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    "La agresión de Brett alteró drásticamente mi vida": el testimonio de Christine Blasey Ford

    Un día antes de que se presente ante el Comité Judicial del Senado, se difundió el texto completo que está estipulado que Ford lea en su presentación. Aquí, la declaración completa traducida a español
    27 Sep 2018 – 09:23 AM EDT
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    Testimonio escrito de la Dra. Christine Blasey Ford

    Comité Judicial del Senado de Estados Unidos

    Septiembre 27, 2018 (entregado el 26 de septiembre de 2018)

    Presidente Grassley, miembro de rango Feinstein, del Comité. Mi nombre es Christine Blasey Ford. Soy profesora de psicología en la Universidad de Palo Alto y psicóloga investigadora en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford.

    Fui estudiante en la Universidad de Carolina del Norte y obtuve mi título en Psicología Experimental en 1988. Obtuve una maestría en 1991 en Psicología Clínica en la Universidad Pepperdine. En 1996, obtuve un doctorado en Psicología Educativa de la Universidad del Sur de California. Obtuve una maestría en Epidemiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford en 2009.
    He estado casada con Russell Ford desde 2002 y tenemos dos hijos.

    Estoy aquí hoy no porque quiera estar. Estoy aterrada. Estoy aquí porque creo que es mi deber cívico contarles lo que me sucedió mientras Brett Kavanaugh y yo estábamos en la escuela secundaria.
    Ya he descrito los eventos públicamente antes. Los resumí en mi carta al miembro de rango Feinstein, y nuevamente en mi carta al presidente Grassley. Entiendo y aprecio la importancia de que escuchen directamente de mí lo que me sucedió y el impacto que ha tenido en mi vida y en mi familia.

    Crecí en los suburbios de Washington, DC. Asistí a la Escuela Holton-Arms en Bethesda, Maryland, de 1980 a 1984. Holton-Arms es una escuela para niñas que abrió sus puertas en 1901.

    Durante mis años en la escuela, las chicas de Holton-Arms frecuentemente conocían y se relacionaban con chicos de escuelas para niños en el área, incluyendo Landon School, Georgetown Prep, Gonzaga High School, clubes de campo y otros lugares donde socializaban los niños y sus familias. Así fue como conocí a Brett Kavanaugh, el chico que me agredió sexualmente.

    En mis años de estudiante de primer y segundo años, cuando tenía 14 y 15 años, mi grupo de amigos se cruzó con el de Brett y sus amigos durante un corto período de tiempo. Yo había sido amigable con un compañero de clase de Brett durante un corto tiempo durante mi primer año, y fue a través de esa conexión que asistí a una serie de fiestas a las que Brett también asistió. No nos conocíamos bien, pero yo lo conocía y él me conocía. En el verano de 1982, como la mayoría de los veranos, pasé casi todos los días en el Columbia Country Club en Chevy Chase, Maryland, practicando natación y buceo.

    Una noche de ese verano, después de un día de natación en el club, asistí a una pequeña reunión en una casa en el área de Chevy Chase/Bethesda. Había cuatro chicos que recuerdo estuvieron allí: Brett Kavanaugh, Mark Judge, PJ Smyth, y otro chico cuyo nombre no recuerdo. Recuerdo que mi amiga Leland Ingham asistió. No recuerdo todos los detalles de cómo se dio esa reunión, pero como muchas ese verano, fue casi seguramente una reunión de improviso. Realmente me gustaría poder dar respuestas detalladas a todas las preguntas que se han formulado y que se me harán sobre cómo llegué a la fiesta, dónde se realizó y todo lo demás. No tengo todas las respuestas, y no recuerdo todo lo que me gustaría recordar. Pero los detalles sobre esa noche que me trajeron aquí hoy son los que nunca olvidaré. Se han quedado grabados en mi memoria y me han perseguido episódicamente durante mi vida de adulta.

    Cuando llegué a la pequeña reunión, la gente estaba bebiendo cerveza en una pequeña sala de estar en el primer piso de la casa. Yo me tomé una cerveza esa noche. Brett y Mark estaban visiblemente borrachos. Ya había música en el dormitorio. Brett o Mark le subieron el volumen una vez que estuvimos en la habitación. Me empujaron sobre la cama y Brett se puso sobre mí. Comenzó a pasar sus manos por mi cuerpo y movía sus caderas contra mí. Grité, esperando que alguien abajo me escuchara, e intenté alejarme de él, pero él pesaba mucho. Brett me toqueteó y trató de quitarse la ropa. Le resultó difícil porque estaba muy borracho, y porque yo llevaba un traje de baño de una sola pieza debajo de la ropa. Creí que iba a violarme. Traté de gritar pidiendo ayuda. Cuando lo hice, Brett puso su mano sobre mi boca para evitar que gritara.
    Esto fue lo que más me aterrorizó, y lo que ha tenido el mayor impacto en mi vida. Me costaba trabajo respirar, y pensé que Brett accidentalmente iba a matarme. Tanto Brett como Mark se reían en plena embriaguez durante la agresión. Ambos parecían divertirse. Mark incitaba a Brett, aunque a veces le decía a Brett que se detuviera. Un par de veces hice o visual con Mark y pensé que él podría tratar de ayudarme, pero no lo hizo.

