Cosas trágicas, extrañas o curiosas que han pasado en discursos del Estado de la Unión

Los discursos sobre el Estado de la Unión son eventos protocolares, coreografiados al extremo. Y para mucha gente, algo aburridos. Por eso, cuando se produce una rareza destaca mucho (a veces mucho más que el mensaje mismo que esté enviando ese presidente).
Considerando la personalidad díscola y desafiante del presidente Donald Trump, con seguridad muchos estarán pendientes de los detalles que pueda dejar para la anécdota su primer mensaje anual ante el pleno de ambas cámaras.
Acá presentamos una selección de momentos curiosos, trágicos, tensos o delicados que se han producido durante esos mensajes al Congreso.
Cuando Nixon pidió reemplazar al presidente (que era él mismo)
Eran los días álgidos del Watergate, el caso de espionaje político que cada vez más involucraba a la Casa Blanca y que muchos liberales esperaban que significara la caída de Richard Nixon. Pero para frustración de estos, el escándalo no impidió la reelección de Nixon en diciembre de 1973, cuando todo estaba por entrar en su fase más álgida.
“En los últimos tres años he pedido al Congreso que se me una para reemplazar al presidente desacreditado presidente… presente desacreditado”, dijo trastabillando Nixon en referencia al sistema de bienestar social en 1974 en su último discurso sobre el Estado de la Unión.
Nadie pareció darse cuenta en ese momento, a juzgar por las caras impasibles de quienes estaban detrás de él en el podio: el vicepresidente Gerald Ford y el presidente de la Cámara de Representantes, el demócrata Carl Albert.
Más adelante, en su mensaje el atribulado presidente dijo que “un año del llamado escándalo Watergate” era “suficiente". No lo fue y ocho meses después, Ford ocupaba su puesto, luego de que Nixon se convirtiera en el primer presidente estadounidense en renunciar al cargo, para evitar el inminente juicio político en ese mismo Congreso que lo escuchaba.
Cuando Clinton se quedó sin prompter
Que Bill Clinton es un orador excepcional nadie lo cuestiona, ni siquiera la legión de enemigos políticos que tiene entre los conservadores. En su discurso del Estado de la Unión de 1993 hizo gala de esas habilidades, cuando recitó de memoria el mensaje luego de que sus asistentes colocaran el texto equivocado en el apuntador.
En 1997 casi tiene que repetir la hazaña porque el apuntador borró las separaciones entre párrafos y presentaba un bloque de texto ilegible. Los asistentes del presidente empezaron a reintroducir las separaciones mientras él hacia su caminata triunfal hacia el podio, beneficiándose de la costumbre de Clinton de saludar a cuanta persona encuentra en su camino, con lo que lograron reparar al problema justo a tiempo para empezar el discurso.
Cuando le dijeron mentiroso a Obama
No fue en un discurso del Estado de Unión, pero si en un mensaje al pleno del Congreso, cuando el presidente Barack Obama fue acusado de mentiroso por un congresista republicano.
“Usted miente”, se escuchó decir en voz alta al republicano Joe Wilson justo cuando Obama decía que la reforma migratoria que proponía no beneficiaría a quienes estaba ilegalmente en el país. Fue un momento de estupor para quienes no se podían imaginar semejante falta de respeto. La cara indignada de Nancy Pelosi y la mirada de reprobación paternal del vicepresidente Joe Biden resumen el sentimiento de los parlamentarios. Los republicanos sancionaron a Wilson y este luego se disculpó, aunque siguió diciendo que estaba en desacuerdo con el presidente.
Al año siguiente se volvió a cuestionar la exactitud de una aseveración del mandatario, esta vez sí en un Estado de la Unión. El presidente cuestionó la decisión de la Corte Suprema en el caso conocido como Citizens United, que relajó los controles sobre el dinero corporativo en campañas electorales. “La semana pasada, la Corte Suprema revirtió un siglo de leyes que creo que abrirá las compuertas a los intereses especiales, incluyendo corporaciones extranjeras, para gastar dinero sin límites en nuestras elecciones”, dijo Obama.
Esa afirmación, considerada inexacta y desproporcionada por varios expertos legales, desató la indignación del juez Samuel Alito, quien viendo con severidad al presidente masculló “No es cierto” y quedó registrado en cámara.
Es inusual que un presidente use el mensaje anual para fustigar una decisión judicial con los magistrados al frente. Y más aún que uno de los togados reaccione. Generalmente los jueces del Supremo, como los militares que asisten al discurso, casi ni aplauden a lo que dice el mandatario.
Cuando sobran las palabras
(o faltan)
El primer presidente encargado de dar un discurso del Estado de la Unión fue George Washington. En 1790, Washington ofreció lo que entonces se conocía como el 'mensaje presidencial'. No le tomó mucho tiempo leer las 1,089 palabras que había llevado para presentar al Congreso.
En cambio, el récord del discurso más largo se lo lleva Bill Clinton, quien en 1995 escribió 9,190 palabras que le tomaron 1 hora y 24 minutos presentar. De hecho, Clinton con un promedio de 1 hora y 14 minutos en sus mensajes al Congreso es el presidente que más tiempo ha tomado para sus mensajes anuales de los últimos 60 años.
De haber tratado de leerlo, el más largo habría sido el último mensaje de Jimmy Carter. En 1981 Carter envió al Congreso un documento de 33, 667 palabras. Fue la última vez que un presidente envió su mensaje por escrito.
Cuando no hubo tiempo para hablar
Dos presidentes nunca dieron un mensaje al Congreso: William Henry Harrison, elegido en 1840, asumió el poder el 4 de marzo del año siguiente, una día frío y húmedo para el que el flamante presidente no se preparó. Sin abrigo ni sombrero dio el discurso de toma de posesión más largo de la historia de EEUU (cerca de dos horas) y contrajo una neumonía que lo mató 31 días después. Fue el mandato más corto y el primer presidente en morir en ejercicio del mando.
Otro presidente cuya trágica muerte no le permitió cumplir siquiera año en la Casa Blanca fue James Garfield, quien murió el 19 de septiembre de 1881, a siete meses de haber asumido el cargo. En junio, Garfield fue atacado por un hombre que, habiendo trabajado en su campaña, aspiraba recibir un cargo diplomático en París. Ofendido por el rechazo presidencial Charles Guiteau le disparó al mandatario cuando se disponía a abordar un tren en Washington rumbo a Nueva York.
Pese a que ya Abraham Lincoln había sido víctima de un magnicidio, a nadie se le había ocurrido buena idea proteger mejor al presidente. La mayor ironía es que, de acuerdo con los estudios, Garfield murió no a consecuencia de las dos balas que recibió, sino por la contaminación que causaron en sus heridas los doctores que le atendieron.
Y cuando Marco Rubio tuvo sed
El discurso del Estado de la Unión de 2013 no se recuerda tanto por algo que dijera el presidente Obama, sino por lo que hizo el senador republicano por Florida, Marco Rubio, encargado de dar la respuesta opositora al mensaje presidencial.
El calor del momento fue mucho para el joven senador, promesa conservadora, quien estaba por primera vez en una plataforma de alcance nacional.
En un momento, Rubio hace una pausa y un gesto para buscar algo que estaba fuera del cuadro de la cámara. Como si estuviera intentado que quienes lo veían no lo vieran, el republicano toma una botella de agua y apura dos tragos para luego seguir con su mensaje. Como consecuencia, nadie sabe qué se dijo en la que es sin duda la respuesta al discurso presidencial más recordada de los últimos tiempos.