¿Pueden las masivas protestas en Israel por la muerte de rehenes forzar a Netanyahu a firmar un alto el fuego?
Muchos israelíes mostraron su ira y dolor este fin de semana después de que el ejército anunciara el hallazgo de los cuerpos de seis rehenes asesinados por sus captores en Gaza cuando los militares se acercaba a su ubicación.
La furia provocó protestas masivas y una huelga general, la presión interna más intensa sobre el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, desde el comienzo de la guerra hace cerca de 11 meses.
Muchos israelíes culpan a Netanyahu por el creciente número de rehenes muertos y están pidiendo un acuerdo de alto el fuego para liberar a los aproximadamente 100 cautivos restantes, incluso si eso significa tener que poner fin al conflicto.
Las manifestaciones del domingo fueron la mayor muestra de apoyo a un acuerdo de alto el fuego desde el 7 de octubre, cuando militantes liderados por Hamas irrumpieron en Israel y secuestraron a 250 personas.
Pero aunque ahora viene de sus votantes, Netanyahu ya ha enfrentado antes una feroz presión para alcanzar un acuerdo de alto el fuego, desde socios gubernamentales clave hasta altos funcionarios de seguridad e incluso de su aliado más importante, Estados Unidos. A pesar de eso, un acuerdo para poner fin a la guerra en Gaza sigue pareciendo difícil de alcanzar.
Analizamos cómo la protesta pública en Israel podría afectar los próximos pasos de Netanyahu en la guerra:
La posición de Netanyahu: "Nadie vendrá a darme sermones"
A lo largo de la guerra, los críticos han afirmado que Netanyahu ha puesto su supervivencia política por encima de todo lo demás, incluido el destino de los rehenes. Su gobierno depende del apoyo de dos partidos ultranacionalistas que alguna vez estuvieron al margen de la política israelí, pero que ahora ocupan puestos clave en el gobierno.
Encabezados por el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, y el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, se oponen a cualquier acuerdo que ponga fin a la guerra o libere a los prisioneros palestinos condenados por matar a israelíes. Han prometido desintegrar el gobierno si Netanyahu acepta un alto el fuego, una medida que desencadenaría nuevas elecciones que podrían destituir a Netanyahu de su cargo.
“Lo que le importa es su supervivencia política”, dijo Reuven Hazan, politólogo de la Universidad Hebrea de Jerusalén. “Su supervivencia política con Ben-Gvir y Smotrich no le permite poner fin a la guerra y traer de vuelta a los rehenes”.
Netanyahu, por su parte, culpa a Hamas por la falta de un acuerdo.
En su primer discurso público desde que empezaron las protestas masivas el domingo, el primer ministro israelí dijo que seguirá insistiendo en una demanda que ha surgido como un importante punto de fricción en las negociaciones: el control israelí continuo del corredor Filadelfia, una estrecha franja a lo largo de la frontera de Gaza con Egipto por donde Israel sostiene que Hamas contrabandea armas, algo que Egipto y la milicia palestina niegan.
Netanyahu dijo que el corredor es vital para garantizar que Hamas no pueda rearmarse a través de túneles. “Este es el oxígeno de Hamas”, dijo y agregó: “Nadie está más comprometido con la liberación de los rehenes que yo (...). Nadie vendrá a darme sermones sobre este tema”.
Sobre el primer ministro pesa también un juicio en curso por cargos de corrupción. Si Netanyahu cae, también perderá su plataforma para despotricar contra el sistema judicial, al que acusa de ser parcial. Tampoco podría avanzar con los cambios planeados por su gobierno al sistema legal que, según los críticos, podrían afectar el juicio y ayudarlo a evitar una condena.
Netanyahu dice defender los mejores intereses del país e insiste en que la operación militar en la Franja es la mejor manera de lograr la libertad de los rehenes. También quiere que cualquier acuerdo mantenga a las tropas israelíes en dos franjas de tierra en Gaza, y el lunes reafirmó su insistencia en que nunca aceptará una retirada de una de esas áreas.
Hamas ha rechazado esas demandas como imposibles de aceptar y la condición ha provocado enfrentamientos con el propio ministro de Defensa de Netanyahu, quien dice que un acuerdo que libere a los rehenes debería ser una prioridad.
