El incipiente sector privado de Cuba le teme a Trump
Hace unos años, dijo el peluquero habanero Gilberto Valladares, ver a un estadounidense en La Habana era algo extraño, "como ver al diablo", bromea.
En estos días, los estadounidenses están por todas partes en Cuba, llegan en cruceros y numerosos vuelos diarios a media docena de ciudades de toda la isla, gracias a la política de distensión de las relaciones con Cuba aplicada por el presidente Barack Obama, desde hace ya dos años.
"El secreto es la cultura", dijo Valladares. "Se eliminó la línea entre los dos pueblos. Esa cercanía humana y personal entre ambos pueblos es lo que va a determinar nuestro futuro".
In English: Cuba's private sector fearful of Trump
Valladares, a quien sus amigos conocen como "Papito", dice que la llegada de los estadounidenses, junto con la relajación de todo tipo de restricciones legales y comerciales en Cuba y Estados Unidos, ayudaron a impulsar un floreciente sector empresarial privado, que alguna vez fue prohibido por las autoridades del Partido Comunista de Cuba.
Si Donald Trump quiere ver más cambios en Cuba después de que asuma el cargo, debe continuar el legado de Obama y mantener la puerta abierta para Cuba, dicen muchos en el sector privado de la isla.
"Obama despejó el camino. Cualquier decisión que vaya en contra de lo que se ha logrado en los últimos dos años entre Cuba y Estados Unidos no sólo tendrá un efecto político, sino económico y, por supuesto, social", dijo Valladares.
Muchos expertos consideran que el éxito del sector privado –que ahora emplea a más de medio millón de cubanos– es clave para el futuro económico del país a raíz de la muerte de Fidel Castro, el icónico líder revolucionario de la isla.
Tras la muerte de Castro el 25 de noviembre, Trump advirtió en Twitter que podría cortar las relaciones de Estados Unidos con Cuba "si Cuba no está dispuesta a ofrecerles algo mejor al pueblo cubano, al pueblo cubano-estadounidense y a Estados Unidos en general".
El tuit de Trump refleja las tendencias conservadoras en materia de política exterior de su equipo de transición. Sin embargo, tres cuartas partes de los estadounidenses apoyan el reciente deshielo en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, según un sondeo realizado en diciembre por el Pew Research Center.
Sin lugar a dudas, los estadounidenses siguen siendo escépticos sobre las perspectivas de una mayor democracia en la isla en los años venideros. Sólo el 42% espera que Cuba sea más democrática en los próximos años, mientras que el 47% dice que será aproximadamente igual que en la actualidad.
Puede ser un error pensar que el futuro de Cuba depende de lo que haga Trump, advierte Frank Mora, un cubanoestadounidense que dirige el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Internacional de la Florida.
"No se trata solamente de lo que haga Estados Unidos. Se trata también de lo que Cuba ha hecho. A veces sobrevaloramos nuestra influencia. Hay muchas presiones internas en Cuba", dijo Mora, señalando que el gobierno cubano anunció sus reformas en 2010 en un esfuerzo por modernizar su economía, eliminar el despilfarro y reducir la carga del Estado.
Cuba tiene muchas razones para continuar con la apertura de su economía, con o sin la presión de Estados Unidos. La economía de la isla se contrajo un 0.9% en 2016, dijo Raúl Castro a la Asamblea Nacional a fines de diciembre en un discurso a puertas cerradas, en gran medida, atribuyendo la contracción a los problemas económicos del aliado socialista de la isla, Venezuela, especialmente a la disminución de los envíos de petróleo.
La política del 'buen vecino'
Aunque no hay datos de encuestas públicas en Cuba, no es ningún secreto en las calles lo que la mayoría de los cubanos parecen pensar. “Si Trump estuviera sentado aquí delante de mí, me gustaría decirle: ‘En mi casa yo pongo las reglas, y en tu casa tú pones las reglas’. Nos sentaríamos y nos mostraríamos respeto", dijo Manuel Reina, un corpulento tatuador de largo cabello trenzado, quien es dueño de un estudio en una arruinada parte de La Habana Vieja, lejos de las rutas turísticas.
"Siempre es bueno llevarse bien con los vecinos", añadió. "Voy a casa de mi vecino y le digo: ‘Préstame un poco de café’ y mi vecino me dice ‘préstame un poco de azúcar’ y entre mi vecino y yo hacemos una buena taza de café”.
Reina dice que su vida ha cambiado desde que comenzó su negocio. Estuvo ocho años en la cárcel por robar en su trabajo estatal y fue trás de las rejas donde desarrolló su habilidad para tatuar. "En las calles oigo menos quejas. Te sientas y miras alrededor y ves que las cosas están cambiando. En estos días, no solo estamos sobreviviendo, estamos viviendo", dijo.
La diseñadora Idania del Río, fundadora de Clandestina, una tienda de ropa de moda, añadió: "Si Trump dice que hay que darle marcha atrás a todo, sería horrible. Creo que la gente no quiere que esto se detenga, es el sueño de muchos. Nadie quiere que se acabe".
Del Río abrió su tienda en 2015, con ropa reciclada importada de segunda mano, aprovechando la nueva apertura del sector privado en Cuba. "Cuba está cambiando un poco. Las leyes están cambiando", dijo, refiriéndose a las reformas de libre mercado introducidas por el presidente cubano Raúl Castro en los últimos años, tales como las leyes que permiten la venta de viviendas y automóviles, licencias para restaurantes privados y posadas, así como muchas otras pequeñas empresas.
