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Política de Salud

¿Por qué se ganó la guerra contra el virus, pero no contra la pandemia?

Los científicos derrotaron al coronavirus con sus vacunas, pero la pandemia ha puesto de manifiesto una guerra cívica cultural entre los derechos del individuo y el beneficio de la sociedad en su conjunto.
Publicado 24 Dic 2021 – 07:50 PM EST | Actualizado 25 Dic 2021 – 11:28 AM EST
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Estamos de nuevo en guerra.

Casi seis meses después de que el presidente Joe Biden declarara la "independencia del coronavirus" en un discurso pronunciado el 4 de julio en la Casa Blanca, las autoridades sanitarias de Estados Unidos vuelven a instar a los estadounidenses a que se vacunen, usen mascarillas y tengan cuidado si viajan durante las vacaciones de invierno.

"Estamos en una guerra y tenemos que utilizar todos nuestros recursos para luchar contra el enemigo, en este caso, el virus", dijo esta semana el asesor médico jefe de la Casa Blanca, el doctor Anthony Fauci.

A finales del año pasado, los científicos produjeron una vacuna casi milagrosa en un tiempo récord, así que, ¿cómo es que seguimos librando una batalla de dos años contra un virus que ha costado más de 800,000 vidas en Estados Unidos?

¿Qué ha fallado, se preguntan algunos expertos en salud pública?

"Es un panorama complejo. Hemos ganado el frente de las vacunas, pero estamos perdiendo en el lado de la salud pública. No fuimos capaces de crear las condiciones necesarias para que nuestras campañas de vacunación masiva tuvieran éxito", dijo el doctor Eric Schneider, de The Commonwealth Fund, una fundación con sede en Nueva York cuyo propósito es promover mejoras en la atención sanitaria.

"Seguiremos expuestos en el campo de batalla y bajo un fuego continuo a menos que podamos generar una respuesta de salud pública mucho más exitosa", añadió.

La ciencia ganó la guerra al covid-19

Schneider y otros afirman que durante décadas Estados Unidos ha realizado grandes inversiones en biotecnología e investigación médica para encontrar el próximo "medicamento milagroso", al tiempo que ha ignorado un sistema sanitario público descentralizado y lamentablemente infrafinanciado.

El mundo tuvo la suerte de que los científicos hubieran estado investigando una nueva tecnología de vacunas de ARNm que estaba lista para ser puesta a prueba por Moderna y Pfizer.

Lo que pilló por sorpresa a muchos expertos en salud pública fue la resistencia pública a las vacunas, que se ha convertido en una complicada guerra civil cultural entre los derechos individuales y la necesidad de proteger a la sociedad en su conjunto.

"Tal vez hemos invertido poco en la investigación del comportamiento humano. Nunca imaginé hace un año... que todavía tendríamos 60 millones de personas (sin vacunar)", dijo el director de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), el doctor Francis Collins en una entrevisa con PBS el lunes.

Bajo nivel de vacunación contra covid-19 en Estados Unidos

A pesar de liderar el mundo en el desarrollo y distribución de vacunas, sólo el 62% de los estadounidenses están vacunados, lo que está por debajo de los niveles de otros países desarrollados, como Portugal (88%), Chile (87%) Corea del Sur (81%), España (80%) y Canadá (78%).


Parte de ello puede achacarse a la falta de liderazgo político en la Casa Blanca bajo el mandato de Donald Trump, así como a la desinformación sembrada en las redes sociales y en los medios de comunicación de determinado corte ideológico, que en su mayoría existen fuera de la corriente principal donde los periodistas profesionales se rigen por normas éticas de objetividad.

"Ese es probablemente el mayor fracaso. Es tan irónico porque el expresidente (Trump) podría haber recibido gran parte del crédito por el golpe de suerte con la creación de las vacunas, pero también es en parte responsable de esta politización de la salud pública y de que un gran porcentaje de la población no se vacune", dijo Schneider.

El problema de un sistema político de salud fragmentado para luchar contra el covid-19

En lugar de una campaña nacional de pruebas, cuarentena y rastreo de os dirigida por el gobierno federal, adoptada con éxito en algunos países, Estados Unidos adoptó un enfoque fragmentario, estado por estado. La Casa Blanca tenía las manos atadas en muchos sentidos debido a un sistema político que pone la sanidad en manos de las autoridades estatales, lo que limita la capacidad del gobierno federal para poner en marcha una estrategia nacional, además de financiar la investigación y producción de vacunas.


El despliegue de las vacunas se llevó a cabo a nivel estatal y de condado, a través de clínicas en tiendas de campaña, en recintos feriales y estadios.

La batalla de dos años ha causado hasta ahora la muerte de más de 800,000 personas en Estados Unidos y sigue perturbando la economía, desde la escasez de trabajadores hasta las restricciones de viaje y la cancelación de eventos deportivos y conciertos.

Vidas salvadas gracias a las vacunas contra el covid-19

Aun así, se han salvado muchas vidas. En ausencia de un programa de vacunación, se habrían producido aproximadamente 1,1 millones de muertes adicionales por covid-19 y más de 10,3 millones de hospitalizaciones adicionales por covid-19 en Estados Unidos hasta noviembre de 2021, según un modelo estadístico desarrollado por investigadores de la Universidad de Yale y The Commonwealth Fund.

Por otro lado, más de 400,000 personas murieron después de que las vacunas estuvieran disponibles.

