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Cartel de Sinaloa

Las lecciones que deja 'La batalla de Culiacán': una nueva generación de narcos que ataca a los civiles

El caos generalizado que provocaron varios integrantes del cartel de Sinaloa el pasado 17 de octubre parece haber sentado un precedente en el cual la población civil puede ser usada como rehén y víctima para lograr la liberación de un capo de alto nivel. A una semana del hecho, repasamos los acontecimientos y sus consecuencias.
24 Oct 2019 – 05:45 PM EDT
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México aún no sale del asombro por los errores y ridículos cometidos por su gobierno tratando de poner bajo custodia a uno de los hijos del mafioso Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán. Para algunos, lo que ocurrió hace una semana en las calles de Culiacán, la capital de Sinaloa, fue un parteaguas en el narcotráfico de ese país, acostumbrado a las masacres, mutaciones y violaciones de “códigos” de los carteles.

Este jueves, un tímido pleito diplomático entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y un oficial estadounidense trajo el tema de vuelta a la mesa de debate. En una comparecencia ante el Congreso, Richard Glenn, subsecretario de Asuntos de Narcóticos del Departamento de Estado, le sugirió a México comprometerse en el combate a los grupos dedicados al tráfico de narcóticos.

“Es de gran importancia en este momento que México desarrolle y comparta con nosotros una estrategia comprensiva para confrontar al crimen organizado trasnacional. Sin esa estrategia no veremos progreso. Obviamente los eventos de la semana pasada son muy preocupantes para nosotros”, dijo Glenn, quien también reclamó sin mencionar nombres que hace falta “un mayor compromiso político de los más altos niveles del gobierno de México”.

López Obrador no tardó en responder, calificando “de mal gusto” que un funcionario de EEUU opine sobre asuntos internos de México y aseguró que su istración sí colabora con su vecino del norte. “Hay cooperación para buscar enfrentar problemas que afectan a las dos naciones, a ellos les importa mucho lo del tráfico de drogas, a nosotros nos importa mucho el que no haya contrabando de armas”.

Sobre ese asunto, funcionarios de ambos países anunciaron el lunes la operación ‘Frozen’, que se enfoca en un mejor intercambio de inteligencia y en reforzar las medidas de vigilancia en las garitas fronterizas. México propone echar mano de tecnología para detectar el flujo de armas y de dinero en efectivo hacia el sur, mientras que EEUU trata de que le ayude a descubrir cargamentos de droga.


Estas medidas se toman por el armamento de guerra que exhibieron los pistoleros del cartel de Sinaloa el jueves, cuando lograron rescatar a Ovidio Guzmán López, quien junto a sus tres hermanos lideran una facción de la organización criminal que les heredó su padre. Les dicen ‘Los Chapitos’ y están a cargo de la venta de narcóticos al menudeo en Culiacán, bajo la tutela del capo Ismael ‘El Mayo’ Zambada.

Un precedente peligroso en Culiacán

Expertos dudan que su violenta ofensiva, que doblegó a las fuerzas militares, fuera improvisada. Una vez que supieron del operativo para atrapar a Ovidio Guzmán se enfrascaron en balaceras, bloquearon vialidades, quemaron vehículos, retuvieron a militares, se apostaron frente a un complejo donde viven esposas e hijos de soldados, y amedrentaron al gobierno enviando videos y mensajes por radio.

En cuestión de minutos, los gatilleros de ‘Los Chapitos’ tomaron el control de Culiacán, se llevaron a su “patrón” Ovidio y dejaron en ridículo al gabinete de seguridad de AMLO ante los ojos del mundo. Pero también sentaron un precedente peligroso: que ahora es posible negociar con balas y advertencias.

El saldo de la refriega ya alcanzó los 14 fallecidos, incluyendo un efectivo de la Guardia Nacional, según datos del gobierno sinaloense. Además, varias personas resultaron heridas.

“Estamos frente a una nueva generación de crimen organizado que no respeta los civiles”, dijo Cristóbal Castañeda, secretario de Seguridad Pública de Sinaloa, a la agencia Reuters.

El periodista Hugo Gutiérrez, de la agencia gubernamental Notimex, describió en un artículo cómo ciertos “códigos” se violaron en ‘La batalla de Culiacán’. Uno de estos era no dañar a los que viven en el bastión del cartel. Sus pistoleros no respondieron así cuando recapturaron a ‘El Chapo’ en 2014 en un condominio de Mazatlán, ni cuando lo volvieron a arrestar en una calle de Los Mochis en 2016.

