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¿Podrán sobrevivir los idiomas al derretimiento de los hielos y subida del mar?

El cambio climático está forzando a muchas poblaciones a abandonar su tierra y con ella a veces también quedan su cultura y lenguaje tradicionales.
13 Nov 2016 – 09:50 AM EST
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GLACIAL ICE SHEET, GREENLAND - JULY 17: Part of the glacial ice sheet that covers about 80 percent of the country is seen on July 17, 2013 on the Glacial Ice Sheet, Greenland. As the sea levels around the globe rise, researchers affilitated with the National Science Foundation and other organizations are studying the phenomena of the melting glaciers and its long-term ramifications. The warmer temperatures that have had an effect on the glaciers in Greenland also have altered the ways in which the local populace farm, fish, hunt and even travel across land. In recent years, sea level rise in places such as Miami Beach has led to increased street flooding and prompted leaders such as New York City Mayor Michael Bloomberg to propose a $19.5 billion plan to boost the citys capacity to withstand future extreme weather events by, among other things, devising mechanisms to withstand flooding. (Photo by Joe Raedle/Getty Images) Crédito: Getty Images

Por Kate Yoder

Donde sea que te encuentres en Groenlandia, puedes ubicar dónde estás respecto al mar y hielo por cómo se siente el viento.

Los inuit han dependido de pequeñas fluctuaciones en la brisa por casi mil años para guiarse en noches oscuras y con niebla, y le asignaron nombres especiales a cada uno de estos diferentes vientos. Tan solo una palabra, isersarneq, significa algo como: "esto es un viento en el fiordo que entra desde el mar y puede dificultar la llegada a casa, pero una vez que te alejes del fiordo, hay buen clima".

Pero recientemente, a medida que cambian los vientos y se tornan impredecibles, estos términos van desapareciendo.

“Una serie de factores muy complejos propulsan el cambio de lenguaje y el clima definitivamente es uno de ellos”, expresa Lenore Grenoble, una lingüista de la Universidad de Chicago quien se especializa en groenlandés.

Con base en un dialecto que se habla en el oeste de Groenlandia, el groenlandés es el idioma oficial del país, aunque también se hablan otros dialectos en el norte y este. Es una lengua fascinante, dice Grenoble, formada por palabras extremadamente largas que se pueden adaptar para cada ocasión. “Hay tantas palabras en groenlandés como oraciones en inglés”, explica. “Hay mucho por aprender de cómo funciona o cómo funciona la mente cuando lo procesa”.

Algunas cosas, como las palabras utilizadas para diferentes vientos, están desapareciendo antes que siquiera alcancemos a comprenderlas por completo.

Ya hemos pasado el pico de diversidad cultural sobre la Tierra. Cada dos semanas desaparece una lengua -una que se remonta a los primeros homínidos desplazándose por la sabana.

Aunque no es una medida exacta, unas de las mejores formas de medir la diversidad cultural es a través de las lenguas. Y esa diversidad está en peligro. Los lingüistas predicen que de aquí a 100 años habrán desaparecido la mitad de las 7,000 lenguas que se hablan en la actualidad en el mundo.

La causa más común por la que desaparece un idioma es cuando las personas dejan de usarlo por otro más dominante, así lo asegura el Manual de Idiomas en Peligro de Cambridge. Las personas tienen el incentivo de adoptar idiomas de poder, aquellos que se han tornado así a través de la colonización, y ofrecen un estatus social más elevado y mejores oportunidades laborales. Los idiomas también pueden desaparecer cuando una población es amenazada por desastres naturales, hambruna, enfermedades o guerras.

Si eres de los que se mantienen bien informado sobre los efectos del cambio climático, esta lista de factores te sonará familiar. A medida que se calienta el planeta, nos encaminamos a ver tormentas más intensas, la subida del mar, sequías prolongadas y la diseminación de enfermedades infecciosas - todas las cuales pueden, a su vez, llevar al caos, conflictos armados y migración. Y cuando los afectados se asientan en nuevos lugares, comienzan una nueva vida con todo y nuevos ambientes, tradiciones y sí, también un nuevo idioma.

Es posible que ningún otro lugar del mundo sea mejor sitio de prueba para el calentamiento acelerado de la atmósfera que Groenlandia. En los últimos cuatro años, se han derretido más de un billón de toneladas de hielo de sus enormes placas. Incluso, este año, se derritió a paso tan acelerado que hasta los climatólogos dudaron de sus mediciones.

