La intervención estatal ha salvado a millones de la pobreza

El año 2021 se marchó tan rápido que apenas hemos tenido tiempo de repasar cómo nos fue en materia laboral y económica. Un rápido vistazo al tema arroja una paradoja interesante: el mercado de trabajo fue uno de los más enérgicos en la historia moderna de Estados Unidos. Pero todavía se halla por debajo de lo que era antes de la pandemia, hace más de dos años. Y el azote de la ómicron hace imprevisible lo que pudiera sucederle durante 2022. Vale la pena subrayarlo antes que los políticos reclamen demasiados créditos por lo que sin duda fue un logro con matices.
Veamos algunas estadísticas. La tasa de desempleo terminó en 3.9% en diciembre, con 16 millones de desempleados menos que en 2020, el primer año de la pandemia. Estados Unidos protagonizó la mayor recuperación de todas las economías occidentales grandes. Y esto nos depara lecciones que conviene asimilar.
La primera destruye el mito de que el gobierno es, por definición, un lastre para el desarrollo económico. Si la economía estadounidense salió a flote y se recuperó notablemente el mercado laboral fue, sobre todo, gracias a la intervención directa del gobierno. Durante el último año de la presidencia de Trump, el Congreso y la Casa Blanca aprobaron tres paquetes de estímulo económico para empresas y familias. Durante el primer año de Joe Biden, aprobaron el cuarto. En total, las ayudas federales ascendieron a más de $5 millones de millones ($5.2 trillion en inglés). La Reserva Federal, el banco central del país, acuñó cantidades industriales de fondos de asistencia. Y los gobiernos estatales y locales complementaron el esfuerzo con sus propios programas de ayuda.
Esta avalancha asistencial causó inflación, pero a la vez salvó a millones de estadounidenses de la pobreza y condujo a una saludable recuperación parcial. Muchas personas ahorraron dinero. Y la inmensa mayoría contó con lo necesario para alimentarse y sobrevivir. Ningún esfuerzo privado habría sido suficiente para conseguir estos resultados, por mucho que les cueste itirlo a los enemigos recalcitrantes del gobierno como motor de la economía y promotor del bienestar común.
Es una ironía que la recuperación se haya producido a pesar de la persistencia de la pandemia. Pero aún más irónico es que en el mercado laboral haya habido millones de empleos más que personas dispuestas a ocuparlos. Esto se debió, principalmente, a que muchos estadounidenses se jubilaron temprano – más de millón y medio en noviembre solamente - otros abandonaron sus puestos para cuidar niños o familiares enfermos en sus casas y muchos se marcharon a trabajar por su cuenta y a domicilio. La Gran Renuncia se denomina este fenómeno.
La Gran Renuncia es en sí otra enseñanza importante que se deriva de la recuperación económica. Sugiere que, con la nueva dinámica creada por el covid-19, los comercios y empresas deberán esforzarse más para contratar y retener a sus empleados, especialmente a los más productivos. Los conservarán aquellos empleadores que estén dispuestos a pagar sueldos de supervivencia, a dar beneficios razonables y a crear una cultura laboral estimulante y transparente.
Es probable, sin embargo, que cualquier mejoría en la cultura empresarial y laboral no baste para cerrar la brecha entre los empleos existentes y los trabajadores disponibles para ocuparlos, que fue de 4 millones 500 mil en diciembre. De ahí podemos derivar la tercera gran lección. Y es que Estados Unidos probablemente tendrá que recurrir a la inmigración legal y ordenada. La Casa Blanca y el Congreso deberían trazar un plan inteligente y práctico para atraer inmigrantes que contribuyan con su trabajo a los sectores económicos que más los necesitan. Hasta este momento, esos sectores son los de servicios, agricultura, cuidado médico e informática. Si no se les suple adecuadamente de la mano de obra que necesitan, la recuperación económica podría frustrarse, especialmente si el covid-19 continúa impactando las actividades económicas, como ocurre en la actualidad.
La recuperación de la economía en 2021, en suma, fue real, aunque no tan definitiva como probablemente la pintará el gobierno del presidente Biden. Para que continúe y se estabilice en 2022, será imprescindible responder de manera práctica a los desafíos que genere la persistencia del coronavirus. Parte de la respuesta ha de venir del gobierno y del Congreso, los cuales tendrán que permanecer atentos a la necesidad de asistir a los afectados por la pandemia y de estimular el mercado laboral, incluso a través de la inmigración ordenada si fuere necesario. A su vez, el sector privado puede cuidar sus intereses con una estrategia sensata para retener a sus empleados experimentados y productivos.
En cuanto a nosotros, los ciudadanos de a pie, supongo que, por ahora, no tendremos otro remedio que adaptarnos a vivir sin la abundancia de productos y servicios a los que nos habíamos acostumbrado. “Neveras menos llenas, carros más viejos”, como dice un amigo economista. Es una consecuencia de la escasez de mano de obra en renglones esenciales de la economía nacional.
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