Penurias en Disney: los boricuas que viven hacinados en moteles de Orlando
Aldis Ruiz cargaba siete maletas, cinco pasajes sin regreso y 3,000 dólares en su bolsillo cuando llegó al aeropuerto de San Juan, Puerto Rico, junto a sus cuatro hijos a fines de abril de 2015. Como miles de puertorriqueños en los últimos años, se iba a Orlando, Florida, ante la sugerencia de una amiga que llevaba diez años allá y le aseguró que sería fácil la mudanza.
Cientos de miles de boricuas han decidido salir de la isla ante los enormes retos económicos que atraviesa su gobierno. El gobernador Alejandro García Padilla aseguró este domingo que Puerto Rico está en medio de la peor crisis fiscal y humanitaria en su historia, y detuvo los pagos de su enorme deuda pública a través de una orden ejecutiva.
Pero la vida en la tierra de Walt Disney World, donde viven ya más de 314,000 boricuas, no es tan fácil como se la pintaron a Ruiz: ella y sus hijos llevan más de un año viviendo en pequeños cuartos de moteles al sur de Orlando.
Muchas de sus posesiones cuelgan hoy de un armario portátil, que ocupa una buena parte de la habitación doble que renta en un motel económico de la ciudad de Kissimmee. Su cocina consiste de una pequeña parrilla eléctrica, una arrocera y un escurridor de platos, instalados en el amplio lavamanos a la entrada del baño. Y una de sus hijas, cuando se cansa de dormir junto a su madre y sus hermanos, a veces se acuesta en un colchón grueso extendido en el piso entre las camas del cuarto.
"Cuando venía para acá, siempre pensé que iba a ser mucho más fácil conseguir una vivienda", dice Ruiz a Univision Noticias. "Nunca me imaginé que hubieran tantos requisitos. Te piden el depósito, más el primer mes de renta. Y tan solo para poner la luz y el agua a nombre tuyo, por ser la primera vez, son de 400 a 600 dólares".
En Kissimmee, Ruiz ya no escucha el ruido de balas en la distancia, una de las cosas que le hizo huir de su antiguo hogar en Mayagüez, en el oeste de Puerto Rico. Allá había tantos tiroteos cerca de su complejo residencial que su hijo ya reconocía el sonido peculiar de cada arma que usaban los malhechores del barrio.
"(Allá) es normal escuchar tiros, es normal vivir asustado de las balas perdidas", lamenta Aldis. "O tener que explicarle a tus hijos por qué amanecimos con tanta policía en lo que se supone que es el patio del caserío, y es porque están levantando el cuerpo de alguien que mataron por la madrugada".
Pero en el centro de Florida enfrenta un nuevo problema: se le ha hecho imposible conseguir un hogar donde criar a sus cuatro hijos, pues no tiene un buen historial de crédito ni cuenta con el efectivo necesario para cubrir los gastos de vivienda.
"Aquí en Florida, para alquilar una casa te exigen tanto. Te exigen tres veces tu sueldo, te exigen un background check (verificación de antecedentes), personas que den fe de que tú no eres un criminal", explica Ruiz, de 37 años y con un grado universitario de sociología con justicia criminal.
De motel en motel ha vivido su familia hasta el sol de hoy, y no es el único clan boricua con esa realidad de vida.
"Hay gente llegando que pone estufas dentro de sus habitaciones", explica Pablo Cáceres, director de la oficina local de la istración de Asuntos Federales de Puerto Rico (PRFAA). "Hemos visto casos serios de 5 o 6 personas viviendo en un mismo cuarto, y otros durmiendo en sus carros".
La oficina de Cáceres en South Orlando Avenue da orientación a los boricuas que llegan buscando ayuda. "Cuando viene un puertorriqueño, me gusta hablarle con la verdad", dice Cáceres a Univision Noticias. "El que no viene con un plan de transición se puede ver rápidamente en la calle. No es tan fácil como brincar el charco y esperar que te lo den todo".
Llegan sin informarse
La colombiana Gloria Puerto fundó el grupo Feed and Fortify hace cinco años para alimentar a familias y niños con necesidades en Orlando. Ella asegura que han llegado tantas familias boricuas a los moteles del área de Kissimmee que ya es normal ver a los buses escolares buscarlos en la mañana, o ver un grupo de estos jóvenes jugando en las piscinas o las afueras de los moteles.
"No vienen preparados, y en cuestión de dos meses se quedan en la calle", cuenta Puerto, quien ha liderado un esfuerzo para llevar comida y ropa a estas familias boricuas. "No consiguen trabajo tan rápido, no vienen con el idioma ni con la documentación necesaria. Es como coger una maleta y decir, 'Me voy de vacaciones'. Ese es el grave problema, y por eso muchas familias terminan en una situación compleja".