A medida que el medio ambiente en Groenlandia se va transformando, las comunidades de plantas y animales están cambiando más rápido que en casi cualquier otro lugar del mundo. Los osos polares se desplazan hacia el sur, los mosquitos se proliferan, llegan nuevas especies de peces, la lluvia cae de forma errática y el aire es más húmedo.

Los hábitos de vida de los groenlandeses también está cambiando. Se solía utilizar el hielo marino que se forma en el invierno para cazar, pero ahora se está debilitando. Ahora un paso en falso podría resultar en quedar sumergido en aguas heladas.

Las fuentes de alimento tradicional de los inuit, como el caribú, también son afectados. Las crías de este animal suelen aparecer en la misma época de la primavera cada año y coincidir con el brote de las plantas que son su alimento. Pero con el calentamiento del Ártico, las plantas florecen y desaparecen más temprano. Esta desincronización significa que los jóvenes caribú y sus madres se están alimentando de comida de menor calidad.

“La conexión entre los groenlandeses y los animales es absolutamente central -tan central como lo es su idioma a su identificación como groenlandeses”, dice Ross Virginia, director del Instituto de Estudios Árticos de la universidad Dartmouth.

El cambio climático impacta la vida y tierra que nos rodea, y con ello, define dónde vamos, qué comemos, cómo hablamos y quienes somos.

El derretimiento del hielo de Groenlandia también está contribuyendo a una crisis existencial, al otro lado del globo terráqueo, en las Islas Marshall. La cadena de islas coralinas de baja elevación, que se encuentran entre Hawaii y Australia, está sufriendo una migración masiva similar al éxodo que ocurrió durante la hambruna irlandesa. La quinta parte de la población se marchó del país entre 1990 y 2011, y el cambio climático es un factor cada vez más importante en la decisión de reubicarse.

A medida que el océano se va tragando las islas, inundando sus calles con desagüe e invadiendo las fuentes de agua potable, las personas se verán forzadas a migrar, posiblemente a los Estados Unidos. La mayor población de marshaleses fuera de las islas se encuentra en Springdale, Arkansas. Es probable que allí, al integrarse, estos inmigrantes pierdan su lenguaje tradicional en pocas generaciones.

“Definitivamente existe la percepción de que si no hablas en marshalés, no eres realmente un uno de ellos”, afirma Peter Rudiak-Gould, un antropólogo que ha estudiado estas islas por 10 años. “La cultura realmente no podría sobrevivir sin el idioma”.

Los atolones de coral presentan una resistencia natural a la subida del mar: los corales sanos crecen y mueren, luego aparecen en las islas como arena y esta se acumula a través del tiempo. Pero este proceso no puede seguirle el paso si el mar sube demasiado rápido o si los arrecifes desaparecen.

“Donde haya un atolón y un grupo cultural sobre él, hay ese potencial para una migración masiva y extinción de idiomas”, reflexionó Rudiak-Gould. Tuvalu, Kiribati y las Maldivas son ejemplos. Tal como las comunidades del Ártico, los isleños del sur del Pacífico también encaran un futuro incierto por un suelo inestable.

Es difícil adjudicar la causa de una migración a un único factor. Esto podría explicar por qué el impacto del clima sobre lenguas indígenas no se ha estudiado en detalle. El Manual de Idiomas en Peligro de Cambridge incluye un cortísimo párrafo sobre el tema. Dice que el cambio climático ha sido “pasado por alto” por los lingüistas, a pesar de que ya comenzó a afectar los idiomas árticos y acelerará la desaparición de lenguas indígenas alrededor del mundo.

Rudiak-Gould nos dice que realmente no tenemos idea de cuántos idiomas se extinguirán. “Probablemente sea más de lo que predecimos”, asegura, “porque el cambio climático realmente no ha sido tomado en cuenta en esas predicciones”.

Le pregunté en un email a Nicholas Ostler, presidente de la Fundación para Lenguajes en Peligro, por qué la comunidad de lingüistas no ha examinado el cambio climático con más atención. En su respuesta me escribió: “Bueno, el cambio climático es una tendencia que actúa lentamente -hasta que alcanza un punto de inflección, supongo”.

