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¿Está Puerto Rico en peligro de perder su "encanto"?

La respuesta del gobierno, o la falta de ella, crea una insidiosa duda en cuanto a que la próxima generación de puertorriqueños pueda disfrutar de la misma bella infancia en la feliz isla verde que mi generación disfrutó.
Opinión
Andres Echeverria es un productor de Univision Noticias cubriendo la política e inmigración.
2017-09-29T15:17:17-04:00
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Residentes de San Juan caminan por las aguas de las calles inundadas. El gobernador de la isla advirtió del daño estructural en la represa de Guajataca, por lo que se realiza una evacuación masiva de las poblaciones en peligro. Crédito: Getty Images

"Un país es su gente. No verás lo más lindo de México, pero sí verás lo mejor de México". Ésas fueron las palabras que mi jefe, quien es mexicano, compartió conmigo antes de irme a la Ciudad de México para informar sobre las secuelas del terremoto del 19 de septiembre.

He reflexionado sobre ese sentimiento constantemente desde ese momento, y no sólo porque describe perfectamente la capacidad de resistencia frente a la tragedia que presencié en México. "Un país es su gente", se ha convertido en un mantra que repito para consolarme ante el sufrimiento que siento por mi propia patria, Puerto Rico.

Al igual que México, Puerto Rico sufrió una doble dosis de desastres este mes. México sufrió sus dos terremotos más letales desde 1985, Puerto Rico ha sido azotado por dos de sus más dañinos huracanes en casi un siglo.

'La Isla del Encanto'

Conforme comienza a revelarse la espantosa magnitud de la catástrofe que azota Puerto Rico, considerar los desafíos multidimensionales que enfrenta la 'Isla del Encanto' es una forma rápida de caer en la desesperación. Además de la escasez de agua potable, la simple falta de electricidad ha sido el más característico de los problemas de Puerto Rico.

El gobernador de Puerto Rico Ricardo Rosselló, quien con sólo 38 años de edad y después de sólo 9 meses en el cargo está enfrentando el desafío más importante del país del que se tenga memoria, informó que grandes franjas de la frágil red eléctrica de Puerto Rico fueron diezmadas irremediablemente y deben ser totalmente reconstruidas. Rosselló pronosticó que la mayor parte de la isla podría estar sin electricidad hasta por seis meses.

Viví en Puerto Rico desde los cuatro años hasta los 15: en la calle Amapola en el municipio de Trujillo Alto, justo al sur de San Juan. La isla es el escenario de los más gratos recuerdos de mi infancia. Muchos de mis familiares aún viven allí y voy de visita tanto como puedo.

Like Mexico, Puerto Rico suffered a double dose of disaster this month. Where Mexico endured its two deadliest earthquakes since 1985; Puerto Rico has been hit by two of its most damaging hurricanes in nearly a century.

Hay un dicho en Puerto Rico: " Donde comen dos, comen tres". En esencia, significa "siempre hay espacio para uno más en la mesa". Este proverbio se pondrá a prueba como nunca antes, a medida que se materializa el previsto éxodo hacia el territorio continental de Estados Unidos. Mi familia en Miami está lista para acoger hasta media docena de de la familia durante todo el tiempo que dure la recuperación. Casi todos los puertorriqueños que conozco en Estados Unidos están dispuestos a hacer lo mismo. Y muchos de los puertorriqueños que abandonen el país, nunca volverán. Puerto Rico ya ha perdido un asombroso 8.5% de su población desde el último censo realizado en 2010.

Puerto Rico es hogar de más ciudadanos estadounidenses que 21 estados de Estados Unidos. No obstante, el presidente estadounidense, por el cual a ningún puertorriqueño en la isla se le permite votar, pero que representa constitucionalmente a todos los puertorriqueños, se ha enfocado en otras cosas.

El púlpito presidencial está siendo utilizado para amplificar el drama alrededor de la NFL a expensas de enfocarse en la lucha de vida o muerte que se desarrolla en Puerto Rico, una lucha que definitivamente no es un juego.

Las calamidades como las que enfrentan 3.4 millones de puertorriqueños deberían aportar claridad de propósito. En su lugar, Trump está usando su posición para enfrentar a los estadounidenses unos contra otros en un momento en el que se necesita unirlos en la causa común de ayudar a sus semejantes. La falta de atención del presidente podría haber ya costado vidas puertorriqueñas.

La vida en el implacable calor de una isla tropical no es una cuestión de incomodidad, es una cuestión de peligro. Para los ancianos, la electricidad no es un lujo, es el sustento. Murieron casi tantas personas por falta de aire acondicionado en un solo hogar de ancianos de Miami sin electricidad que las que murieron a causa de la lluvia, las marejadas o el viento en toda la Florida durante el huracán Irma.
Y la oscuridad trae otro peligro: el saqueo.

