Trump lanza Europa a los brazos de China
Este jueves los líderes de la Unión Europea recibieron en Bruselas con una cena y buenas palabras al primer ministro chino y lo presentaron efusivamente como un “socio y amigo”.
Unas horas antes, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, se burlaba de Donald Trump al decir que el presidente de Estados Unidos no había entendido nada a pesar de que le habían intentado explicar el acuerdo de París contra el cambio climático “con frases cortas”.
El contraste es llamativo, pero con la presidencia de Trump, Europa desconfía de Estados Unidos y empieza a mirar a China como aliado para pactos globales para reducir emisiones, bajar barreras comerciales o cooperar contra el crimen internacional.
Bronca vs alegría
La visita del primer ministro chino, Li Keqiang, a Berlín y Bruselas esta semana llega unos días después de las tensas reuniones de Trump con los aliados europeos a los que regañó en una ceremonia en la OTAN por no gastar más dinero en su propia defensa y dejó colgados con su compromiso con el acuerdo de París firmado en 2015.
Lo primero que hizo el premier chino en su visita europea fue reafirmar su compromiso con el acuerdo por el que China se ha comprometido a reducir sus emisiones a partir de 2030 y a producir para ese año un 20% de su electricidad con fuentes de energía no contaminantes.
La canciller alemana Angela Merkel dijo al lado del primer ministro chino que la noticia era “una alegría”. La alemana es una de las políticas que más ha luchado por un acuerdo global. Ya antes, gracias a ella, la Unión Europea se comprometió a reducir más sus emisiones esta década pese a la reticencia de algunos países de Europa del Este.
El cambio chino
China, que hoy es el mayor emisor de gases de efecto invernadero, quedó fuera del pacto anterior, el de Kioto, y Trump se solía quejar de que el calentamiento global era “un invento” chino para que los estadounidenses fueran menos competitivos.
Pues bien, ahora China no sólo asegura que seguirá adelante con el compromiso de París porque es “una responsabilidad internacional”, sino que firma este viernes un acuerdo especial con la Unión Europea para avanzar más en el uso de energías limpias.
La UE dice que ya ha “ampliado y profundizado” su relación con China en los últimos años y que ahora quiere “más cooperación”, según dijo este jueves el portavoz de la Comisión Europea, el órgano que propone la legislación europea y que por ejemplo gestiona las relaciones comerciales de los 28 países de la organización con el resto del mundo (los Estados no pueden firmar pactos comerciales por su cuenta).
Las palabras elogiosas que se escuchan en Bruselas sobre China contrastan con las que le ha dedicado Juncker a Trump tras conocer sus deseos de salirse del acuerdo sobre el cambio climático aunque los líderes europeos y hasta el papa Francisco le pidieran que no lo hiciera. Juncker destacó que no es tan automático salirse de un acuerdo internacional y que en este caso requiere un proceso de hasta cuatro años.
"No es así como funciona. Los americanos no pueden dejar así como así el Acuerdo de París contra el #cambioclimático" - @JunckerEU 🇪🇺🇪🇺 pic.twitter.com/Q1gj7zDwmz
— Comisión Europea (@UEmadrid) June 1, 2017
“Los americanos no pueden salirse así como así del acuerdo contra el cambio climático. Eso es lo que cree Trump porque no se acerca suficiente a los informes como para entenderlos completamente… Esa idea de ‘soy Trump, soy americano, America first, y voy a abandonar esto’ no va a suceder. Intentamos explicárselo al señor Trump de forma clara con frases cortas en alemán”, dijo Juncker, que es de Luxemburgo y habla alemán (además de inglés y francés).
Proteccionismo
El canto al proteccionismo de Trump, especialmente contra los exportadores alemanes de automóviles, también puede tener consecuencias para el comercio mundial y la relación con China.
Ahora Estados Unidos es el principal socio comercial de la UE, y China es el segundo. Para China, la UE es el primero, es decir la mayoría de los productos y servicios que compra de fuera son europeos.
Los chinos también están aumentando la inversión directa en Europa. Así, en 2016 invirtieron unos 35,000 millones de euros (39,000 millones de dólares) en países de la UE, un 77% más que el año anterior.
El camino de las relaciones con China no es fácil para ningún bloque. La UE se queja, por ejemplo, de que no hay condiciones fáciles para la inversión de extranjeros en China y que las empresas de fuera dicen sentirse menos bienvenidas que hace tres años.
Pero ahora que pueden encontrarse en frentes comunes contra Trump, las dos partes esperan que sea más fácil avanzar en un acuerdo comercial entre la Unión Europea y China. El que han negociado Estados Unidos y la UE durante una década, en cambio, está paralizado desde que Trump llegó al poder. Trump sólo ha indicado que tiene ganas de hacer negocios con el Reino Unido cuando se salga oficialmente de la UE (eso será en 2019).
La canciller Merkel ya dejó claro después de sus reuniones con Trump la semana pasada que los europeos se fían menos de Estados Unidos.
“Los tiempos en los que podíamos confiar completamente en otros se están acabando. Lo he experimentado en los últimos días. Nuestro destino como europeos debe estar en nuestras manos”, dijo Merkel en un acto electoral en Munich.
“Por supuesto que debemos tener relaciones amistosas con Estados Unidos y con el Reino Unido y con otros vecinos, incluso con Rusia. Pero tenemos que luchar por nuestro futuro nosotros mismos”.
¿Y los derechos humanos?
En ese nuevo futuro, los europeos parecen ahora más ansiosos por mirar hacia China y huir de la agresividad de Trump. Sin embargo, con ello también pueden renunciar a cuestionar las prácticas del régimen autoritario de Pekín.
El último informe de Human Rights Watch sobre China destaca que “más de tres décadas después de prometer reforma y apertura, hay pocas señales de que el partido comunista chino planee cambiar su postura autoritaria”. “Bajo el liderazgo del presidente Xi Jinping, que se quedará en el poder hasta 2022 y posiblemente más allá, la perspectiva para los derechos humanos fundamentales, incluyendo las libertades de expresión, reunión, asociación y religión, sigue siendo funesta”.