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Según Yamira Johnson, una puertorriqueña que también ayuda a las familias junto a Feed and Fortify, la tendencia se debe a una falta de información en la isla sobre lo que necesita una familia para establecerse cómodamente en Florida, como un salario fijo, suficiente dinero para pagar tres o cuatro meses de renta, varios documentos oficiales de identidad y un buen historial de crédito.
"Los que no tienen buen crédito ven la oportunidad de vivir en los hoteles", explica Johnson, agregando que estos incluyen servicios gratuitos como la luz, el agua y el mantenimiento, y no piden historial de crédito o depósitos.
Melba Rubera, una voluntaria que lleva comida a algunas familias puertorriqueñas en moteles de la carretera 192 de Kissimmee, cree que la orientación a los puertorriqueños que se mudan a Florida es vital. "Ellos necesitan un sitio que lleguen y se les guíe", dice Rubera, quien calificó como "titánico" el esfuerzo que han hecho organizaciones locales por ayudar a las familias boricuas.
"Eso allá no es Disney"
En la isla, el empresario William Alemán supo de la necesidad de información entre estos boricuas y comenzó en 2014 a producir Florida Expo, donde se informa sobre la educación, el desarrollo de negocios y los programas de salud disponibles en el estado.
"Si uno se orienta, si uno toma decisiones bien informadas, se puede hacer", dice Alemán, quien ya ha producido cuatro de estas exposiciones en la isla. "Primero tienen que saber inglés, y al menos tener seis meses de salario o irse ya con un trabajo. Pero lo más importante es que no se vayan desinformados".
Miles de boricuas han asistido a los cuatro eventos de Florida Expo. Sus razones para considerar irse de Puerto Rico son varias: la tasa de desempleo de 11.8%, la disparidad en fondos federales para programas de salud en la isla, el brote grave del virus del Zika. La crisis fiscal obligó a cancelar un festival de cine y hasta puso en duda la viabilidad de la primaria demócrata en la isla el próximo mes.
Para el primer Florida Expo, que se dio en marzo de 2014, se registraron más de 10,000 personas interesadas en irse de Puerto Rico; para el segundo se registraron unos 22,000.
Alemán espera que la conferencia le dé pausa a quienes piensan que la mejor solución a sus problemas es comprar un pasaje sin regreso a Estados Unidos. "Nosotros no promovemos que la gente se vaya del país, sino que tomen decisiones informadas", explica Alemán. "Eso allá no es Disney. Somos bien responsables de comunicar lo que es una relocalización".
No quieren regresar a la isla
Al igual que Ruiz, un creciente número de padres puertorriqueños que han llegado a vivir en los moteles del área de Orlando prefieren su nueva realidad a la idea de regresarse a la isla.
"En estos días hablé con mis hijos, y les pregunté si quieren regresar a nuestro país", dice Ruiz. "No quieren. No quieren porque aquí no han escuchado un solo tiro. Aquí no ven tanta delincuencia. Y les encanta la escuela".
Para Ruiz, la vida en Kissimmee ha sido difícil. Paga $70 al día en taxis que la llevan y traen de su trabajo en Walmart, donde gana 10 dólares la hora. Desde que llegó ha solicitado ayuda del gobierno para ahorrar y conseguir hogar, pero no ha sido un proceso simple.
"Solicité food stamps (cupones para alimentos), solicité vivienda. La vivienda me la denegaron porque tenía que vivir aquí seis meses para considerarme. Para los food stamps me pusieron muchas, muchas trabas; se tardaron un mes en darme los food stamps. Y, pues, terminé quedándome en un hotel temporal en lo que resolvía", explica.
Ruiz pagaba 256 dólares semanales en un hotel donde vivió por meses, pero decidió mudarse recientemente a uno más caro para vivir en mejores condiciones. "Este no tiene cucarachas", dice.
Ha considerado regresar a Mayagüez, pero asegura que pronto encontrará un hogar permanente en el centro de Florida. "Ya mis hijos me preguntan, 'Mami, ¿pero cuándo vamos a conseguir una casa?' Ellos no entienden. A veces tengo que llorar en el baño porque ellos ni se imaginan que yo lloro, ellos me ven bien fuerte", lamenta Ruiz.
Le entusiasma lo rápido que su hija de siete años ha aprendido el inglés.
"En ese aspecto me siento bien satisfecha porque mis hijos están logrando lo que yo quería, se están educando. Y pronto yo voy a buscar trabajo en lo que yo estudié", asegura.
Ana María Rodríguez contribuyó con las entrevistas en esta nota.