Para ser justos, el covid-19, ha demostrado ser un enorme desafío, obligando a los políticos a tomar decisiones difíciles entre bloquear las economías para detener la propagación del virus y permitir que las empresas vuelvan a abrir para salvar los puestos de trabajo.

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Un nuevo problema: la variante ómicron

Todavía es demasiado pronto para saber la gravedad del brote de Omicron. Las autoridades sanitarias afirman que los hospitales de algunas partes del país ya están saturados de pacientes con covid-19, ya que ómicron se ha convertido rápidamente en la cepa dominante del virus en Estados Unidos.

"El índice de transmisión de ómicron, que es algo astronómico, es como el de las novelas de ciencia ficción, se está duplicando cada dos o tres días", dijo el Dr. Vikas Saini, presidente del Instituto Lown, una organización sanitaria sin ánimo de lucro con sede en Boston.

La resistencia de los no vacunados

Para muchos expertos en salud pública, y para los ciudadanos frustrados y vacunados completamente, la pregunta sigue siendo cómo enfrentarse a los que se resisten a las vacunas.

La última estrategia de Biden, anunciada el martes por la noche, consiste en centrarse en el aumento de las pruebas, para evitar tener que pasar por otro cierre de la economía. La Casa Blanca va a poner a disposición del público 500 millones de kits de prueba gratuitos por correo, aunque los críticos dicen que eso es sólo una gota de agua para un país de 330 millones de personas.

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Plan de Biden para frenar ómicron: pruebas a domicilio y refuerzo en hospitales

La decisión de Biden de no volver a los cierres y mandatos es ampliamente aceptada por todo el espectro de defensores y negacionistas de las vacunas.

"Las personas vacunadas han sufrido mucho durante esta pandemia. Hay millones de estadounidenses que han hecho lo correcto todo el tiempo y no deberían seguir pagando el precio porque haya personas que decidan seguir sin vacunarse", dijo a la CNN la doctora Leana Wen, profesora de política y gestión sanitaria de la Universidad George Washington.

Algunos expertos en salud pública dicen que el presidente podría ir más allá adoptando medidas punitivas sobre los no vacunados.

"Me gustaría que el presidente Biden hubiera profundizado en todo lo que debería hacerse para restringir las actividades de los no vacunados. Ellos son los que están enfermando predominantemente, saturando nuestros hospitales, propagando el coronavirus... causando la prolongación de esta pandemia para todos nosotros", dijo.

Wen sugirió que se exija la vacunación para los viajes nacionales y la vacunación para los comedores interiores y los gimnasios, como ocurre en algunas grandes ciudades como Los Ángeles, Nueva York y Boston.

Guerra de desgaste contra el covid-19

"Realmente ha sido una guerra de desgaste. Nos ha costado mucho combatir [el virus] con todas nuestras fuerzas durante mucho tiempo. Así que, después de dos años, hay bastante indiferencia y apatía entre grandes segmentos de la población estadounidense", dijo Josh Michaud, director de Política Sanitaria Global de la Fundación de la Familia Kaiser.

Esto, unido a la mentalidad de libertad individual de algunos que, por razones políticas o psicológicas, exigen la libertad de elegir lo que entra en su cuerpo, ha hecho que la guerra contra el covid esté prácticamente estancada.

Las encuestas de la Fundación Kaiser muestran que no se ha avanzado mucho en la persuasión de la vacunación, con alguna excepción. " Hay un grupo duro del 14% al 16% de la población adulta estadounidense que se niega rotundamente a vacunarse. Y no sé si hay alguna política pública que pueda hacer mella en eso", dijo.

Con el tiempo, algunas personas más podrían cambiar de opinión al ver la eficacia de las vacunas. "No se ha perdido toda la esperanza para todo el mundo", dijo Michaud, quien afirmó que tiene un amigo que recientemente decidió vacunarse después de meses de resistirse.

Dilema moral que crea la vacunación y el covid-19

Esa resistencia ha creado un dilema moral, ético y político. "Hay una disputa sobre la autonomía, sobre quién es el dueño de mi cuerpo. ¿ Qué se hace cuando una gran parte de la sociedad no va a tomar la decisión correcta individualmente, se les puede obligar o se les debe obligar?", dijo Saini.

"No quieres que el gobierno llame a tu puerta y te diga: 'Toma, tómate esta píldora' (...) Así que comprendo ese punto de vista, y creo que las soluciones tienen que ser más elegantes e inteligentes", añadió.

El gobierno de Biden ha intentado imponer mandatos de vacunación a los trabajadores federales, a los centros sanitarios subvencionados por programas federales como Medicare o Medicaid, así como a las empresas privadas con más de 100 empleados. Pero esos mandatos están actualmente bloqueados en los tribunales, y se espera que el Tribunal Supremo se pronuncie a principios del próximo año.

Esto hace que algunos expertos prevean que el covirus nunca será vencido y que podría acabar convirtiéndose en un problema de salud permanente, como la gripe, con el que tendremos que aprender a vivir.

Este puede ser "el último suspiro de la pandemia", dice Michaud, buscando razones para ser optimista. "La combinación de la inmunidad de la vacuna y la inmunidad inducida por la infección va a ser el muro de contención que impida las oleadas masivas y las hospitalizaciones y muertes en el futuro", afirma.

Pero le preocupa el legado del covid-19 y las debilidades políticas del sistema de salud pública que quedaron al descubierto en los últimos dos años. "Si aparece otro [virus] que sea aún peor en términos de gravedad o transmisibilidad, estaremos en una posición más débil que la que teníamos en Estados Unidos", dijo.

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