La democracia vista desde el sofá: ¿Por qué casi nadie vota por los alcaldes en EEUU?

MIAMI, Florida. El favorito para ganar la campaña para la alcaldía de Miami, Francis Suárez, desayunaba con dos colegas de trabajo este jueves en el restaurante Versailles, el emblemático punto de encuentro de políticos ubicado en la Pequeña Habana. Y aunque parezca mentira, cinco días antes de la elección, no se puso de pie para ir de mesa en mesa para convencer a indecisos.
A los camareros que le atendieron no les recordó que las urnas llevan días abiertas para el voto anticipado y tampoco le acompañaban cámaras de televisión ni un corro de periodistas y curiosos. Es verdad que nadie disputa que Suárez ganará el martes, aunque nadie haya hecho encuestas, pero llama la atención que en este icónico restaurante donde han venido a buscar votos presidentes como Bill Clinton, George W. Bush o Donald Trump, no haya ninguna actividad de campaña en estas elecciones locales.
El mesero que atendió al candidato, Armando Suárez (no es familia del político), dice que en 30 años trabajando en el Versailles nunca había visto tan poco interés en una campaña. " Este año es la primera vez que no veo nada de campaña", asevera. "Yo no sé qué pasa. Algo raro".
Miami no es la única ciudad que celebra elecciones el martes y donde casi nadie se ha enterado. Los votantes de Nueva York, Atlanta o Boston son algunos de los llamados a las urnas entre varias decenas de grandes urbes y se espera que la participación sea minúscula. Los votantes de Nueva Jersey y Virginia también están llamados a las urnas para elegir sus asambleas estatales y gobernadores.
La participación en las elecciones para alcaldes de las 144 ciudades más grandes de EEUU fue de solo 21% en 2011 y la tendencia es a la baja, según un estudio de la University of Utah. En 1999, solo votó un 24.9%.
Los números son extraordinariamente bajos si se mira lo que sucede en elecciones locales de ciudades grandes de América Latina y España. Por ejemplo, en Ciudad de México en 2012 participó un 67.4% del electorado, en el Distrito Metropolitano de Caracas en 2013 un 58,64 % y en Madrid en 2015 un 69%.
Los políticos y analistas advierten que la democracia no debería ser un evento deportivo que se observe desde el sofá de tu casa porque el voto es quizás el indicador por excelencia de compromiso cívil y buen funcionamiento de una democracia.
A Keisling le resulta irónico que se vote más en democracias frágiles que en EEUU, un país que se autodefine como la democracia más fuerte del mundo.
"Cuando has tenido que luchar por la democracia, la valoras más", dice el experto electoral Phil Keisling.
Esta apatía en EEUU también se observa al comparar la participación en las elecciones nacionales en las que EEUU tiene mayor abstención que la mayoría de los países desarrollados. Alrededor de un 55.7% de la población estadounidense en edad de votar depositó boletas en la elección presidencial 2016, según el centro Pew con base en datos del Censo, lo que supuso un pequeño aumento con respecto a 2012, pero menor que el año récord de 2008 (58.3%).
En España, en 2016 votó un 61.6% de la población con derecho a voto y en México en 2012 el 66%. EEUU ocupa el puesto 28 en participación electoral en la lista de los 35 países de la organización OCDE (el club de los países ricos).
Algunos creen que el voto local debería ser mayor que el nacional. "Las autoridades locales toman muchas decisiones que impactan directamente nuestras vidas en cuanto a escuelas, impuestos o zonificación", dice el politólogo Michael McDonald, especializado en el sistema electoral.
Hay muchas teorías sobre qué factores explican la abstención en elecciones locales: la cobertura en los medios, el clima, la competitividad de una determinada campaña o que la elección coincida o no con una votación nacional.
En algunos casos, como Miami, el desinterés puede deberse a que es una elección no partidista lo que supone que los grandes partidos no se involucran con dinero y que los votantes sienten menor afinidad con los candidatos. La crisis financiera de los periódicos locales es otro factor que según los expertos consultados está reduciendo la atención a la política municipal.
Pero hay quien cree que el absentismo es en realidad producto de un problema de fondo en la sociedad estadounidense: la baja confianza en las instituciones.
"Esto es ilustrativo de un problema mucho más profundo con la democracia estadounidense", dice Keisling, que como secretario de Estado de Oregon gestionó las elecciones de ese estado entre 1991 y 1999. "El peligro de la abstención no es solo que haces más fuerte a los extremos, sino también que es cada vez menos posible tener una conversación sensata”.
