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    Un mensaje populista divorciado de los datos: el discurso de Trump comentado

    Donald Trump aduló a sus votantes, le robó una frase a Hillary Clinton, llamó a restringir la inmigración e hizo varias afirmaciones falsas.
    30 Ene 2018 – 10:56 PM EST
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    Ha pasado menos de un año desde que llegué por primera vez a este podio, en esta cámara majestuosa, para hablar en nombre del pueblo de Estados Unidos, y para hablar de sus problemas, de sus esperanzas y de sus sueños. Esa noche nuestro nuevo Gobierno ya había actuado de forma decisiva. Una nueva marea de optimismo estaba barriendo nuestra tierra. Desde entonces hemos avanzado cada día con una visión clara y una misión recta: devolver a Estados Unidos su grandeza para todos sus ciudadanos. Trump inicia su intervención con una referencia al discurso que pronunció en el Capitolio el 28 de febrero del año pasado. Lo que ocurrió antes y después de ese discurso no coincide con la descripción del presidente. Antes de aquel día, la Casa Blanca había despedido a Michael Flynn y había sembrado el caos en los aeropuertos con el veto a los inmigrantes de varios países musulmanes. Después llegaron los fiascos legislativos de Obamacare, los despidos de James Comey y Reince Priebus y los hallazgos de la investigación sobre Rusia.

    A lo largo del último año, hemos hecho progresos increíbles y hemos logrado un éxito extraordinario. Hemos afrontado retos que esperábamos y otros que nunca imaginamos. Hemos compartido la alegría del triunfo y el dolor de la derrota. Hemos sufrido inundaciones y fuegos y tormentas. A través de todo eso, hemos visto la belleza del alma de Estados Unidos y también su espinazo de acero. Cada prueba ha forjado nuevos héroes estadounidenses para recordarnos quiénes somos y mostrarnos lo que podemos ser. Como cualquier líder populista, Trump se presenta desde el principio como el espejo y el aliado del pueblo. Esos “héroes” anónimos son el hilo que hilvana los argumentos de su discurso: la guardacostas que salvó decenas de vidas en Houston durante el huracán Harvey, el bombero que ayudó a apagar los incendios de California o el niño que sembró de banderas las tumbas de los veteranos.

    No es suficiente unirnos sólo en tiempos de tragedia. Esta noche llamo a todos nosotros a dejar a un lado nuestras diferencias, buscar lo que tenemos en común y lograr la unidad que necesitamos para tomar decisiones para el pueblo que nos eligió. Trump volverá sobre esta idea varias veces durante su discurso: demócratas y republicanos deben unirse por el bien del país. No es una idea original (cada presidente la ha formulado a su manera en las últimas décadas) pero no es habitual en los labios de Trump. Hubo un detalle muy llamativo. Al escucharla, el senador demócrata Chuck Schumer la aplaudió. Su colega Nancy Pelosi no.

    Durante este último año, el mundo ha visto lo que siempre supimos: que ningún pueblo sobre la Tierra era tan valiente o tan atrevido o tan decidido como el pueblo de Estados Unidos. Si hay una montaña, la escalamos. Si hay una frontera, la cruzamos. Si hay un desafío, lo alcanzamos. Si hay una oportunidad, la tomamos. Empecemos pues esta noche reconociendo que el estado de nuestra unión es fuerte porque nuestro pueblo es fuerte. Una de las señas de identidad del populismo es distinguir entre la corrupción de una casta política o financiera y la virtud del pueblo. En esta frase Trump adopta ese lenguaje. Estas frases suscitaron los aplausos del senador demócrata Cory Booker, que suena como uno de los posibles candidatos en 2020.

    El desempleo ha alcanzado su nivel más bajo de los últimos 45 años. La confianza de las pequeñas empresas está en máximos históricos y la Bolsa ha batido un récord detrás de otro ganando ocho billones en valor. Muchos de los indicadores económicos han mejorado desde la toma de posesión de Trump aunque la mayoría de los economistas creen que esa mejora no es el fruto de la llegada del nuevo presidente. Un 41% de los ciudadanos creen que la situación económica es buena o excelente. Tres puntos más que en 2007, justo antes del inicio de la Gran Recesión. Ni la economía ni el desempleo son ya los problemas que más preocupan a los ciudadanos, más preocupados por el terrorismo o la educación.

    Juntos hemos construido un país seguro, fuerte y orgulloso. Desde las elecciones, hemos creado 2,4 millones de nuevos trabajos, incluidos 200.000 en el sector industrial. En 2017 se crearon 184.000 empleos en el sector industrial. Eso supone una subida similar a la que experimenta el sector desde 2010. Lo que no dice Trump es que el sector está muy lejos de su edad dorada. Hoy da trabajo a unos 12,5 millones de estadounidenses. Muy lejos de los 20 millones de empleados de 1980.