Pero el cambio climático no es una realidad muy lejana: es nuestra realidad actual. Comunidades aisladas de los Andes dependen de glaciares y lagos que están desapareciendo. Aldeas costeras en Alaska ya se están reubicando para escaparle al mar que sube y al permafrost.Tierras que alguna vez fueron granjas fértiles en África subsahariana se están convirtiendo en desiertos . Estas comunidades deben negociar la vida en un ambiente nuevo e impredecible o sino partir, dejando atrás su identidad y tradiciones. El cambio climático podría desplazar alrededor de 200 millones de personas para 2050 (¡incluso hasta mil millones!). Si no hemos alcanzado ya el punto de inflección, estamos bien encaminados a hacerlo.

La emigración puede amenazar a los idiomas, pero también lo puede la inmigración. Groenlandia, con tan solo 50,000 residentes, se enfrenta a una verdadera invasión de trabajadores extranjeros que llegan al pequeño país en busca de las oportunidades que ofrece el retroceso de los hielos, mayoritariamente en la extracción de petróleo y minerales. El ‘boom’ está catapultando a Groenlandia hacia la geopolítica del siglo XXI. La mayoría de las proyecciones indican que esta nueva ola industrial podría atraer alrededor de 2,000 trabajadores extranjeros. Pero una de ellas especula que hasta 200,000 inmigrantes podrían surgir -cuatro veces más que la actual población.

“Esto sería un trastorno social inmenso”, indica Grenoble. Es un tema controversial en este momento. Algunos groenlandeses quieren aprovechar la oportunidad de reclamar su independencia económica, mientras que a otros les preocupa que el o extranjero amenazaría su identidad. Si enormes cantidades de trabajadores que hablan idiomas extranjeros entran al país, nada es seguro.

Aunque la minería y perforación aún no han comenzado, el país ya se halla inundado por visitantes. Muchos son ‘turistas del juicio final’ que quieren ver el famoso y gélido paisaje silvestre antes de que se derrita y sea irreconocible. Alrededor de 35,000 personas visitan Groenlandia por avión cada año, además de los 30,000 visitantes que llegan por cruceros.

“Están estos cruceros que anclan y traen cientas de personas que desembarcan, vistiendo chaquetas del mismo color -como si todos fueran de rojo o amarillo”, expresa Grenoble. “Y descienden a un pequeño pueblo por un par de horas y se marchan”.

Groenlandia se está fortaleciendo ante esta marea, defiende su idioma del mismo modo que una isla reforzaría su orilla erosionada trayendo arena nueva.

El gobierno está reemplazando los nombres de lugares en danés por otros tradicionales en inuit, traduciendo material escrito algroenlandés y asegurándose que el idioma sea usado en los colegios. Incluso hay un comité de lenguaje que legisla nuevas palabras. Katti Frederikson, quien encabeza el secretariado de lenguaje, ayuda a desarrollar y aprobar la nueva terminología groenlandesa para todo tipo de temas: economía, ciencia, industria minera y leyes.

En el año 2013, el consejo aprobó los términos en groenlandés para clima: silap pissusia, y cambio climático: silap pissusiata allanngornera. Estos términos son explicados en este video (seguido de una breve reseña sobre el groenlandés por Grenoble) realizado por Lene Kielsen Holm, un groenlandés que trabaja como científico en el Centro de Investigaciones sobre el Cambio Climáico de Groenlandia.

“Es difícil hablar de cambio como lo hacen los occidentales, porque ellos lo hacen en un modo abstracto”, explica Holms en su video. “También es abstracto para los científicos - mientras que para los inuit que estamos viviendo los cambios, es algo con lo que tenemos que vivir”.

Al preguntarle sobre el futuro de su idioma, Grenoble declaró: “Espero que dure. El groenlandés realmente es el lenguaje del Ártico por el que me mantengo optimista”.

“Si perdemos nuestro idioma, muchas historias se habrán perdido, y mucho de nuestro conocimiento tradicional sobre la naturaleza, el clima, medicina y el paisaje”, reflexiona Frederikson. “Y por supuesto el modo en que pensamos y que actuamos se perderán. Lo que intento expresar es que para cuando las personas dejen de hablar Kalaallisut, habremos perdido a los groenlandeses”.

Cada idioma representa un modo de pensar que ha sido construido a lo largo del tiempo a través de procesos orgánicos, como un ecosistema que se adapta a un tiempo y espacio específico -y puede ser interrumpido o hasta destruido por cambios repentinos.

Para mantener vivo el suyo, los groenlandeses tienen que lograr más que aferrarse a su vocabulario. Tienen que hacer que ese idioma permanezca relevante, amoldándolo a un mundo creciente de mineros, turisas y vientos cambiantes.

Texto original en inglés de Grist

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