Libertad y libertinaje ante la transmisión en vivo por internet de un suicidio

Si se tratara de una película de James Bond, diría que la escena es fuerte, pero nada más, pues hechos como el que narraré a continuación, suceden en muchas películas. Generalmente los malos mueren y siempre los buenos se salvan en actuaciones como ésta.
Ocurrió el Jueves de esta semana en Mazatlán, México. Es impresionante. Un hombre subió hasta la parte más elevada de una gigantesca torre de electricidad, de alta tensión, con el propósito de quitarse la vida. Permaneció allí al menos tres horas, los bomberos alcanzaron a subir hasta cierta altura, a tal grado que pudieron conversar con él, pero no lograron convencerlo. Le dijo al jefe de bomberos que lo hacía desesperado porque una autoridad (Desarrollo Integral de la Familia) le había quitado a su sobrino de dos años a quien, según su familia, se habría llevado, aparentemente bajo efectos de drogas, en contra de la voluntad de su hermana.
También le hablaron desde la base de la torre con un altoparlante. Y en algún momento extendieron una escalera hasta donde se encontraba, para que descendiera, pero no lo hizo. Un arriesgado y valiente bombero se jugó la vida tratando de llegar hasta la cima, donde el hombre estaba. Sus hermanas llegaron para tratar de convencerlo. Le hablaron en vano.
Mientras tanto, alrededor del lugar se congregaron decenas de mirones.
Llegaron canales de televisión que mantuvieron sus cámaras encendidas durante las más de tres horas que duró el drama. A algunos de los presentes se les ocurrió usar sus teléfonos celulares para transmitir en vivo. Y en vivo, sin el menor recato, sin edición alguna, se transmitió el suicidio de Oscar César a través de Facebook Live. Se puso de pie, pronunció una frase estremecedora antes de la dantesca escena final. Dijo: “Nos veremos en el infierno”. Y se lanzó al vacío.
Se calcula que más de un millón de personas vio la macabra transmisión en vivo. Y aunque el video ha sido ya editado o retirado, miles lo siguen buscando.
Mientras los medios de comunicación serios y tradicionales se cuidan de transmitir escenas de este tipo, las discuten en los consejos de redacción, las cubren o congelan. Internet es un medio abierto, libre, sin control, por el que se puede publicar todo, sin pudor, sin moral, sin ética, sin compasión, sin respeto por la privacidad, por la vida, por la sensibilidad. ¿Hasta dónde hemos llegado? y ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar? Las leyes existen para controlar las malas conciencias, o para tratar de controlarlas, para interponer obstáculos a los malos, a los mal intencionados. Y de verdad que hacen faltan leyes para controlar esta manera inhumana de promover el morbo. Internet es medio para planear y realizar acciones criminales, para promover el terrorismo y mucho más. Su bondad se ve opacada con estas manchas.
No es la primera vez que sucede, que se transmita un suicidio en vivo por internet, ni será la última. Tristemente, actuaciones como esta se copian, se repiten; sus protagonistas, no me cabe duda, tienen algún tipo de problema mental. Pero también son enfermos mentales quienes hacen estas transmisiones poniéndolas al frente de todo ser humano, incluso niños, quienes tienen a internet. La aparente libertad que ofrecen la red cibernética, los teléfonos celulares y otros medios electrónicos, se ha convertido en libertinaje, libertinaje pleno, desalmado, brutal. Los encargados de crear las leyes tienen que actuar.
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es). Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.