    Durante esta agresión, Mark se acercó y saltó a la cama dos veces mientras Brett estaba sobre mí. La última vez que hizo esto, nos caímos y Brett ya no quedó sobre mí. Pude levantarme y salir corriendo de la habitación. Directamente al otro lado de la habitación había un baño pequeño. Me metí corriendo al baño y cerré la puerta. Escuché a Brett y Mark salir de la habitación riendo y caminar en voz alta por la estrecha escalera, rebotando contra las paredes mientras bajaban. Esperé y cuando no los escuché subir las escaleras, salí del baño, bajé corriendo las escaleras, atravesé la sala y salí de la casa. Recuerdo estar en la calle y sentir una enorme sensación de alivio de haber escapado de la casa y de que Brett y Mark no vinieran detrás de mí.

    La agresión de Brett alteró drásticamente mi vida. Durante mucho tiempo, sentí demasiado miedo y vergüenza como para contarle los detalles a alguien. No quería decirles a mis padres que yo, a los 15 años, estuve en una casa sin padres presentes, bebiendo cerveza con chicos. Intenté convencerme a mí misma de que, como Brett no me había violado, podría seguir adelante y fingir que aquello nunca había sucedido. A lo largo de los años, les conté a muy pocos amigos que había tenido esta traumática experiencia. Le dije a mi esposo antes de casarnos que había sido víctima de una agresión sexual. Nunca le había contado los detalles a nadie hasta mayo de 2012, durante una sesión de terapia de parejas. La razón por la cual esto surgió en la terapia es que mi esposo y yo habíamos completado una extensa remodelación de nuestra casa, e insistí en tener una segunda puerta de entrada, una idea con la que él y otros no estaban de acuerdo y no podían entender. Al explicar por qué quería tener una segunda puerta de entrada, describí la agresión detalladamente. Recuerdo haber dicho que el chico que me agredió podría algún día estar en la Corte Suprema de Estados Unidos y hablé un poco sobre sus antecedentes. Mi esposo recuerda que dije que el nombre de mi agresor era Brett Kavanaugh.

    Después de esa sesión de terapia en mayo de 2012, hice todo lo posible para suprimir los recuerdos de la agresión porque contar los detalles me hizo revivir la experiencia y me provocó ataques de pánico y ansiedad. De vez en cuando, hablaba de la agresión en la terapia individual, pero hablar de ello me hacía revivir el trauma, así que traté de no pensar en ello ni discutirlo. Pero a lo largo de los años, pasé por períodos en los que pensaba en la agresión de Brett. Le confié a algunos amigos cercanos que había sufrido una agresión sexual. De vez en cuando, decía que mi agresor era un prominente abogado o juez, pero no decía su nombre. No recuerdo a todas las personas a quienes les conté sobre la agresión de Brett, y algunos amigos me han recordado estas conversaciones desde la publicación de la historia de The Washington Post el 16 de septiembre de 2018. Pero hasta julio de 2018, nunca había nombrado al Sr. Kavanaugh como mi agresor fuera de la terapia.

    Todo esto cambió a principios de julio de 2018. Vi reportes de prensa que indicaban que Brett Kavanaugh estaba en la "lista corta" de potenciales candidatos a la Corte Suprema. Pensé que era mi deber cívico transmitir la información que tenía sobre la conducta del Sr. Kavanaugh para que quienes estuvieran considerando su posible nominación supieran sobre la agresión.


    El 6 de julio de 2018, tuve la sensación de que era urgente transmitirles la información al Senado y al Presidente lo más rápidamente posible antes de que se eligiera un nominado. Llamé a mi representante en el Congreso y le dije a su recepcionista que alguien de la lista de finalistas del presidente me había agredido. También envié un mensaje a la línea de información confidencial de The Washington Post. No usé mi nombre, pero di los nombres de Brett Kavanaugh y Mark Judge. Dije que el Sr. Kavanaugh me había agredido en la década de 1980 en Maryland. Esto fue algo extremadamente difícil para mí, pero sentí que NO podía dejar de hacerlo. Durante los siguientes dos días, le dije a un par de amigos cercanos en la playa de California que el Sr. Kavanaugh me había agredido sexualmente. Tenía un conflicto sobre si hablar o no.

    El 9 de julio de 2018, recibí una llamada de la oficina de la congresista Anna Eshoo después de que el Sr. Kavanaugh se convirtiera en el nominado. Me reuní con su personal el 11 de julio y con ella el 13 de julio, y describí la agresión y discutí mi temor a presentarme. Más tarde, discutimos la posibilidad de enviar una carta a la miembro de rango Feinstein, que es una de los senadores de mi estado, describiendo lo ocurrido. Entiendo que la oficina de la Representante Eshoo entregó una copia de mi carta a la oficina de la Senadora Feinstein el 30 de julio de 2018. La carta incluía mi nombre, pero solicitaba que la carta se mantuviera confidencial.