    Como prometí desde este podio hace 11 meses, hemos aprobado el recorte de impuestos más grande de la Historia de Estados Unidos. Esta frase no es cierta. Según las cifras del Tesoro y del Capitolio que cita aquí CNN, la rebaja de impuestos de Trump es menor que las aprobadas por Ronald Reagan (1981), John F. Kennedy (1964) y Barack Obama (2013 y 2010).

    Eliminamos un impuesto especialmente cruel que recaía sobre todo en ciudadanos que ganaban menos de 50.000 dólares al año y les forzaba a pagar tremendas multas sólo porque no podían permitirse los planes de salud que ordenaba el Gobierno. Nosotros derogamos el corazón del desastroso Obamacare: el deber de comprar seguro médico ya no existe. La reforma sanitaria de Obama es más popular que nunca. Un 44% de los ciudadanos creen que ha tenido un efecto positivo en Estados Unidos y un 35% creen que ha tenido un efecto negativo. Son cifras de la firma Pew, que apunta que el primer porcentaje ha subido 20 puntos desde 2013.

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    Este es nuestro nuevo momento americano. Nunca ha habido un momento mejor para empezar a vivir el sueño americano.Estas tres palabras evocan el célebre "Morning in America" de Ronald Reagan. El autor del discurso las ha colocado ahí con el propósito de definir el optimismo sobre la economía que Trump aspira a transmitir. Paradójicamente, Hillary Clinton usó esa misma expresión en este discurso que pronunció como secretaria de Estado: “Las conexiones y las complejidades del mundo de hoy han dado paso a un nuevo momento americano, un momento en el que nuestro liderazgo es esencial”.

    Esta noche quiero hablar sobre el tipo de futuro que vamos a tener y sobre el tipo de nación que vamos a construir. Todos nosotros, juntos, como un equipo, como un pueblo, como una familia americana podemos hacer cualquier cosa. Esta expresión la usó Obama el 3 de febrero de 2016 durante su visita a una mezquita de Baltimore. “Gracias por servir a su comunidad”, dijo ese día a sus anfitriones musulmanes. “Gracias por elevar las vidas de sus vecinos y por ayudarnos a mantenernos fuertes y unidos como una sola familia americana”.

    En Estados Unidos, sabemos que la fe y la familia y no el Gobierno o la burocracia son el centro de nuestra vida. Nuestro lema es: “En Dios confiamos”. Y celebramos a nuestra policía, a nuestro Ejército y a nuestros sorprendentes veteranos como héroes que merecen nuestro apoyo incondicional. Aquí Trump no suena ya como un populista sino como un presidente republicano de toda la vida. El párrafo es un canto a los valores tradicionales: la disciplina castrense, la religión o la libertad. Esas líneas habrán sonado bien a muchos votantes evangélicos o libertarios a los que no les gustan sus líos de faldas o sus peores tuits.

    Los estadounidenses aman su país y se merecen un Gobierno que a cambio les muestre el mismo amor y la misma lealtad. En el último año, hemos buscado restaurar los lazos de confianza entre nuestros ciudadanos y su Gobierno. Esa confianza se encuentra en mínimos históricos. Sólo un 18% de los ciudadanos se fían del Gobierno "siempre o la mayor parte del tiempo". El porcentaje llegó a rondar el 77% durante el mandato John F. Kennedy y se fue desplomando luego desde el Watergate. En este enlace puedes ver la tendencia.

    Estados Unidos ha dejado por fin atrás décadas de injustos acuerdos de comercio que sacrificaron nuestra prosperidad y se llevaron nuestras empresas, nuestros empleos y la riqueza de nuestra nación. La era de la rendición económica ha terminado. A partir de ahora, esperamos que las relaciones comerciales sean justas y recíprocas. La preocupación por los efectos del comercio y la oposición a los acuerdos multilaterales son quizá las únicas ideas que Trump no ha abandonado desde los años 80. De hecho, estuvieron presentes en este discurso en el que coqueteó con lanzarse a la carrera presidencial. La referencia a las relaciones "recíprocas" refleja la oposición de Trump a alianzas multilaterales como el difunto TTP o el NAFTA (que ahora renegocia EEUU) y su gusto por los acuerdos bilaterales. Por ahora Trump no ha cumplido su amenaza de dinamitar NAFTA pero sí ha tenido un efecto en las opiniones de los republicanos. En 2009, un 57% apoyaba los acuerdos de libre comercio. Hoy sólo un 37% se pronuncia a favor.

    Ha llegado la hora de reconstruir nuestras infraestructuras. Estados Unidos es una nación de constructores. Nosotros construimos el Empire State Building en un solo año. ¿No es una vergüenza que ahora lleve 10 años conseguir un permiso para hacer una simple carretera? Les pido a los dos partidos que se unan para darnos las infraestructuras seguras, rápidas, modernas y fiables que nuestra economía necesita y que merece nuestro pueblo. El símil de la carretera refleja el instinto del constructor que ha lidiado con las autoridades para construir sus hoteles o sus casinos. El plan de infraestructuras que propone Trump suena muy similar al que proponía Obama en 2009 y es una de las pocas cosas que unen a votantes demócratas y republicanos. Pero se antoja difícil que pueda sacarlo adelante en este año electoral y a partir de noviembre puede que el Capitolio ya no esté en manos de los republicanos.