“El operativo rabioso de los seguidores de Guzmán López disparando en medio de la sociedad civil para su liberación, incluso con acciones videograbas por ellos mismos, no es comparable a la estrategia criminal que utilizó su padre durante tres distintas detenciones como capo del cartel de Sinaloa”, apuntó. “En Culiacán no sabían lo que significaba aventarse al pavimento junto con sus hijos”.

Un día después de los hechos violentos y cuando el conteo de cadáveres no concluía, un abogado de ‘El Chapo’ dijo en una conferencia que la familia Guzmán asumiría los gastos funerarios de las víctimas y agradeció al presidente porque Ovidio Guzmán “no fue torturado”, ni baleado por los militares.

“La familia pide disculpas al pueblo de Culiacán. Y ellos se harán cargo de las lesiones y del muerto que hay allí”, aseguró el abogado Juan Pablo Badillo. Pero un reportero corrigió que había más fallecidos. “¿Hay ocho? No hay ningún problema, se les va a apoyar”, respondió con desenfado Badillo.

“Aquí no hay guerra”

En el mismo tono es el discurso del alcalde Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro, quien en una entrevista con Noticias Univision culpó a sus antecesores por permitirle al cartel sentar sus reales en esa ciudad. “Se hace lo que se puede con lo que se tiene, lo que nos dejaron los que se fueron es esto. Estamos toreando lo que nos dejaron, estamos luchando contra la corrupción que nos dejaron”, recalcó.

Quien gobierna un municipio que ‘El Chapo’ y ‘El Mayo’ hicieron propio hace décadas afirma que su istración es la primera que no tiene nexos con los capos. “Aquí no hay guerra. El Ejército, los efectivos que llegaron a Culiacán, no vienen a hacer la guerra, no vienen a detener a nadie, vienen a darle seguridad a la población”, dice en un mensaje que también parece conciliar con los narcotraficantes.

La fuerza militar que menciona Estrada Ferreiro está conformada por más de 600 soldados que llegaron al municipio con armas de alto poder, similares a las que mostraron los sicarios de ‘Los Chapitos’. Los mandaron para “crear condiciones de seguridad y paz”.

Para abonar a esta crisis de seguridad, las autoridades aún no han logrado recapturar a 47 reos que se fugaron del penal de Culiacán el jueves pasado, en medio de las balaceras. En total huyeron 55, pero en los días siguientes ubicaron a ocho. La mayoría pagaba condenas por delitos federales, incluyendo narcotráfico, asesinatos, secuestro y armas de fuego. Se teme que varios se reintegraron al cartel.

Entre los que se entregaron en las horas posteriores están Jesús Alarcón, condenado por tráfico de cocaína y metanfetaminas; Jesús Lara, quien se dedicaba al robo de auto; y Armando Manjarrez, que terminó en la cárcel por un robo a mano armada.

A la anécdota se han sumado distintas versiones sobre lo que ocurrió ese jueves: que también arrestaron a Iván Archivaldo Guzmán Salazar, otro hijo de ‘El Chapo’ que tiene un nivel más alto en el cartel, pero sus pistoleros lograron sacarlo del cerco militar. Otra hipótesis es que ‘El Mayo’ Zambada coordinó todo. Algunos hasta dicen que se trató de un montaje para afectar la imagen del presidente.

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"Aquí no hay guerra": alcalde de Culiacán habla sobre el operativo para detener al hijo de 'El Chapo'


La que es considerada la peor crisis de seguridad de AMLO ya fue medida. Una encuesta del diario Reforma, el 54% de los entrevistados estuvo en desacuerdo que hayan decidido dejar libre a Ovidio Guzmán López. El 56% dijo que si en sus manos hubiera estado no lo dejaban escapar.

López Obrador sigue aferrado a su postura, subrayando que tiene “la conciencia tranquila” y que su objetivo es arrancar de raíz la política de gobiernos anteriores que solo enlutó a miles de familias.

“Nosotros dejamos en claro desde el principio (…) de que íbamos a cambiar esa política absurda, inhumana e ineficaz. El caso de Culiacán sirvió para confrontar los dos modelos”, dijo en una reciente conferencia. “Va a pasar el tiempo y la gente de Culiacán y Sinaloa va a juzgar si se hizo bien o mal”.

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