    Mi esperanza era que brindar la información de forma confidencial fuera suficiente para permitir que el Senado considerara la falta grave del Sr. Kavanaugh sin tener que hacerme vulnerable a mí misma, a mi familia o a cualquier otra persona a los ataques personales e invasiones de privacidad que hemos enfrentado desde que mi nombre se hizo público. En una carta el 31 de agosto de 2018, la Senadora Feinstein escribió que no compartiría la carta sin mi consentimiento. Agradecí mucho ese compromiso. Todas las víctimas de agresión sexual deberían poder decidir por sí mismas si su experiencia privada se debe hacer pública.

    Conforme se acercaba la fecha de la audiencia, tuve que tomar una decisión terrible: ¿Comparto los hechos con el Senado y expongo a mi familia y a mí misma a la luz pública? ¿O puedo preservar nuestra privacidad y permitir que el Senado tome su decisión sobre la nominación del Sr. Kavanaugh sin saber la verdad completa sobre su comportamiento pasado?

    Agonicé diariamente con esta decisión durante todo agosto y principios de septiembre de 2018. El sentido del deber que me motivó a comunicarme de forma confidencial con The Washington Post, la oficina de la Representante Eshoo y la oficina de la Senadora Feinstein siempre estuvo presente, pero mi temor a las consecuencias de expresarme comenzó a aumentar.

    Durante el mes de agosto de 2018, la prensa informó que la confirmación del Sr. Kavanaugh era prácticamente un hecho. Sus aliados lo pintaron como un campeón de los derechos de las mujeres y el empoderamiento femenino. Creí que, si denunciaba, un coro de partidarios poderosos ahogaría mi voz. En el momento de las audiencias de confirmación, me había resignado a permanecer callada y dejar que el Comité y el Senado tomaran una decisión sin saber lo que el Sr. Kavanaugh me había hecho.

    Una vez que la prensa comenzó a informar sobre la existencia de la carta que yo le había enviado a la Senadora Feinstein, enfrenté una creciente presión. Los reporteros se aparecían en mi casa y en mi trabajo exigiendo información sobre la carta, incluso en presencia de mis estudiantes de posgrado. Llamaban a mi jefe y a mis compañeros de trabajo y me dejaban muchos mensajes, dejando en claro que mi nombre sería lanzado inevitablemente a los medios de comunicación. Decidí hablar públicamente con un periodista que había respondido al aviso que le había enviado a The Washington Post y que se había ganado mi confianza. Para mí fue importante describir los detalles de la agresión en mis propias palabras.

    Desde el 16 de septiembre, la fecha de la historia de The Washington Post, he recibido una gran cantidad de apoyo de personas de todos los estados de este país. Miles de personas cuyas vidas han sido dramáticamente alteradas por la violencia sexual se me han acercado para compartir sus propias experiencias conmigo y me han agradecido por relatar mi experiencia. Hemos recibido un enorme apoyo de amigos y de nuestra comunidad. Al mismo tiempo, mis mayores temores se han vuelto realidad — y la realidad ha sido mucho peor de lo que esperaba. Mi familia y yo hemos sido objeto de constantes acosos y amenazas de muerte. Me han calificado con las palabras más viles y odiosas imaginables. Aunque son mucho menos frecuentes que las expresiones de apoyo, ha sido aterrador recibir esos mensajes y me han afectado en lo más profundo de mi ser. La gente ha publicado mi información personal en Internet. Esto ha provocado más correos electrónicos, llamadas y amenazas. Mi familia y yo nos vimos obligados a mudarnos de nuestra casa. Desde el 16 de septiembre, mi familia y yo hemos estado viviendo en varios lugares seguros, con guardias. El pasado martes por la noche, mi cuenta de correo electrónico del trabajo fue pirateada y a través de ella se enviaron mensajes en los que supuestamente me retractaba de mi descripción de la agresión sexual.

    Además de la agresión en sí, estas últimas dos semanas han sido las más difíciles de mi vida. He tenido que revivir mi trauma frente al mundo entero, y cómo personas en la televisión, en los medios y personas que nunca me han conocido o hablado conmigo analizan mi vida. Me han acusado de actuar por motivos políticos partidistas. Quienes dicen que no me conocen. Soy una persona ferozmente independiente y no soy peón de nadie. Mi motivación para relatar mi experiencia fue dar información acerca de cómo las acciones del Sr. Kavanaugh han dañado mi vida, para que ustedes tengan eso en cuenta cuando tomen una decisión sobre cómo proceder. No es mi responsabilidad determinar si el Sr. Kavanaugh merece estar en el Tribunal Supremo. Mi responsabilidad es decir la verdad.

    Entiendo que la Mayoría ha contratado a un fiscal profesional para hacerme algunas preguntas, y me comprometo a hacer mi mejor esfuerzo para responderlas. Al mismo tiempo, dado que los del Comité juzgarán mi credibilidad, espero poder interactuar directamente con cada uno de ustedes.

    En este punto, haré todo lo posible para responder sus preguntas.

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