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Huracán Irma

¿Por qué la Bahía de Tampa podría convertirse en una trampa mortal con el paso del huracán Irma?

A diferencia de Miami, esta zona al oeste de Florida no está tan preparada: cuatro millones de personas viven en Tampa, St. Petersburg y otras ciudades que rodean la bahía, que por su ubicación geográfica es altamente vulnerable ante el paso del ciclón.
10 Sep 2017 – 02:03 PM EDT
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Imagen desde el espacio de la Bahía de Tampa. Crédito: NASA

MIAMI, Florida. La llegada del huracán Irma pone en serio peligro una de la zonas consideradas como más vulnerables de todo el país a las inundaciones y daños de un ciclón, la Bahía de Tampa, en torno a la que viven cuatro millones de personas.

Una suma de factores pone en riesgo severo a Tampa más que a otras ciudades costeras. La zona no ha sufrido el impacto directo de un gran huracán desde hace un siglo y cuenta con pocos edificios preparados contra estos desastres naturales.

La bella bahía puede convertirse en una trampa mortal: las aguas arrastradas por Irma podrían quedar atrapadas, inundando Tampa y St. Petersburg, advierten los expertos.

El huracán llega a la Bahía de Tampa después de causar estragos en comunidades al sur en la costa oeste de Florida como Naples, Fort Myers y Cape Coral, donde la marejada ascendió en algunos sectores a 15 pies de altura (cuatro metros y medio).

En la Bahía de Tampa la marejada de la tormenta podría causar una elevación del nivel del mar de hasta 8 pies de altura (tres metros). Casi el 50% de los residentes en esta zona viven en áreas con una altura inferior a los 10 pies.

Tampa escapó del peor de los escenarios que se hubiera producido si el ángulo del huracán la hubiera golpeado de forma directa, generando una marejada de marea mayor. El pronóstico prevé que Irma llegue a la bahía desde el sur, limitando el efecto espiral de los vientos que empujan el mar hacia la costa.

"Si esto viniera directamente desde el oeste causaría una subida de hasta 20 pies", explicó a Univision Noticias el meteorólogo de Weather Underground Jeffrey Masters.

Esta región se convierte en un gran embudo para los huracanes cuyos vientos lleguen a la boca de la bahía. Sin embargo, no ha sufrido un impacto directo de un huracán de categoría 3 o mayor en cerca de un siglo, lo que se debe a que la ciudad da la cara al Golfo de México por el oeste y los huracanes suelen avanzar de este a oeste, como resultado de los vientos alisios.

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Esta sería la trayectoria del huracán Irma tras tocar los Cayos de Florida

La última vez que Tampa fue golpeada directamente fue en 1921 por un ciclón de categoría 3 con vientos de 115 millas por hora (185 km/h), que causó daños severos. Entonces solo 160,000 personas vivían en los cuatro condados del área metropolitana, la mayoría en zonas de altura.

Otro factor de riesgo proviene de la poca profundidad del agua que se extiende a lo largo de toda la costa oeste, por la elevación de la plataforma continental.

Piscina interminable

"Debido a esto, los efectos de la subida del nivel del mar son más graves en la costa oeste de Florida que en la este", explica el meteorólogo Albert Martínez, quien compara la zona con una piscina interminable.

Las aguas bajas que rodean a la Bahía de Tampa -de menos de 300 pies (90 metros) de profundidad que se extienden 90 millas (140 kilómetros) mar adentro-, la hacen muy vulnerable ante las marejadas ciclónicas, que son el fenómeno que causa más muertes durante un huracán.

Tampa es la ciudad de Estados Unidos con mayor riesgo de inundaciones por un huracán, según un informe de la consultora Karen Clark and Company, y la séptima del mundo, según el Banco Mundial.

A pesar de ese riesgo, la región no ha tomado suficientes medidas para contener el impacto de los efectos de la subida del mar, según activistas medioambientales. Pocos edificios del área de la Bahía de Tampa fueron construidos con medidas modernas de seguridad contra huracanes.

Parte de la culpa la tienen las autoridades estatales, entre ellos el gobernador Rick Scott, republicano y un negacionista del cambio climático. Scott ha conminado a sus empleados a que dejen de usar las palabras "cambio climático" en comunicaciones oficiales.

En junio, la legislatura controlada por los republicanos aprobó leyes que permitían a cualquier ciudadano cuestionar libros y códigos que traten de la ciencia de la evolución de las especies y el cambio climático.

Recientemente las autoridades de la Bahía de Tampa han comenzado a estudiar los efectos de las inundaciones.

En riesgo están el Tampa General Hospital y 30 parques que dan a la bahía, según un taller sobre el peligro de inundaciones realizado en marzo por la Comisión de Planificación del condado de Hillsborough, donde se encuentra Tampa.

Uno de los pocos lugares protegidos contra huracanes es el Museo de Salvador Dalí, en el centro de St. Petersburg, que cuenta con muros de cemento de 18 pulgadas de grosor y cristales rodeados por soportes de acero que podrían resistir huracanes de gran fuerza.

Para conocer qué pasaría en el peor de los escenarios, un simulacro de huracán de categoría 5 con vientos de más de 156 millas por hora, fue considerado por el Consejo de Planificación Regional de la Bahía de Tampa.

En ese escenario, el ficticio huracán Phoenix proyectó que el daño de los vientos destruiría medio millón de casas y negocios. Unos dos millones de residentes necesitarían tratamiento médico y más de 2,000 personas perderían la vida, un número mayor que las muertes causadas por Katrina en Louisiana y Mississippi.

"La mayoría de los lugares en Florida están muy por detrás de Miami en los esfuerzos para mitigar el impacto de un huracán", le dijo a Univision Noticias Susan Glickman, una activista medioambiental que reside en Tampa.

Miami lidera los esfuerzos contra huracanes desde que el huracán Andrew de 1992 destruyó 127,000 casas y causó daños valorados en 26,500 millones de dólares. La destrucción masiva expuso la deficiencia de los códigos de construcción y la escasa supervisión, lo que resultó en reformas considerables y un mayor esfuerzo de cooperación entre autoridades.

Hoy Miami tiene los códigos de construcción más estrictos de todo el país.

"Tenemos mucho que hacer para ponernos al día", añade Glickman.

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