mayo que EEUU retenga ayudas económicas otorgadas a México en materia de seguridad hasta que el país cumpla con su cuota de agua.
Sin embargo, hay que aclarar que la escasez de agua no solo afecta a México a la hora de cumplir su parte. También Washington se ha visto obligado en los últimos años a reducir las entregas del río Colorado para México y para la cantidad destinada al mismo EEUU.
Esto es posible gracias al acta del tratado que estipula que ambos países podrán acordar reducir su asignación de este río cuando se proyecte que el nivel del lago Mead, uno de los almacenes principales de su agua , sea igual o inferior a una elevación de 1,075 pies.
Así para este año se tuvo que disminuir la asignación del Colorado para México en 62 Mm3 (y en 411 Mm3 para EEUU). Hace apenas unos días, la CILA reconoció unos pronósticos poco optimistas y anunció que las reducciones para 2025 serán de nuevo las mismas cantidades para ambos países.
¿Renegociar el tratado de aguas entre México y EEUU podría ser una solución?
Renegociar un tratado que fue acordado hace décadas para actualizarlo a las condiciones actuales podría parecer una opción, pero las autoridades de ambos países apuestas únicamente por acordar compromisos en la reglamentación en forma de “actas”, que no requieren autorización del Congreso y de las que se han aprobado ya cientos de ellas.
“El tratado no tiene que modificarse. Nos ha servido mucho, está bien establecido y con ventajas para ambos países. Es una muy buena herramienta”, asegura la comisionada mexicana Reséndez.
Su homóloga estadounidense propone como posibles mejoras el tratar de identificar nuevas fuentes de agua en México y cambiar la forma en que se istran sus presas en la actualidad.
“Tenemos algunos puntos para que México considere y para que, en lugar de solo enviarnos excedentes, istre sus cuencas de modo que tomen en cuenta las obligaciones que tienen con EEUU”, dice Giner.
Aunque reconoce el valor que las actas aprobadas le han otorgado al tratado al hacerlo “mucho más operativo y resolver problemas”, el especialista en agua Gonzalo Hatch Kuri no comparte la opinión de las autoridades.
“Creo que, intentando ser objetivo, sí es necesario que se negocie o se revise el tratado y sus cláusulas”, le dice el geógrafo a Univision Noticias.
Por ejemplo, destaca que no se especifique qué es una “sequía extraordinaria”, que es la que permite a México pasar su faltante en la entrega de agua al siguiente quinquenio.
“Quizá en un esfuerzo diplomático de ambos países por revisar el tratado, también le den prioridad y cabida a la opción de extracción de agua subterránea de los acuíferos compartidos por ambos países, que aunque reconocen que es un tema emergente, aún no se ha revisado”, critica.
¿Favorecerán las previsiones meteorológicas a la situación del agua en la frontera entre México y EEUU?
Además de la sequía, también hay otros factores que contribuyen a esta situación como el desarrollo vivido en los alrededores de la frontera durante los últimos tiempos.
“Hace 75 años, había principalmente pequeños poblados en la frontera. Pero en los últimos años aumentó la población, la zona tuvo un desarrollo económico y, en consecuencia, aumentó la demanda de agua tanto para los ciudadanos como para las industrias y agricultura”, subraya Hatch Kuri.
Pero, sin lugar a dudas, el principal motivo tras estas dificultades para cumplir con las entregas de agua son las sequías más intensas y el calor que nos deja el cambio climático.
México comenzó a recibir más lluvias desde julio, pero saber cuál será la previsión meteorológica a medio plazo parece fundamental para poder determinar si logrará acercarse más a su objetivo de entrega de agua.
“Hemos estado desde 2020 con problemas de sequía, primero con el fenómeno de La Niña y, luego, con El Niño. Ahora ya vamos en recuperación, pero lo que no se sabe exactamente es qué pasará del lado del noroeste de México, porque en esa parte se depende de otros mecanismos para que llueva, como la entrada de frentes fríos y alguna entrada de ciclones tropicales”, explica la meteoróloga Christian Domínguez Sarmiento.
Mirando más allá, podría parecer más y más complicado cumplir en el futuro con las cuotas de agua estipuladas en el tratado dada la sensación generalizada de que las sequías son cada vez más fuertes y llueve cada vez menos.
Sin embargo, Domínguez Sarmiento aclara que este último punto no es cierto.
“En términos simples, está lloviendo la misma cantidad. Lo que ocurre es que los extremos están siendo más extremos. Entonces, las sequías serán más intensas, pero luego tendrás inundaciones más fuertes. Todo es parte de una variabilidad”, le dice a Univision Noticias la investigadora del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Sin embargo, la experta reconoce que la situación climática actual sí es diferente a la del momento en que se firmó el tratado de aguas, por lo que sugiere realizar un análisis para conocer cuál era la realidad entonces y cómo está influyendo ahora para poder cumplir o no con los plazos establecidos.
“Estamos en un mundo mucho más caliente que en 1944, por lo que sería bueno volver a revisar las condiciones que se tenían cuando se acordó ese tratado. Sin duda, los extremos ahora son más extremos, y eso es desde luego un gran cambio respecto a hace 80 años”, concluye.
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