Con faltas y a lo loco: por qué Trump no podrá borrar sus tuits con insultos y errores ortográficos cuando sea presidente

Trump es un tuitero indisciplinado y poco reflexivo: escribe a espaldas de su equipo, manda mensajes a horas intempestivas criticando a modelos, se enfrenta con China en intercambios de consecuencias diplomáticas y desvela sus planes sobre armamento nuclear sin previo aviso.
Una de las prácticas preferidas del presidente electo es borrar sus tuits después de escribirlos. Sin embargo, esta técnica tiene los días contados: cuando jure el cargo como presidente, Trump no podrá eliminar su rastro en su red social predilecta con tanta libertad como lo hace en la actualidad. Y, si lo hace, podría estar incumpliendo la Ley de Registros Presidenciales (Presidential Records Act), que ordena que todos los registros presidenciales, tuits incluidos, sean conservados.
Trump ha borrado muchos de sus mensajes: quejándose del mismo sistema electoral que le dio la victoria, sobre el 11 de septiembre, criticando al elenco de Hamilton, insultando al líder de la minoría demócrata en el Senado, haciendo comentarios de tinte antisemita o corrigiendo sus propios errores ortográficos. Hoy mismo ha borrado un tuit que contenía una nueva falta: el presidente electo ha escrito 'Julian Assuage' para referirse al líder de WikiLeaks, en lugar de 'Julian Assange'.
¿Tuits privados o tuits públicos?
"Cuando se convierta en presidente, el estatus legal de todas sus comunicaciones será más complejo", dice a Univision Noticias Douglas Cox, profesor de la escuela de ley de City University of New York y experto en temas política informativa y seguridad nacional.
Según Cox, todo depende de si Trump se traslada su presencia tuitera a la cuenta oficial del presidente de Estados Unidos, @POTUS, o de si la combina con su actual cuenta personal, @realDonaldTrump, donde mantiene esta frenética actividad que el senador Charles Schumer ha denominado la 'Twitter presidencia'.
Si se limita a usar @POTUS, una cuenta caracterizada por su tono aséptico e institucional, Trump tendrá que renunciar a una de las armas más efectivas de su campaña: su cuenta de Twitter, un canal que le permite mandar mensajes de forma fácil, efectiva y rápida a más 18 millones de seguidores y que ha comparado con tener su propio periódico.
Un recoveco que Trump podría utilizar sería conservar su cuenta personal y argumentar que sus salidas de tono en su cuenta de Twitter son algo personal, ya que la Ley de Registros Presidenciales no obliga a conservar las comunicaciones privadas del presidente. De hecho, es el propio presidente quién determina si lo que dice es de índole pública o privada, lo que supone una ventaja para Trump.
Trump, un tuitero atípico que plantea problemas sin precedente
Según Cox, aquí es donde el comportamiento online del presidente electo plantea preguntas sin precedente: aunque lo diga desde una cuenta personal, ¿no es atacar a sus oponentes o a los medios de comunicación un acto político? ¿Y anunciar que Estados Unidos aumentará su arsenal nuclear?
"Si continúa tuiteando de la forma en que lo hace cuando sea presidente, plantearía preguntas únicas, sin precedentes, y lamentables, como si los insultos a adversarios políticos, a los periódicos o a las celebridades de un presidente en ejercicio están de algún modo relacionados con el desempeño de sus funciones o si éstas deben tratarse como comunicaciones personales", indica el abogado, que es partidario de conservar estos tuits.
Solo Trump podrá resolver, a partir del 20 de enero y a golpe de 140 caracteres, estas incógnitas. Y Cox no es el único que se las plantea. En una pieza sobre cómo Trump está transformando la comunicación presidencial, la Universidad de Northwestern preguntó a Greg Goodale, profesor de comunicación y derecho, su opinión sobre el papel que la Ley de Registros Presidenciales jugará en una presidencia donde Twitter podría ser un arma de comunicación crucial.
Según Goodale, los intentos de Trump de eliminar su rastro online serán infructuosos, ya que tiene todos los ojos puestos sobre él. Su razonamiento parece hacerse eco del conocido ' efecto Barbra Streisand', fenómeno por el cual cualquier intento de esconder, eliminar o censurar una información en internet termina causando el efecto contrario. "Esa es la naturaleza de los medios sociales", dice Goodale. "Nada es permanente, pero todo se conserva".