El valor de la democracia
Una de las señales de alarma es el altísimo desinterés de los millennials. Un estudio de 2016 de la Portland State University muestra que las personas mayores de 65 años votan en las elecciones locales en promedio siete veces más que los ciudadanos de entre 18 y 34 años.
Aunque desde hace tiempo se ha observado que los más jóvenes participan menos que los mayores, las nuevas generaciones son mucho más cínicas sobre el valor de la democracia como sistema político. Solo tres de cada 10 millennials de EEUU consideran "esencial" vivir en una democracia, según el World Values Survey.
Como sucede en las elecciones presidenciales, las minorías étnicas se involucran en las elecciones menos que los blancos, en particular en el caso de los latinos. Los investigadores del estudio de la Portland State University, donde fueron analizadas 46 ciudades, encontraron que el voto latino tiende a ser entre la mitad y dos tercios de la media del voto total en cada urbe.
Uno de cada trece afroestadounidenses no puede votar por haber cometido algún delito, lo que les priva del derecho al voto. En Florida, Kentucky, Tennessee y Virginia más de uno de cada cinco no puede votar.
Esta apatía tiene consecuencias en las políticas públicas que suelen olvidar los intereses de esas minorías. "Conforme crece el absentismo, el electorado se parece cada vez menos a la realidad de EEUU", dice David Becker, fundador del grupo Center for Election Innovation & Research, que busca aumentar la participación.
Entre otras acciones, los expertos proponen hacer coincidir la fecha de los comicios locales con los de una elección de alcance nacional, que se vote un domingo en lugar de un día laboral, enviar boletas por correo a todos los votantes registrados y simplificar las boletas.
Pero los expertos consultados lamentan que en muchos estados las autoridades están promoviendo acciones que limitan el voto en lugar de promoverlo, como sucede con las leyes que exigen identificación o el gerrymandering (rediseño de distrito para restar poder al voto de las minorías y hacen que muchos no le vean sentido a votar).
Mientras los activistas del voto intentan buscar soluciones que suban las cifras de participación, la gente -poca gente- sigue eligiendo sus autoridades locales. El candidato de Miami, Francis Suárez, es favorito indiscutible para convertirse en el nuevo alcalde este martes, y por eso puede disfrutar de su tiempo en el Versailles.
“Hacer campaña en el Versailles es para los que vienen de fuera. Los de aquí vamos a comer y a tomar café”, aclara su jefe de campaña, Jesse Manzano-Plaza.
Aunque no se han publicado encuestas, Suárez cuenta con la ventaja de ser reconocido gracias a ser el hijo de un antiguo alcalde, Xavier Suárez -aunque se vio envuelto en un escándalo de fraude electoral en 1997- y a contar con más recursos financieros que sus rivales.
"No sé qué promete. Yo votaré por él porque le conozco de toda la vida. Va a la iglesia San Raymond, donde voy yo", dice Mario García, un cliente del Versailles.
Trump asfixia la politica local
Óscar Haza, un reconocido periodista de radio y televisión en el sur de Florida, asegura que las cartas están echadas. Los contrincantes de Suárez son tres: Cynthia Mason Jaquith, una simpatizante del comunismo; Williams Armbrister Sr., un evangélico, y Christian Canache, un joven con poca experiencia. “Suárez no tiene competencia alguna. Cuando hay menos energía en la campaña, hay menos elementos de discusión que movilicen a la gente a votar”.
El periodista que tiene una programa diario en el primetime de una televisora local reconoce que por primera vez no ha hecho entrevistas a todos los candidatos para la alcaldía. "Trump no nos da espacio", explicó.
En las anteriores municipales de Miami, hace cuatro años, sólo votó 12% del electorado. Este año se espera una cifra parecida. El martes 7 de noviembre también se vota en otras ciudades del condado de Miami-Dade como Hialeah, Miami Beach y Homestead.
Ni siquiera ayuda a elevar la participación el hecho de que las autoridades abran las urnas 10 días antes. En la biblioteca de West Flagler, en el corazón de la ciudad, uno de los candidatos a comisionado, Ralph Rosado, de 45 años, esperaba la llegada de votantes tras una barrera con otros voluntarios, pero solo algunos jubilados se acercaban al centro de votación.
Él, mucho más joven que sus votantes, decía que prefiere poner sus esfuerzos en convencer a los mayores a los que llama "los supervotantes".
Sobre los jóvenes lamenta que no tienen tiempo para leer el periódico y que muchos no entiendan que la política local es la que más les afecta. "A mi me dijeron que mis contrincantes no son los otros candidatos, sino la apatía".