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Cinco factores que gravitan sobre el futuro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte

“Parece improbable que la renegociación del TLCAN continúe en plena campaña política mexicana e inmersos en las elecciones primarias de Estados Unidos”.
Opinión
Profesor asociado en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), Ciudad de México.
2018-03-07T12:10:24-05:00
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Es muy difícil negociar con quien no quiere llegar a un acuerdo, sino imponer su posición. Lo saben Canadá y México, que enfrentan cotidianamente los vaivenes del humor de Donald Trump.

El más reciente episodio ha sido el anuncio de la imposición de aranceles a la importación de acero y de aluminio, sin que quede claro que sus socios en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, o TLCAN, quedarán exentos.

Trump ha calificado al TLCAN como “el peor tratado comercial de la historia” y ha prometido conseguir un mejor acuerdo para Estados Unidos, o en su defecto sustraerlo del pacto comercial.

La definición de ‘un mejor acuerdo’ para Trump es que México y Canadá se plieguen a sus deseos, de modo que él pueda proclamar victoria ante sus electores. Con todo, ni Trump puede determinar por sí solo el rumbo que seguirá la renegociación del TLCAN. Hay por lo menos cinco factores que gravitan sobre su futuro.

Quizás el factor más importante es el político. El 1 de julio hay elecciones presidenciales en México. Si los comicios fueran hoy, ganaría con amplio margen el populista de izquierda Andrés Manuel López Obrador. Él ha planteado que se suspenda la renegociación hasta que haya nuevo presidente en México. Además, el 6 de noviembre habrá quizá en Estados Unidos una nueva composición partidista en el Congreso, que podría no serle tan favorable a Trump. Y en Canadá tendrán lugar elecciones provinciales en 2018 y generales en 2019.

No se puede olvidar el factor ruso, una nube negra que es una constante amenaza sobre la istración Trump. Las investigaciones de Robert Mueller, sobre la trama rusa y su apoyo a Trump podrían desembocar en una acusación formal de obstrucción de la justicia contra el hoy presidente. No se puede descartar que se vea obligado a dejar su cargo antes de cumplir su primer cuatrienio, sobre todo si pierde su mayoría en el Congreso.

Por otra parte, está el “factor Twitter”. Una mañana cualquiera Donald Trump, en su frenesí tuitero, podría decidir que ya les dio suficiente oportunidad a Canadá y a México, sin que aquéllos le correspondan, que deja las negociaciones y que abandonará el pacto vigente.

Otra fuerza importante es el sector privado. Las cámaras de comercio, los gobernadores en cuyos estados muchos empleos dependen del comercio con Canadá y México, y numerosos legisladores republicanos preocupados por la deriva proteccionista de Trump, le han hecho ver que abandonar el TLCAN sería dispararse a sí mismo en el pie. En este escenario el inquilino de la Casa Blanca sigue con su retórica anti-tratado, pero no se retira del mismo.

Por último, está la presión de México y Canadá. Ambos países han dejado en claro que ésta es una negociación a tres. Han dejado en claro que no aceptarán un escenario de regreso a negociaciones bilaterales duales. En todo caso, no basta con que el pacto se apruebe en Washington.

En México, dos años de reiterados insultos y agravios de Trump contra los mexicanos, y su promesa de construir el muro fronterizo han provocado que la relación bilateral atraviese por su nivel más bajo en décadas, al punto que tres veces se han cancelado encuentros entre Donald Trump y el presidente mexicano Enrique Peña Nieto. Sorpresivamente, Washington acaba de anunciar que Jared Kushner, el yerno de Trump, que ha actuado como un vínculo clave entre los dos países, hará un viaje relámpago hoy para reunirse con Peña Nieto y hablar de las negociaciones sobre el TLCAN.

Peña Nieto ha renegociado el TLCAN como si solo importaran las cúpulas gubernamentales, la élite empresarial exportadora y el factor externo. No se ha escuchado la voz de los trabajadores mexicanos. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, ha sostenido que elevar los estándares laborales bajo el TLCAN aumentaría los salarios en México, detonando una base de consumidores más grande para beneficio de la región. Lejos de seguir esta ruta, el gobierno de Peña Nieto le sigue apostando a la represión salarial como falsa vía de competitividad.

Ni López Obrador, ni Ricardo Anaya, candidato de una alianza de partidos conservadores y de izquierda, ni José Antonio Meade, el candidato del gobernante Partido Revolucionario Institucional, se han pronunciado sobre el fondo del TLCAN. Pero seguramente tendrán que tomar posición recién inicien las campañas el 1 de abril, en vísperas de la octava ronda de renegociación en Washington. Quedan aún por negociar los temas más complicados: las reglas de origen en el sector automotriz, la cláusula de terminación del tratado y el mecanismo de solución de controversias.

Parece improbable que la renegociación del TLCAN continúe en plena campaña política mexicana e inmersos en las elecciones primarias de Estados Unidos. Además, el 30 de junio expira la autorización para negociar otorgada a Trump por el congreso.

Lo dicho: no están alineadas las constelaciones para concluir la renegociación y dar paso a la ratificación legislativa del TLCAN. Nos esperan largos meses de incertidumbre.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.

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