    El primer pilar de nuestro plan ofrece generosamente una vía a la ciudadanía a 1,8 millones de inmigrantes ilegales que llegaron aquí con sus padres a una edad temprana. (...) El segundo pilar asegura la frontera. Eso quiere decir construir un muro en la frontera sur y contratar más héroes (...) para mantener a salvo a nuestras comunidades. (...) El tercer pilar acaba con la lotería de visados, un programa que entrega al azar permisos de residencia sin tener en cuenta las habilidades, los méritos o la seguridad de nuestro pueblo. (...) El cuarto pilar protege a la familia nuclear al acabar con la inmigración en cadena. Con el sistema actual, un solo inmigrante puede traer a un número ilimitado de parientes lejanos. Con el nuestro, sólo podrá traer a su pareja y a sus hijos menores”. Así resume Trump el plan migratorio de la Casa Blanca que los demócratas ya rechazaron hace unos días. El presidente vincula inmigracion y criminalidad en varios pasajes de su discurso. En estos párrafos presenta los atentados recientes de Nueva York como la excusa para terminar con la lotería de visados y con los términos que permiten a los inmigrantes traerse a EEUU a sus seres queridos. Es importante recordar que los estadounidenses no piensan como Trump: un 65% creen que los inmigrantes fortalecen al país y sólo un 21% creen que son una carga para la sociedad. El apoyo a los inmigrantes es el más alto desde 1994. Esos datos los puedes consultar aquí. El 74% de los ciudadanos (incluida la mitad de los republicanos) está a favor de regularizar la situación de los 'dreamers' y sólo un 37% quiere ampliar el muro como propone Trump.

    El año pasado prometí que trabajaríamos con nuestros aliados para extinguir al ISIS de la faz de la Tierra. Un año después, estoy orgulloso de informar de que la coalición para derrotar al ISIS ha liberado casi el 100% del territorio que estuvo en poder de estos asesinos en Siria e Irak. Pero queda mucho trabajo por hacerLast year y seguiremos nuestra lucha hasta derrotar al ISIS. La mayoría de los ciudadanos se verá reflejado en este pasaje del discurso del presidente. La percepción de la campaña contra el ISIS ha mejorado mucho desde el otoño de 2016. Entonces un 31% decia que iba bien o muy bien. En otoño de 2017 ese porcentaje había subido al 54%. Esa subida se debe al viraje de los votantes republicanos, cuya percepción positiva se ha disparado del 20% al 67% desde la elección de Trump.

    Mientras reconstruimos la fuerza y la confianza de Estados Unidos en casa, estamos restaurando su fuerza y su prestigio en el extranjero. Alrededor del mundo, nos enfrentamos a regímenes sin control, grupos terroristas y rivales como China y Rusia que desafían nuestros intereses, nuestra economía y nuestros valores. Al enfrentarnos a esos peligros, sabemos que la debilidad es el camino seguro hacia el conflicto y la potencia incontestada es el medio medio de defensa. Esta es la única mención a Rusia en todo el discurso. El presidente no dedicó una sola palabra a la investigación de Robert Mueller, a la interferencia del Kremlin en las elecciones o a la sombra del 'impeachment' que pesa sobre él. En los pasajes sobre política exterior, Trump subrayó el poderío militar de EEUU como el aval para evitar una guerra. Esta vez no hubo sitio para las soflamas aislacionistas de su toma de posesión. El porcentaje de ciudadanos que dice que EEUU debe "ser activo en los asuntos globales" ha subido casi 20 puntos desde 2014 y se sitúa en el 56%. Un nivel muy similar al de los meses previos a la invasión de Irak.

    Este Capitolio es un monumento vivo al pueblo de Estados Unidos. Un pueblo cuyos héroes no sólo viven en el pasado sino también a nuestro alrededor: defendiendo la esperanza, el orgullos y el estilo de EEUU. Trabajan en todos los sectores. Se sacrifican para alimentar a su familia. Cuidan de nuestros hijos en casa. Defienden nuestra bandera en el extranjero. Son madres fuertes y niños valientes. Son bomberos, policías, agentes de fronteras, médicos o marines. Pero sobre todo son estadounidenses y este Capitolio, esta ciudad, esta nación les pertenecen. Este pueblo soñó este país. Este pueblo construyó este país. Y es este pueblo el que está devolviendo la grandeza a Estados Unidos. Expertos como Pippa Norris han atribuido la elección de Trump y el ascenso de la derecha xenófoba en Europa a la rebelión de hombres mayores y sin estudios contra los cambios de la sociedad. A ellos va dirigido el final del discurso, que recoge la retórica populista y presenta a Trump como un mero canalizador de las virtudes y las aspiraciones de la gente corriente que le votó. El discurso sobre el estado de la Unión no suele mover la popularidad de los presidentes. La de Trump es muy baja en muchos de los estados decisivos en el colegio electoral.

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