A medida que el saldo de la guerra en Gaza aumenta, con decenas de miles de muertos y franjas enteras del territorio diezmadas, Israel se ha visto cada vez más aislado internacionalmente. El lunes, cuando se le preguntó si Netanyahu estaba haciendo lo suficiente para negociar un acuerdo, el presidente estadounidense Joe Biden respondió: "No".
Biden, que nunca ha estado de acuerdo con el líder israelí a pesar de que sus naciones son aliados cercanos, se ha vuelto cada vez más crítico con el liderazgo de su homólogo. Pero el momento de la declaración del lunes fue particularmente oportuno, ya que se produjo después de las protestas y manifestaciones de dolor por los rehenes.
La mayor muestra de apoyo a un acuerdo sobre los rehenes
Muchos israelíes acusan a Netanyahu de obstruir un acuerdo para permanecer en el poder y dicen que al no poner fin a la guerra, está poniendo en peligro las vidas de los rehenes.
"Hamas fue el que apretó el gatillo, pero Netanyahu es el que condenó (a los rehenes) a muerte", dijo un editorial del domingo del diario liberal Haaretz.
Israel ha presenciado protestas semanales en solidaridad con los rehenes desde el comienzo de la guerra. Pero con el tiempo, a medida que la ciudadanía ha tratado de volver a una relativa normalidad o la preocupación ha pasado a los temores de una guerra regional con Irán o el grupo militante Hezbollah, las protestas han disminuido en tamaño. Eso ha aliviado la presión sobre Netanyahu y las conversaciones para un acuerdo han fracasado repetidamente.
Pero el domingo cientos de miles de personas inundaron el centro de Tel Aviv, golpeando tambores y cantando "¡Acuerdo, ahora!". Alrededor de 100 rehenes permanecen en cautiverio en Gaza. Se estima que aproximadamente un tercio de ellos están muertos. Israel y Hamas han estado considerando una propuesta de tres fases que los liberaría y pondría fin a la guerra.
Fue la manifestación más grande que Israel ha visto al menos desde antes de la guerra, cuando los israelíes tomaron las calles semanalmente para protestar contra un plan de Netanyahu para reformar el poder judicial. Si bien las protestas, junto con una huelga general, llevaron a Netanyahu y a su gobierno a dar marcha atrás o suavizar algunas decisiones, la reforma solo se suspendió cuando estalló la guerra.
Los límites de la presión pública
Las marchas tienen sus límites. La protesta del domingo no logró romper las fronteras políticas de larga data y parecía estar formada en gran parte por los mismos israelíes liberales y laicos que rechazan el liderazgo de Netanyahu mientras era juzgado por presunta corrupción. Muchos de los partidarios del primer ministro dicen que ceder en cualquier posición en las negociaciones ahora después de la muerte de los seis rehenes sería una señal para Hamas de que puede cosechar recompensas con ese tipo de violencia.
De manera similar, la huelga del lunes reflejó esas mismas divisiones políticas. Los municipios liberales del centro de Israel, incluido Tel Aviv, se unieron a la huelga, lo que llevó al cierre de guarderías y jardines de infantes públicos, así como de otros servicios. Pero otras ciudades, en su mayoría con poblaciones conservadoras y religiosas que tienden a apoyar a Netanyahu, incluida Jerusalén, no se unieron a la huelga. Y un tribunal laboral acortó el paro varias horas, lo que limitó su eficacia.
Sin grandes protestas sostenidas en un sector más amplio de la sociedad, es difícil ver cómo Netanyahu sentiría suficiente presión para cambiar su enfoque, según el politólogo Reuven Hazan. Y mientras su gobierno sea estable, puede ceñirse a sus demandas en las negociaciones para apaciguar a su coalición e ignorar las protestas por completo.
Aun así, los familiares de los rehenes encontrados muertos en Gaza expresaron su esperanza de que las protestas marcaran un punto de inflexión en la guerra que pudiera forzar el avance hacia un acuerdo.
En una elegía dedicada a Hersh Goldberg-Polin, el joven israelí-estadounidense que estuvo entre los rehenes muertos y que se había convertido en uno de los cautivos de más alto perfil, su padre habló del impacto emocional que podrían tener las muertes.
"Durante 330 días, mamá y yo buscamos la piedra proverbial que pudiéramos voltear para salvarte", dijo Jon Polin. "Tal vez, solo tal vez, tu muerte sea la piedra, el combustible, que traerá a casa a los demás rehenes", agregó.