Valladares y del Río asistieron a una reunión entre los empresarios cubanos y Obama en marzo, durante la histórica visita del presidente a Cuba, la primera de un presidente estadounidense en 88 años.
A pesar de la hostilidad oficial de los dirigentes cubanos hacia el capitalismo, Obama utilizó la visita para recalcar la importancia del sector privado cubano en la creación de muy necesarios empleos, así como la libertad económica.
"Se trata de la libre determinación, la oportunidad de forjar su propio futuro", les dijo a los empresarios. "El futuro económico de Cuba. Su capacidad para crear más empleos y una creciente clase media y satisfacer las aspiraciones del pueblo cubano depende del crecimiento en el sector privado, así como de la acción gubernamental", añadió.
La ironía de que las políticas de Obama sean potencialmente más amigables con el sector privado cubano no pasa por alto entre los cubanos.
"Obama no es un hombre de negocios, pero fue el que nos promocionó", dijo Valladares. "Trump es un empresario, así que esperamos que entienda y no interrumpa las cosas. Esperamos que utilice su instinto de negocios con Cuba, más que su instinto político, porque si utiliza este último, fracasará".
Valladares y otros advierten que los líderes comunistas de Cuba son profundamente sensibles al largo historial de resistencia de la isla a los esfuerzos de Estados Unidos por dominar el país política y económicamente por su propio interés.
Si Trump intenta intimidar a Cuba para que cambie su sistema comunista, los dirigentes de la isla probablemente se aferrarán, y las relaciones volverán a la hostilidad de la Guerra Fría, sostienen.
"Tienen que entender que tenemos una cultura diferente. Estados Unidos es más individualista. En mi sociedad, no es beneficioso que yo sea la única persona económicamente próspera en esta calle, o en este barrio", dijo Valladares.
En un impulso para el sector privado, el Ministerio de Turismo de Cuba reportó 4 millones de visitantes en 2016, un aumento del 13% desde 2015, siendo el mayor incremento del número de visitantes procedentes de Estados Unidos. El año pasado, el presidente Obama relajó las restricciones a los viajes y además, anunció vuelos regulares entre Estados Unidos y Cuba, por primera vez en más de 50 años.
Los críticos dicen que los ingresos procedentes del turismo estadounidense contribuyen a sustentar al gobierno cubano.
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"Es cierto que la llegada de turistas estadounidenses beneficia tanto al sector privado como al gobierno cubanos", dijo Emilio Morales, presidente de The Havana Consulting Group (THCG), con sede en Miami. "Es difícil calcular quién se beneficia más", agregó, señalando que el 49% de las camas que ofrece el sector de la hotelería en Cuba ahora provienen de la gestión privada de posadas.
Al mismo tiempo, los viajeros estadounidenses generaron un estimado de $1.7 mil millones en 2016, de la venta de boletos de avión, visados, seguros de salud para viajeros, tarifas de equipaje y otros servicios, según THCG, parte de lo cual va directamente al gobierno cubano.
Valladares está orgulloso de los resultados que ha visto, de ayudar a convertir lo que una vez fue una descuidada calle en una parte desatendida de La Habana Vieja en un enjambre de negocios privados, conocido como el Callejón de los Peluqueros, con un total de 20 negocios privados que emplean a casi 100 personas, incluyendo su salón, una escuela de peluquería para ciegos, y el restaurante de su esposa, El Fígaro, cruzando la calle.
"Es contagioso. Nuestro trabajo es difundir la palabra", dijo.
En la Cuba comunista, eso es más fácil decirlo que hacerlo. A pesar de las reformas, algunas profesiones aún están fuera de los límites, como abogado y médico, y aún se aplican muchas restricciones onerosas. Los negocios se quejan de que no están autorizados a comprar al por mayor o importar desde el extranjero, y en cambio deben adquirir una gama limitada de productos del Estado.
Construir un negocio en Cuba no es fácil. "Todo esto es nuevo. Somos como niños aprendiendo a caminar. Estamos mucho más atrasados de lo que deberíamos estar", dijo Arián González, quien istra una cafetería y un área de juegos infantiles en un complejo comercial privado, Boulevard de 25, en el barrio del Vedado en La Habana.
"Ha sido muy difícil," coincide del Río. "Aquí en Cuba las personas bailan desde el día que nacen, entienden la música, la viven y la sienten casi desde que abren sus ojos. Pero esta cultura de comenzar negocios, de abrir tiendas, no existe", dijo.
"Ahora se puede ver que las personas están comenzando a entender y están mejorando. Después de todo, no hay que ir a la universidad para esto", dijo ella.
Cuando Obama la saludó durante su discurso en marzo, quedó aturdida. "¡Ay, muchacho!", recordó. "Yo estaba súper nerviosa solo de estar allí".
Más tarde en el evento tuvo la oportunidad de hablar con Obama. "Honestamente no recuerdo ni una palabra de lo que dijo. Yo estaba anonadada", confesó.
A ella también le enorgullece mucho lo que ha logrado contra viento y marea. "Nuestros productos cubanos pueden no ser de la mejor calidad del mundo, del mejor acabado, pero tienen algo, un poco de nuestra alma. Los uso con orgullo".
Cuando Trump decida su política hacia Cuba, del Río espera que entienda lo que los cubanos han sufrido para llegar a este punto.
"Hay mucha gente aquí muy bien capacitada. Hasta ahora, no tenían oportunidades. Ahora existen esas oportunidades, y las están aprovechando", dijo.
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