Trump declara que fue un éxito el ataque a Siria, pero ¿es realmente una "misión cumplida"?
El ataque aéreo quirúrgico que llevaron a cabo Estados Unidos, Francia y Reino Unido en la madrugada de este sábado en Siria probablemente afectó la infraestructura militar que el régimen de Bashar al Asad utiliza para almacenar y producir armas químicas. Sin embargo, según observadores, está muy lejos de hacer tambalear a ese gobierno, y especialmente, poner en peligro a las fuerzas de Rusia e Irán en ese territorio.
Incluso el propio Pentágono reconoció este sábado que el principal objetivo de la coalición que lidera EEUU en Siria sigue siendo derrotar al grupo extremista Estado Islámico.
Eso es justamente lo que hace más complejo el balance de poderes en esa región de Medio Oriente, ya volátil por una guerra civil que ha costado cientos de miles de vidas y generado un monumental éxodo de civiles a países vecinos y Europa, que seguramente seguirá su curso con estos nuevos bombardeos.
Rusia, la mayor preocupación
Lo que más preocupa de la potencial escalada militar en el área es la presencia de Rusia en este escenario de tensiones, un país que además ha incrementado su poder bélico allí como aliado tradicional del régimen de Al Asad.
Por ello, medios de comunicación en EEUU críticos al gobierno creen que el mandatario republicano está muy lejos de esa "misión cumplida", tal como tuiteó este sábado tras los ataques.
Pero además de Rusia, están actores como Irán e Israel, que sumados a EEUU, Francia y Reino Unido, se convierten en un ingrediente explosivo que podría provocar errores de cálculo y llevar a una situación fuera de control.
El propio jefe del Pentágono, James Mattis, indicó antes del ataque del sábado en la madrugada que su principal preocupación es que la respuesta militar provoque eventualmente una situación incontrolable.
El director del comando conjunto de las Fueras Armadas de EEUU, general Kenneth McKenzie, dijo que todo dependerá de la respuesta de Bashar al Asad en los próximos días.
Las consecuencias del ataque
El gobierno de Trump calculó que la necesidad de enviar una señal a Al Asad por el uso de armas químicas contra la población civil compensa la posibilidad de provocar una respuesta de sus aliados, Rusia o Irán, en el campo de batalla y en otras partes de Medio Oriente.
En todo caso, desde Moscú la respuesta fue mixta, especialmente porque el uso de misiles de EEUU y sus aliados fue limitado y reducido a tres instalaciones, aún cuando se usaron más de 100 misiles, la mayoría de ellos Tomahawk, con poder y precisión capaz de destruir un blanco a cientos de millas de distancia.
Sin embargo, la masiva presencia militar de EEUU y sus aliados en el Mar Mediterráneo, el Mar Rojo y el Golfo Pérsico son un elemento de preocupación.
Trump igual cree que una eventual retirada de sus soldados en Siria, unos 2,000, será reemplazada con el aparente compromiso de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Egipto de estar listos para cualquier respuesta militar en el área, aunque hasta ahora se hayan limitado a respaldar financieramente a los actores que sirven de retención a un incremento de la presencia de Irán y Rusia en territorio sirio.
La "misión cumplida" anunciada por Trump este sábado por lo tanto, parece ser, según expertos, una respuesta simplista a lo ocurrido en las últimas horas. Además, el Pentágono reconoció que existe una posibilidad residual de que el régimen de Al Asad vuelva a usar sus armas químicas.
La retirada eventual de tropas de EEUU en Siria consolidará el poder de Al Asad y sus aliados allí. Trump ha dicho que no le interesa lidiar con el futuro de ese régimen, pero por otro lado, su existencia pone en peligro otras variables: la guerra asimétrica que libra con fuerzas rebeldes y sus excesos con la población civil, aún usando armas convencionales, una tragedia silenciosa y que solo llega a titulares en Occidente cuando se trata del sitio a una ciudad bombardeada de manera inclemente por artillería pesada.
Una política contra Siria poco clara
En una intervención ante el comité de las fuerzas armadas de la Cámara de Representantes el pasado jueves, el secretario de Defensa, James Mattis, dio a entender que el uso de armas químicas, por un lado, y convencionales, por otro, difiere por el grado de barbarie que se emplea.
Pero de fondo está una guerra civil que ha costado cerca de 500,000 vidas, además de los millones de desplazados y refugiados.
El hecho de que la comunidad internacional aún no haya podido poner freno a la tragedia humanitaria que eso ha creado en siete años de conflicto, hace pensar si es posible que ahora vaya a ocurrir un cambio.
Más allá de la popularidad que haya logrado Trump en las últimas horas tras una operación que muchos ven más que justificada –haciéndolo ver como un líder fuerte y con resolución– el Medio Oriente sigue luciendo tan complicado como cuando el primer soldado estadounidense puso un pie en esa zona tras la invasión a Irak.
Expertos consultados por el diario The New York Times aseguran que la política de EEUU frente a Siria sigue siendo poco clara: "En teoría, no hay necesariamente una incoherencia entre un ataque multilateral dirigido contra instalaciones con armas químicas y el retiro de tropas que han estado combatiendo al grupo Estado Islámico", dice Meghan O’Sullivan, quien fue asesora en temas de seguridad nacional de George W. Bush durante la guerra con Irak.
El punto sigue siendo qué hacer con Bashar al Asad una vez Estado Islámico haya sido derrotado completamente.
Hasta ahora la diplomacia de Naciones Unidas no ha servido para detener el derramamiento de sangre en la guerra civil siria. Todo indica que con este ataque las cosas seguirán así, especialmente después de que la primera ministra británica, Theresa May, expresara más claramente la razón de estos ataques de las últimas horas: detener el uso de armas químicas y no el logro de objetivos más generales.