"La finca quedó en el piso": agricultores de Puerto Rico estaban listos para cosechar, pero Fiona les dio un golpe brutal
UTUADO, Puerto Rico. - Héctor Maldonado camina por los platanales que pasó meses cuidando y le cuesta creer que estén todos en el piso. Han pasado casi tres días desde que el huracán Fiona asoló Puerto Rico y es su primer recorrido por las matas que estaban a punto de ser cosechadas. "No quise ni venir hasta aquí porque es un dolor para mí tan grande, todo el daño que ha hecho este huracán", dice mientras señala los racimos de plátanos verde brillante.
Los vientos, las fuertes ráfagas y las lluvias que dejó Fiona asolaron las montañas y llanos de la isla, y se ensañaron con los cultivos de un sector que trata de reducir la dependencia alimenticia de lo que llega de afuera. Casi el 85% de la comida que los puertorriqueños ponen sobre sus mesas es importada y perder buena parte de las cosechas locales amenaza con que ese altísimo porcentaje crezca todavía más.
En las montañas de Utuado, donde Héctor Maldonado cultiva en la Finca Viernes, se siembran mayormente plátanos, bananos, café y cítricos. Por la empinada geografía de la zona, casi todo se cultiva a mano porque los terrenos y caminos empinados dificultan el paso de maquinaria como la que se puede utilizar en las zonas llanas. El trabajo es duro y se hace por vocación. Y para esta época del año, ese trabajo había dado como resultado miles de árboles que estaban listos para ser cosechados.
Como las 5,000 matas de plátano y 10,000 cafetales de Kenneth Rivera. Que perdió toda la cosecha de plátano y casi la mitad de la de café.
"Tenía una proyección de coger 70 quintales de café, los cuales aseguré. Pero yo creo que no vamos a llegar ni a un 15 por ciento de eso, porque la mayoría del café está en el suelo, se cayó y vamos a ver qué podemos recoger", cuenta caminando junto a su nieta por sus cultivos. "Yo vendo un café de calidad, un café especial, a $1,000 el quintal, y si estamos hablando de 50 quintales, estamos hablando de $50,000, que es el ingreso que yo tengo para poder tener mis empleados durante el año y que me sobre algo para la familia".
"Estamos igual que María. Tenemos que empezar de nuevo"
Volver a tener lo que el huracán Fiona destruyó en horas tomará al menos un año, explica Rivera. Los agricultores tendrán que limpiar sus fincas, salvar lo que puedan, abonar nuevamente la tierra y comenzar casi desde cero el proceso de siembra. Es un proceso que vivieron hace cinco años con el devastador golpe de María, un huracán que ocasionó en 2017 pérdidas por casi $780 millones a la agricultura puertorriqueña.
"Estamos igual que María. Tenemos que empezar de nuevo, porque todo el plátano se fue al piso, el café se lastimó y mucho grano que estaba maduro, que estábamos empezando a coger, se fue al suelo (...) Las ganancias están en el piso, y así está toda la finca", dice Rivera.
El panorama de destrucción que se observa en los cultivos de las montañas de Utuado se replica en los llanos de Puerto Rico. En el sur, imágenes desvelan 'alfombras' de platanales. Lo que no dañó el viento, lo dañó el agua. Hubo zonas del sur y este que acumularon cerca de 30 pulgadas de precipitaciones y ríos cuyos caudales se dispararon en cuestión de minutos.
Fiona no solo afectó cultivos emblemáticos como el café, plátano y banano. También arrastró consigo cosechas incipientes, que son parte de un renovado impulso en el sector agrícola.
Maldonado también produce cáñamo, calabaza y pepino en el sureño pueblo de Lajas, por donde el huracán tocó tierra el pasado domingo con vientos sostenidos de 85 millas por hora y ráfagas que alcanzaron las 100 millas por hora. Explica que el desafío ahora comienza con acceder a las fincas aisladas y evaluar los daños para que se pueda activar el desembolso del dinero de los seguros.
Aunque no todos estaban asegurados, como en el caso de Kenneth Rivera en Utuado, que por una traba burocrática solo pudo resguardar uno de los dos cultivos que crece en sus tierras. Él optó por asegurar su café y su plátano.
Cerca de Rivera en Utuado, Vicente Ríos está en una situación similar. Perdió cerca de 20,000 matas de plátano que tiene cosechadas hasta en el último rincón de empinados cerros. "Hay una pérdida cuantiosa, y ahora cuando vamos a comprar los fertilizantes tan caros que están, los venenos, la mano de obra, los empleados...", dice. "Esperemos que los seguros se apiaden y respondan, porque la pérdida que hemos tenido, unos más y otros menos, es grande".
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