Mi prima Mari s Bonnet, quien creció en la misma calle que yo, ha sido mi principal o y enlace con el resto de mi familia en la isla. Me indica que la luna está en cuarto menguante, por lo que hay poca luz en las noches para disuadir a los saqueadores. "Los ladrones saben que la gente guarda efectivo en casa. Están robando generadores, equipos electrónicos, incluso comida. Hay peleas por la gasolina. La gente se está volviendo loca y es cada vez peor", me dijo.

Filas para comprar gasolina...

La Madre Naturaleza no es ni benevolente ni cruel, solo indistintamente todopoderosa. La temporada de huracanes dura hasta el 30 de noviembre, y no hay ninguna garantía de que otra tormenta no amenace el Caribe. Los puertorriqueños están muy conscientes de esto. Mari no es sólo mi o en la isla, sino la fuente de noticias de facto de toda nuestra familia allí, y monitorea diligentemente el clima en el Atlántico. Y está pronosticada lluvia en los próximos días, lo cual perjudica las esperanzas de recuperación.

Al igual que buena parte del esfuerzo de recuperación, el coche de Mari ha estado atascado desde el paso de la tormenta. El vehículo ahora sirve exclusivamente como un ineficiente cargador de teléfono.

Charging phones ....

¿Usted conoce esa sensación de ansiedad cuando la batería del teléfono está a punto de descargarse? Multiplique eso por mil y comenzará a entender cómo se siente ella mientras observa la aguja del medidor de gasolina caer lentamente.

Fui a los Cayos de la Florida dos días después de que el archipiélago recibiera el impacto directo del huracán Irma. Algo que vi allí y que aún no se ha materializado en Puerto Rico es una abrumadora respuesta militar. Los reporteros de Univision han surcado la isla, y nuestros reporteros sobre el terreno se hacen eco de lo que mi prima me dice: la presencia de Estados Unidos no está en ninguna parte.

En las noticias de la tarde de Univision, mi colega Felix de Bedout informó desde el aeropuerto de San Juan, señalando que había un gran avión militar estadounidense de transporte Hércules en la pista. Sólo uno, comentó con incredulidad.

Cuando hice un recorrido por los daños en los Cayos, el flujo constante de camiones camuflajeados cargados con alimentos y agua me recordó que un ejército no sólo se mide por su capacidad para destruir a sus enemigos, sino también por su capacidad para ayudar a su pueblo. Y esa capacidad de ayuda es vital, porque las condiciones para muchos boricuas son potencialmente letales.

El éxodo de Puerto Rico esta década ha dejado a la isla con una población constituida desproporcionadamente por personas vulnerables. El 18.4% son mayores de 65 años, la tasa más alta de la nación. El 12% son discapacitados, la tasa más alta de la nación. Casi el 45% de los puertorriqueños viven en la pobreza, dos veces la tasa de Mississippi, el estado más pobre del territorio continental.

La crisis humanitaria que se desarrolla ante nuestros ojos es de una naturaleza y una magnitud que los ciudadanos estadounidenses rara vez, si acaso, enfrentan. Las comparaciones entre la respuesta de Trump a María y de George W. Bush a Katrina son inevitables. Trump incluso tuvo su propio momento de "tremendo trabajo, Brownie" el martes, diciendo que su manejo de la emergencia merece "muy buenas calificaciones".

Considerando que uno de los principales motivos de ira tras el paso de Katrina fue que el gobierno reaccionó con lentitud debido a que la población de Nueva Orleans es predominantemente negra, es difícil no preguntarse si la historia se está repitiendo en ese sentido.

Esa percepción se reforzó la semana pasada cuando Trump atacó a los atletas negros mientras que al mismo tiempo ignoró a ciudadanos hispanos con enormes necesidades. El despliegue de la ayuda a Puerto Rico parece una ilustración de cómo funciona la maquinaria de respuesta a desastres del gobierno estadounidense sin un presidente al mando.

La frustración ante la respuesta del gobierno es comprensiblemente profunda. Cuando Trump visite Puerto Rico el próximo martes, no debe esperar una cálida bienvenida, sino una puramente transaccional.

Al igual que muchos puertorriqueños, temo que la isla que me crió nunca será la misma. En un video que se ha vuelto viral en los medios sociales de los puertorriqueños, el rapero Bad Bunny concluye con esperanzas un verso desafiante que habla de la resistencia puertorriqueña, diciendo "El Puerto Rico de hoy no es el de ayer, pero tampoco será el de mañana".

Los boricuas dicen que tenemos una "mancha de plátano", en el sentido de que nuestra isla deja una huella en nosotros que, a diferencia de nuestra infraestructura, no se puede destruir. Tengo fe en mi pueblo; sé que la isla nunca va a perder su “encanto.” Pero la respuesta del gobierno, o la falta de ella, me deja una insidiosa duda en cuanto a que la próxima generación de puertorriqueños pueda disfrutar de la misma bella infancia en la feliz isla verde que mi generación disfrutó.

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